lunes, marzo 08, 2010

Brenda

Mi hermana es otra de las mujeres en mi vida.
Durante años en mi vida fui incapaz de expresar un sentimiento. Me era absolutamente imposible decir TE QUIERO, dar algún abrazo espontáneo, saludar de beso, hablar. Es en serio, no es una broma ni una exageración. Era INCAPAZ de reconocer emoción alguna fuera de estar de malas todo el tiempo. En este contexto, mi hermana llegó un 17 de diciembre de hace algunos años, más de quince, con su regalo del intercambio de Navidad, el de la escuela. Ella estaba en la primaria y yo en la secundaria. Llegó con un muñeco de felpa de forma indefinida que lo mismo habría podido ser un gato, un topo, una foca, cualquier cosa. Después de una breve encuesta decidimos que sería un gato, se llamaría Quítopo y maullaría.
Quítopo fue nuestra terapia. Si algo quería decirle a mi hermana, Quítopo maullaba y una voz en off (la mía) traducía al gato. Si algo quería decirme mi hermana, Quítopo maullaba y una voz en off (la suya) traducía. El problema de este sistema es que "hambre", "yates", "nada" sonaban exactamente igual. Tendrían que ver el performance para comprenderlo.
El Gato quería ser bailarín de ballet, ése era su sueño.
Cuando me fui a Las Cruces, mi hermana echó a Quítopo a la maleta. Cuando me fui al DF, también. Pero cuando nos distanciamos me lo pidió de regreso y el Gato viajó por DHL hasta Monterrey.
Simbólicamente, cuando volvimos a hablarnos me dijo que Quítopo estaba recluido en un hospital psiquiátrico porque había caído en una crisis emocional.
Mi hermana y yo hemos pasado por tantas cosas también. Pero ella en la medida que le ha sido posible ha intentado ayudarme y estar presente. Ve a los niños seguido y de pronto vamos al cine con ella y tratamos de llevar la fiesta en paz.

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