Mis aventuritas escolares

Essto de ser forjadora de las mentes del mañana (pirateándome la frase de mi esposita Crix), me ha puesto la vida de cabeza. Es cuestión de estar pensando en ello todo el día.

No sé si he contado la saga completa, pero haré un resúmen para quién no nos siga tan asíduamente. Empezamos a dar clases el primero de noviembre de dosmilonce en esta escuelita perdida en punta de la chingada, la última de Monterrey antes de cruzar la línea divisoria con García. Estamos en una zona (políticamente correcta) de escazos recursos, más bien tirándole a nulos. La actitud de director es la mentable, digo lamentable: "no recibimos ni un peso del recurso federal, al gobierno no le iumportamos, esta gente sólo estira la mano para ver qué le cae, no quieren aporender nada, mejor cheque si traen los zapatos limpios, porque si pretende que aprendan algo pierde usted su tiempo."

La actitud de algunas maestras es todavía peor. Hoy estaba en pleno trabajo de salón, con grabadora y cd, poniendo audios en inglés para detectar rimas. "Cómo terminan las palabras, no como empiezan. Noten cómo se 'escuchan', no cómo se ven." Y llegué al escritorio de un alumno a señalarle una letra "e" en su libro. Para quien sabe inglés recordará que la letra "e" es LA vocal multitasking que aparece en el mayor de los casos. amablemente le pregunté: "¿cómo se llama esta letra?" Obvio esperaba la respuesta con el sonido en español. Pero el niño veía mi dedo, veía los dibujos, veía jeroglíficos. Un código completamente desconocido al cual su mente aún no tiene acceso. La maestra titular, desde su escritorio con voz calmada y como si ffuera una frivolidad me dijo: "Ése niño no sabe las vocales. No sabe ni las letras de su nombre. No sabe leerlas ni mucho menos esperes que las escriba o las diga." La miré creo que con la misma cara que el niño veía mi dedo de la letra "e". Y pregunté: "¿Qué necesitamos para regularizarlo?" aunque admito que tenía ganas de sacudirla abofetearla y gritarle ¡Y A QUÉ ESPERAS PARA ENSEÑARLO, SO DUNDA!", ella, igual de calmosa que antes me contestó indiferente viendo sus uñas: "un milagro." Quize llorar. Lo pasé al pizarrón le puse cada vocal mayúscula y minúscula, le dije sus nombres en español y le pedí que los repitiera conmigo, hizo los trazos de cadaletra y lo felicité. Luego lo mandé a su lugar. después de eso estuvo participando más feliz en la clase. La maestra me vio feo y me dijo: "Yo ya hablé muchas veces con su mamá. ése niño necesita una maestra de apoyo en las tardes. Yo no puedo detener todas mis clases por él."

Quizá si fuerael único tendría razón. Pero la verdad es que he detectado al menos cinco casos como el suyo en su salón. Tuve que cambiar hasta de hora mi clse con ella porque cuando la daba antes de la salida los niños todavía estaban copiando lo de hacía tres horas y no querían ya hacer nada en mi clase.

Ahora hice a mano cada una de las 24 tareas que encargué y las pegué en sus libretas para remarcar y repetir. No puedo esperar a que me saquen copias. No puedo esperar a que la maestra los enseñe a escribir. No puedo esperar a nada. Me tocará hacerlo a mí.