sábado, enero 14, 2012

Cosas para niñas

La abuela prácticamente nos corrió de la casa cuando se enteró que Ana trabajaría hoy sábado, así que luego de ir a dejar a mi adorada esposita a su centro laboral, regresé a barrerlos y trapearlos. Aunque originalmente Diego quería ver a la Tía Myrna, a Sol o ir a COMAC, al final lo convencí de que viniéramos a Mc Donald's. Nunca pensé que el dichoso paseo fuera tan complicado. Resulta que haciendo cuentas, sólo me alcanzaba para una Cajita Feliz y un antojo de hamburguesa. De tal manera que les advertí antes de comprar, que el juguete lo compartirían. Diego que en un principio estaba muy emocionado con la idea de obtener uno de esos aviones horrorosos que estaban dando a los niños, insistió e insistió en que les comprara la Caja Feliz a cada uno. Le dije que no y como adolescente sacado de cualquier serie de Disney se tiró en el piso, dijo "gracias por nada" y se puso a llorar. Como es natural, le dije que a mí no me iba a estar haciendo esas escenas y que yo ya me iba a comprarle a Santiago la Caja Feliz. A punto de hacer el pedido, me alcanza Diego lloroso diciendo que él también quería Caja Feliz, le dije que estaba bien pero que lo justo por todo el berrinche era que Santiago escogiera el ÚNICO juguete de la ÚNICA Caja Feliz. Y resulta de tal suerte que además del avión horroroso para niños, están dando otro juguete igualmente horroroso pero para niñas: Una cosa de plástico rosa con forma de licuadora de HELLO KITTY! Santiago sin dudar escogió la cosa amorfa de HELLO KITTY y Diego cayó en el segundo colapso nervioso pero ya sólo dijo que él no iba a compartir nada.
Después de comer, como es lógico, las cosas se ven distintas. Resulta que el juguete de HELLO KITTY era una cajita con calcomanías de mariposas y florecitas y la cosa que yo juraba era una licuadora era un contenedor para un lápiz celeste. Cuando Diego vio aquello tan llamativo y tan atractivo para todo preescolar (calcomanías y colores, quién puede resistirse), empezó a decir que se había equivocado, que sí quería compartir. Fue cuando empezó la etapa sangrona de Santiago, rehusándose a prestarle nada. Total, los mandé a los juegos, Santiago con el contenedor de licuadora y el lápiz y Diego con la ristra de calcamonías. No había pasado ni un mísero minuto, no había dado ni un solo sorbo a mi té chai cuando regresa Diego lloroso. Me dijo: "Mamá, una señora no me cree que estas son las calcomanías del juguete de mi hermano porque dice que es de niñas". Le pregunté si le había quitado las calcas y me contestó que no. Le pregunté si le habían quitado el juguete a Santiago y me dijo que no. De cualquier manera me acerqué para cerciorarme de que todo estuviera en orden. Y justo cuando entro, de un lado se aproximó Santiago con su juguete y del otro la señora en cuestión quien me dijo toda furibunda que a ver si cuidaba más a mi hijo, que porque le había quitado las calcomanías a su hija y que ella le había dicho que no se las llevara. Yo, como es mi obligación, me puse del lado de mi hijo y le expliqué que esas calcomanías efectivamente las llevaba Diego porque eran del juguete de mi otro hijo y le enseñé la cajita vacía donde debían ir las estúpidas calcomanías. La señora se quedó sorprendida y excéptica e insistió en que Diego las había tomado de su mesa y al oír eso Diego se puso a llorar y le contestó a la mujer que él no era un mentiroso. Le dije a Diego que me dijera la verdad, que yo había visto que él tenía las calcomanías de Santiago pero que me dijera si había agarrado las de la otra niña y me contestó que lo que había sucedido es que fue a jugar con ella a su mesa y él las había puesto ahí pero que la señora se las quería quitar porque era un juguete de niña. La ñora se nefasteó y me dijo que ella no se iba a estar peleando por un juguete, que mejor iba y le compraba otro a su niña y nos dejó hablando solos. Yo lo único que quería salvar era el honor de mi hijo, que no lo anduvieran acusando de ladrón sólo porque no creyeran que por la razón que fuera tenían el juguete de niña de la Cajita Feliz. Después del incidente le puse el nombre a la tira de calcomanías y con el lápiz azul le hice una marquita a los otros componentes con las iniciales de sus nombres para poder distinguir si se los quieren quitar nada más porque son niños o porque efectivamente se les perdió y quieren averiguar.
En lo que se les pasaba el trago amargo, decoraron la taza del té chai.

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