*Este es un post sobre perros
Hoy, cuando fuimos a desayunar a la casa de la abuela, el abuelo antes de decir "buenos días" dijo: "Se murió Xocoy". Ese fue el detonador para que Santiago estuviera inmerso en una serio debate sobre la trascendencia del espíritu y la vida. Ya esto había ocurrido antes cuando Chuleta murió, hace un par de años.
Hoy, cuando fuimos a desayunar a la casa de la abuela, el abuelo antes de decir "buenos días" dijo: "Se murió Xocoy". Ese fue el detonador para que Santiago estuviera inmerso en una serio debate sobre la trascendencia del espíritu y la vida. Ya esto había ocurrido antes cuando Chuleta murió, hace un par de años.
Lo curioso fue ver cómo construye su idea del cielo. Él piensa que un viejito que se llama Vejitos y vive en el cielo viene por sus perritos.
Luego de desayunar y ya cuando Mami y yo estábamos a punto de hacer algunas tareas del hogar, Santiago entró en nuestro cuarto y dijo que quería decirnos una cosa. Y preguntó por Xocoy que por qué Vejitos se lo había llevado.
"¿Po qué Vejitos no e amabe, Mami, po qué?" Entonces Ana y yo nos vimos entre sí e intentamos explicarle un poco el por qué Xocoy jamás volvería. Ana le explicó con sencillez que el cuerpo de los seres vivos es como una máquina que se descompone y que hay veces que no se puede componer. Santiago, un poco angustiado, dijo que iba a vigilar que el viejito no se llevara a otros perros y que no entendía por qué se los estaba llevando. Y convencido de que él podía evitar la catástrofe y que además de todo es un súper héroe dijo: "Ah, ya sé, vo a vigilar, tengo puños!"
Le explicamos que la muerte (ni mucho menos Vejitos) no es algo que se pueda ver y que Xocoy no iba a volver. Y entonces ocurrió un extraño proceso de síntesis en el cerebro de nuestro hijo que se acordó de un sombrero que había perdido hacía ya 6 meses: "Ah! Como mi sombero, no puede vover!" y Ana le dijo que sí, que más o menos. Entonces él mismo reflexionó: "Pelo mi sombero no respira ni puede caminá po eso no puede volvé". En este punto de la conversación Diego intervino: "Ay, me hacen reír Mami, los sombreros no son personas por eso no se van al cielo". Mami miró a Diego con una de esas miradas fulminantes como diciéndole "pero este sombrero sí!".
Total, después de una larga conversación, Santiago se fue a ver la tele un poco reconciliado con la idea, pero regresó al cabo de 10 minutos: "Mami, etoy tiste extaño mucho a Xocoy!! Yo le enseñé a jugá con el palo, yo le daba futa". Mami lo abrazó aunque se dio cuenta que todo era más bien producto de la imaginación de Santiago porque él nunca hizo estas cosas con el perro, cabe destacar, era uno de los perros de afuera con los cuales casi no les dejamos tener contacto, aunque bueno, Xocoy era Xocoy, era un beagle muy malhumorado y, según la descripción de Ana, con cara de zapato. Santiago se fue después de un largo abrazo pero volvió a los 10 minutos: "Mami, sigo tiste y Diego no etá vigilando que Vejitos no venga a robá más perros".
Yo, la verdad, no entiendo mucho de los vínculos con los animales, sin embargo, no puedo dejar de reconocer que Xocoy era un perro que no pasaba desapercibido y al que yo le había guardado cierto respeto. O a lo mejor, como Santiago, eso es lo que yo me imagino.
En uno de los ratitos que Santiago nos dio tregua, Ana me dijo: "Te lo juro que explicar la existencia del hada de los dientes, de Santa Clos, el conejito de Pascua, los ratones que dejan dinero, los Reyes Magos o los Pandas de Año Nuevo y hasta de dónde vienen los niños es mil veces más fácil de explicar la muerte".
Le explicamos que la muerte (ni mucho menos Vejitos) no es algo que se pueda ver y que Xocoy no iba a volver. Y entonces ocurrió un extraño proceso de síntesis en el cerebro de nuestro hijo que se acordó de un sombrero que había perdido hacía ya 6 meses: "Ah! Como mi sombero, no puede vover!" y Ana le dijo que sí, que más o menos. Entonces él mismo reflexionó: "Pelo mi sombero no respira ni puede caminá po eso no puede volvé". En este punto de la conversación Diego intervino: "Ay, me hacen reír Mami, los sombreros no son personas por eso no se van al cielo". Mami miró a Diego con una de esas miradas fulminantes como diciéndole "pero este sombrero sí!".
Total, después de una larga conversación, Santiago se fue a ver la tele un poco reconciliado con la idea, pero regresó al cabo de 10 minutos: "Mami, etoy tiste extaño mucho a Xocoy!! Yo le enseñé a jugá con el palo, yo le daba futa". Mami lo abrazó aunque se dio cuenta que todo era más bien producto de la imaginación de Santiago porque él nunca hizo estas cosas con el perro, cabe destacar, era uno de los perros de afuera con los cuales casi no les dejamos tener contacto, aunque bueno, Xocoy era Xocoy, era un beagle muy malhumorado y, según la descripción de Ana, con cara de zapato. Santiago se fue después de un largo abrazo pero volvió a los 10 minutos: "Mami, sigo tiste y Diego no etá vigilando que Vejitos no venga a robá más perros".
Yo, la verdad, no entiendo mucho de los vínculos con los animales, sin embargo, no puedo dejar de reconocer que Xocoy era un perro que no pasaba desapercibido y al que yo le había guardado cierto respeto. O a lo mejor, como Santiago, eso es lo que yo me imagino.
En uno de los ratitos que Santiago nos dio tregua, Ana me dijo: "Te lo juro que explicar la existencia del hada de los dientes, de Santa Clos, el conejito de Pascua, los ratones que dejan dinero, los Reyes Magos o los Pandas de Año Nuevo y hasta de dónde vienen los niños es mil veces más fácil de explicar la muerte".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario