miércoles, enero 11, 2012

El elefante en el cuarto

Sí, otra vez a los juegos de palabras. Ya me debería yo de sacar un blog de lingüística, pero equis. Vamos esta vez con "el elefante en el cuarto" (también se le conoce como elefante en la sala de estar, elefante en la esquina, elefante en la mesa, elefante en la cocina, y caballo en la esquina) es un modismo del idioma inglés para designar una verdad obvia, evidente de la cual no se habla o la cual se le está ignorando a sabiendas de que allí está. Se basa en la idea de que en un cuarto pequeño sería imposible pasar por alto algo tan enorme como un elefante.
El termino lo utilizan los gringos para referirse a una situación o problema obvio al que no se le hace caso y que se evade a propósito ya sea por vergüenza o tabú. Al momento en que se le nombra como "elefante" a la cuestión se implica que es algo muy gordo (grueso, importante) que merece discutirse.
Otra frase que me viene a la mente es la del "esqueleto en el clóset". Esta otra se refiere a los secretos que escondemos y llevamos a cuestas. El punto a tener es donde ambas se encuentran, y no me refiero a encontrar un Mamut disecado en el armario y venderlo al Smithsonian para salir de pobres. Me refiero a cuando tus esqueletos son tantos que empiezas a sentirte Barba Azul y luego de tantos, se vuelven tan evidentes que más que esqueletos discretitos en el clóset se convierten en un zoológico en tu sala de estar.
Así me siento a veces. Como bien dice Cosmopolitan (sí aunque no lo parezca soy una chica cosmo,eso siempre me ha ayudado a hacer maraavillas en la cama y a sobrellevar los tintes... fiuh! Helo allí un muerto menos en mi haber...), "algunos secretos son cargas emocionales que te afectan." Yo por eso trato siempre de recordar las sabias palabras de mi amiguita Marlene, del DF, que con mucha inteligencia predicaba "mi pecho no es bodega". Así pues, mi pecho no es bodega. No se me da eso de guardar secretos, ni propios ni ajenos. Cuento con la buena fortuna de olvidar la mitad de las cosas que me cuentan últimamente, así que no me siento tan culpable ya de andar diseminando historias por allí. Ya no recuerdo nada.
El punto es que el elefante en mis últimos posts son los claros síntomas de depresión que me corroe. No sé por qué. Ni hago mucho por resolverlo, puesto que el IMSS no ayuda mucho. Así pues me dedico a quejarme y echarle la culpa a las instituciones que no hacen bien su trabajo.
Hoy tenía la segunda cita con la psiquiatra y me ha dejado PLAN-TA-DA.
Así es. En septiembre me dio un colapso nervioso. Fui con el doctor y me dieron la "primera cita disponible" para mediados de diciembre. Regresé y le dije: "discúlpeme doctor, pero para ,mí que yop antes de que llegue la fecha ya me suicidé". Me dio medicinas, pero no adelantó la cita. En diciembre fui a la cita y me dieron la segunda cita para hoy.
Me pelié con medio mundo incluída mi esposa y el director de la escuela para llegar hoy a tiempo a la cita dichosa y resulta que la doctora no estaba... y quién sabe cuándo vuelva porque está "incapacitada" (de la mente, pensé yo, pero era el puro coraje). La ventaja es que al menos la decepción me hizo sentir algo más que infinita tristeza: ahora siento enojo y tristeza. ¡Vaya tela!
Estoy molestísima y más quejopsa que de costumbre. Para colmo en el trabajo del call center también disscutí con un soporte de piso, o sea esa gente que se supone que debería sacarnos de apuros, pero en lugar de eso enreda más las situiaciones.
Total, con mi elefante paseándose por allí no me siento más liberada, pero al menos me desahogué del méndigo coraje que me hizo pasar el IMSS. Tan lindas las instituciones y los servicios de salud en México. ¡Salud!

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