jueves, marzo 11, 2010

Yo las amo, yo las quiero parte VI

Wow, no pensé que me tomara tanto tiempo. Eso sólo prueba dos cosas: o soy una cursi sin remedio, o de verdad he aprendido tanto de tantas mujeres.

Y cómo olvidar a la Morra!!!! Una amistad chida, sin complicaciones. Algo que todo mundo necesita, la verdad. Que viva la vida chida y pase por alto mi carro insano.

Y antes de pasar con la gente de Houston, no puedo perder la oportunidad de agradecer todas las enseñanzas a Karla, Denisse, Mariaurora, Ana Goñi, Vicky, Paty, Adriana, Rocío, Laura, Wendy, Zaira, por todo su tiempo, paciencia, entrega a este proyecto común que es la visibilidad, que es la maternidad lésbica, que es el activismo en una sociedad tan difícil como es la regiomontana.

Sé que pocas cosas he contado sobre mi viaje a Houston. Sé que pocas cosas pueden comprenderse de este año en mi vida. Pero quiero compartirles una cosa. Este viaje, goddamn, me cambió a niveles muy íntimos. No es broma. Lo que viví en Houston aún no he podido procesarlo. Digamos que son como los archivos desclasificados de la CIA o algo así.

Además de Amira, como les dije, otras dos mujeres súper importantes en este viaje fueron Eloísa y Maira. Creo que nunca me alcanzarán las palabras para decirles lo fundamental y el pilar que fueron para mí. Cuando yo llegué a Houston no tenía ni un peso partido por la mitad. Y Eloísa me dijo que llegara ahí con ella, al departamento que compartía con Maira. Durante el primer mes, en lo que salía mi cheque completo, Maira y Eloísa vieron que yo cenara algo. Bueno, hasta los papás de Eloísa vieron que tuviera cobija durante la primera semana que literalmente me tocó dormir en el suelo, vestida y con los tenis puestos porque hacía un frío de la chingada.
Luego Maira, que viajaba bastante a Laredo, cada que podía me dejaba en el puente para que yo pudiera visitar a Ana, Diego y Santiago. Ocho horas de camino, ocho horas de platicar, ocho horas de amistad y de tocar todos los temas posibles, de recordar Monterrey, porque Maira es de Monterrey pero desde los 9 años se fue a vivir a Laredo.
La última vez que vi a Maira nos fuimos al Monterrey Chiquito, allá en Houston, y le conté que ya me iba, que no me podía quedar, entonces ella se indignó y me dijo que no podía irme así como así, que tenía que hacer algo, que tenía que luchar por quedarme, pero no me convenció. Maira es una amistad con la que sí perdí contacto porque no tengo su número de teléfono (recuerdan ese episodio en el cual aventé mi celular texano a la Presa de la Boca?) y porque no tiene Facebook.

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