lunes, agosto 13, 2012

Día 17

Desde que Ana se fue, estoy en huelga. No he podido perdonarle que haya sacado seis bolsas de ropa y las haya dejado despanzurradas en medio del cuarto y me haya dicho que yo viera dónde la acomodaba. Ella tiene una idea de ponerla en canastitas a lo largo de la cama. La idea está padrísima, pero Ana tiene ropa para aventar para arriba y ese ha sido un issue desde que empezamos a vivir juntas. Por cada sección del ropero que yo necesito, ella necesita cuatro. El hecho de haber sacado ropa a la cual  yo tenía que encontrar lugar me puso en muy mala actitud, fue como si hubiera decidido poner a prueba hasta dónde podíamos llegar como pareja. Es en serio, lo doméstico, los detalles, las cosas que parecen insignificantes son los que terminan de joder o fortalecer una pareja. El día de hoy me dediqué a doblar ropa. Ya casi termino de lavar la montaña de ropa que se hizo entre que la trajimos sucia, estaba aquí empolvada y fuimos usando. Como consecuencia, no es solo el contenido de las seis bolsas desparramadas que me dejó, sino la que va saliendo de la lavadora. Además, es un rollo lavar. Aquí o en Monterrey, nos persigue la incomodidad en ese aspecto. La verdad, es que ya he vivido muchas cosas y en muchos lados y he decidido dejar de quejarme de eso. Total, lavadora y buena presión de agua es un lujo que mientras no lo tenga todo el mundo no puede ser un factor para volverme loca. Lo de la ropa sí, hay gente que tiene dos mudas y las va lavando. No entiendo por qué nos avergüenza o nos ven mal si parecemos fotografía porque vestimos casi siempre lo mismo. Estoy a punto de adoptar la costumbre de Steve Jobs:

Jeans, camisa negra, tenis, gafas y bueno, el iPhone es opcional. Creo que si siguiéramos este esquema veríamos lo absurdo que es tener 30 pantalones de mezclilla exactamente iguales, 150 camisas negras. Y le bajaríamos a un número más modesto, tal vez 7, uno para cada día. ¿Para qué necesitamos más?
Por lo tanto, hoy le metí otra cobija a la cama para que esté más abullonada y la tendí, aunque se nos llene de ácaros, total, casi ni veo la tele y no voy a tener que torturarme viendo los comerciales donde pasan a los ácaros casi que comiéndose las paredes y los techos de las casas.


La hazaña de la ropa se logró parcialmente. Uno de los muebles está completamente despejado y con sus respectivas canastas mariconas acomodadas con pura ropa de Ana.


Esta foto la tomé para que se note que la superficie de la mesa está libre de cosas y que todavía no sé qué sería bueno poner ahí.


Debajo del mueble van las canastas coquetonas.
Mientras yo seguía trajinando, a Diego y Santiago se les antojó estar en mi rechoncha cama. Les dije que hoy dejaríamos eso de estar con videos de terror, que hoy tocaba cuento y para hacerlo todavía más hardcore puse a Diego a que leyera. Digo, se supone que hay que leer con ellos 10 minutos o algo así. Diego escogió LAS EMPANADAS QUE HACÍA LA ABUELA que es un libro que les regalé hace UUUF. Primero se los leía yo, Santiago hasta se lo aprendió de memoria y ahora él solito lo lee.


P.D Si bien, es cierto que me la paso quejándome del inquilino, hoy la verdad sí me dio cosita. Estaba hablando con Diego, en su cuarto, y pues ellos creen que no se oye nada para acá. No sé, la verdad cuál era el tema principal, el caso es que en uno de esos silencios en los que ni el avión pasa, ni prenden la bomba, ni pasan coches, se oyó que decía: "La verdad, yo a la única que le importo es a Susana", pero no se lo vayan a decir a nadie. Acto seguido, con la crueldad de todo este pedo de las clases sociales empezaron a buscar a "Susana chiquita", o sea, a Leonora. Fuerte, fuerte.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola tu y Ana tienen problemas de pareja verdad? Se siente por los comentarios. O Ana en las publicaciones no se muestra como amorosa.