Daniela. Caray, no sé. Esta es una de las amistades más kármicas, creo. Es una de esas amistades que tenían que suceder. No les ha pasado? Creo que la vida se encargó de que nuestros caminos se cruzaran de una u otra manera. Resulta que a Daniela la conocí en mi propia casa. Así es. Ana y yo vivíamos en el DF cuando a Daniela se le ocurrió ir de vacaciones y por alguna razón hizo el contacto con Karina y pues el caso es que terminamos en la siguiente situación: Karina nos llamó para invitarnos el 2 de enero a las pirámides para pasear a las turistas. Entonces, Ana tuvo una de esas extrañas ideas y me dijo, palabras más, palabras menos: "Vamos a casarnos en Teotihuacán" y me mandó a conectarme a deshoras para calcular la carta astral de nuestro matrimonio. El punto es que sí, al día siguiente cargamos con velitas, trajes exóticos y cámara fotográfica para intercambiar nuestros votos en la Pirámide de la Luna. Como llevábamos una apretada agenda, la hora estipulada nos dio en el autobús rumbo a las Pirámides y ahí, en medio de toda la gente, cual escena de Hollywood, Ana y yo nos casamos espiritualmente. Daniela espontáneamente se quitó una pulserita de arcoiris y nos dijo "ahi tienen el lazo" y yo casi lloro de la emoción.
El punto es que después de robarse nuestro flash (jajajajaja lo siento, Daniela, tenía que decirlo) pasaron muchos años antes de volvernos a encontrar. Resulta que cuando por fin regresamos a Monterrey, luego de las andanzas laborales, encontré trabajo en un periódico peculiar y me asignaron trabajar en la edición de la cual Daniela se hacía cargo!!!!!!! Cuando a Daniela le ofrecieron un puesto mejor y le dijeron que si no conocía a alguien más o menos con mi perfil no dudó un solo segundo un jalarme con ella, hasta que por otras vueltas de la vida decidí emprender esa otra exótica aventura de Houston.A propósito de eso, en ese mismo periódico del que les hablo me reencontré con Olivia, que ya habíamos conocido en el DF y eso me recuerda a todas todas todas las amistades en el DF: Genny, Yadira, Sara, Susana, Mabel, Ceci!!! que aunque es de Chile es chilanga de corazón. Qué recuerdos!!! Ana y yo estrechamos más el lazo con Ceci porque nos entró la loquera de tomar clases de portugués con ella.
En extensivo, me hace acordarme de la Vecina... de la vecina de Daniela, claro. De Claudia Rebeca, las primeras personas con las cuales me empecé a aclimatar en Monterre.
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