miércoles, mayo 09, 2007

¡Auxilio!


Este es un grito desesperado. Necesitamos ayuda, ya no puedo más. Me voy a volver más loca de lo que ya estoy. Vivir en esta casa y en esta situación es un infierno. Llevamos desde el sábado en la noche sin poder dormir tranquilas. Fuimos atacadas por un ejército de cucarachas asesinas. Por favor, necesito una casa en la que pueda formar un hogar para Crix y nuestros hijos.

Las cosas sucedieron así... El sábado muy temprano salimos de casa Crix, Santiago, Diego y yo dispuestas a celebrar el cumpleaños de Crix lo mejor posible en un picnic en el Parque Fundidora. Bueno, testigos presenciales les dirán que no fue tan temprano porque en realidad llegamos a la cita hasta las dos de la tarde, pero eso es lo de menos.

Estuvimos en el parque un ratototote como hasta las ocho y media, hora en que nos fuimos con una pareja de amigos y su bebé a ver películas y cenar en casa de él y ella. Fue un día muy tranquilo y muy a gusto. Lamentablemente llegamos a la casa en la que estamos metidas como a eso de las dos de la mañana y ya teníamos mucho sueño y ganas de dormir.

En eso, cuando entramos al cuarto y prendimos la luz de la recámara, las vimos, eran cientos, o quizá miles de hormigas invadiendo nuestro nido de amor, nuestra cama, nuestras sábanas y almohadas. Eso no fue lo peor, lo peor es que sobre la cama también había al menos diez cucarachas enormes y prietas, caminando por todas nuestras cosas. Caminando sobre lo que por falta de disciplina dejamos encima de la cama antes de salir: la ropa recién lavada y los biberones de los niños.

A Crix le faltó poco para agarrar sus cosas y los niños e irse a un hotel. Yo no sabía ni qué hacer. Dimos vueltas y vueltas por la habitación sin atrevernos a mover las cosas. Cabe agregar que las dos les tenemos tanto miedo y asco a las cucarachas que no nos atrevemos a quitarnos la chancla y apachurrarlas por miedo a que contraataquen y se nos suban. A parte estas cucarachas son de las feas que vuelan.

Pasado el primer susto, poco a poco y con mucha cautela jalamos la colcha por las cuatro esquinas, doblándolas hacia el centro y formamos una especie de paquete donde quedaron guardadas todas las cosas que estaban encima de la cama, incluidas las hormigas y las cucarachas. Dejamos todas las luces prendidas e hicimos tanto ruido como nos fue posible para espantar a los bichos. Rociamos lysol (desinfectante) por todas partes y tratamos de dormir. Bueno, más bien yo dormí y Crix se quedó paranoica con los ojos pelones cuidando que a nadie se nos treparan las cucarachas. Aunque nuestros esfuerzos no evitaron que una maldita le pasara por encima a Diego mientras nosotras gritamos y nos trepamos a las sillas. Después de rescatar a Diego hicimos de tripas corazón y empezamos con nuestra venganza, nos decidimos a matarlas a chanclazos y pisotones.

Después de tres días el saldo es de muchas cucarachas muertas, pero el marcador sigue dándoles la razón: cucarachos 3 - humanos 0.

La segunda noche pintaba para ser mejor, pero cuando desperté no pude dejar de notar la hilera de hormigas que decidió que mi pecho era la ruta alterna más divertida para llegar a las moronitas de comida. Tengo una hilera de piquetes que va de mi axila a mi garganta, pasando por debajo de mi booby(lola) derecha.

Si se hiciera un videojuego de esta situación sería algo tan escatológicamente hilarante. Nivel uno: atravesar el patio para llegar a la recámara sin dejarte manchar por los perros y sin pisar minas biológicas. Nivel dos: Entrar al cuarto y matar a la mayor cantidad de arañas, y hormigas que sea posible. Nivel tres: Entrar al baño y atacar a los gérmenes y hongos. Nivel cuatro: En el cuarto de noche combatir y dar pisotones a las cucarachas. Nivel cinco: combatir a todos a la vez para poder volver a salir y rescatar a los bebés y la tortuga. Se presta a unos gráficos muy interesantes. Y hasta podríamos hacerlo interactivo y sacarle un juego de wii en el que piques un botón si lo quieres en modalidad de matamoscas y otro en modo de insecticida.

No, no nos quedamos con los brazos cruzados viendo como el mundo se nos cae encima. Si el perro con diez días de muerto nos sacó de nuestras casillas, las cucarachas en los biberones nos dieron fuerza para buscar un lugar nuevo donde vivir. Ahora estamos como locas deseperadas buscando departamentos y si la vida nos alcanza muy pronto viviremos en un nuevo lugar.

Por cierto, si saben de departamentos económicos con dos recámaras, estufa y boiler, nos avisan porque ya queremos una casa nueva.

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