viernes, abril 22, 2011

Cultura LGBTTTI

Estoy leyendo con gran interés el libro MÉXICO SE ESCRIBE CON J y encuentro una frase recurrente que se avivó demasiado durante el 2010 con motivo del Bicentenario: "Vivan los gays y lesbianas que nos dieron patria". A la historia, no sólo a la de México, sino a la del mundo entero le falta el gran capítulo en donde todas las minorías hemos aportado nuestro granito de arena. Falta el capítulo en donde las mujeres ayudaron al mentado triunfo de la Revolución, falta el capítulo en donde las lesbianas hicieron alianza en un momento muy machista de la historia de México en donde salieron doblemente perjudicadas, por mujeres y por lesbianas. Y en el otro ámbito, en el cultural, en las letras, las artes visuales, la dramaturgia, la música, con grandes dificultades ha sido reconocida la contribución de los autores y sus obras a lo que hoy llamamos México.
En los años sesenta, Micheal Foucault vino a cuestionar, entre otras cosas, qué era lo que finalmente estábamos entendiendo por cultura. A Micheal Foucault le debemos la lectura de nuestro diario acontecer como un sistema de vida regulado por el gobierno. ¡Vaya! ¿Qué querrá decir esto en un país en que hasta la Revolución se institucionalizó? Se me ocurren tantas ideas que bien se podrían explorar más adelante.
En California, en días pasados, se aprobó una ley en donde se podría enseñar en el 2013 la historia gay en las escuelas. Esta conquista permitiría que se enseñara la trayectora de Harvey Milk, un importante activista precisamente de este estado de la unión americana. Uno de los opositores más duros de esta ley fue el senador Doug La Malfa que dijo, palabras más, palabras menos: "Estoy realmente preocupado por esos niños, que van a tener que enfrentarse a este asunto a una muy, muy temprana edad, cuando muchos de nosotros les estamos enseñando la abstinencia y qué es la sexualidad". Dejando de lado que no tiene nada que ver la abstinencia y el ejercicio de la sexualidad en todo esto, queda la pregunta: ¿Y cuál es la relevancia de que la historia gay se "institucionalice en las aulas? La respuesta es BASTANTE. ¿Se imaginan que de pronto nosotros, estos seres carnavalescos, pervertidos y extraños no estamos pensando en sexo todo el tiempo? De pronto empezamos a ser lo que somos, seres humanos que nacen, crecen, van a la escuela, realizan sus estudios hasta donde la situación social nos lo permite y colaboramos como cualquier otra persona a nuestra cultura. Porque eso es lo que hacemos todo el tiempo: "pertenecer" aunque a lo largo de los años vamos mejor prefiriendo no hacerlo. En esta marginalidad nos encontramos todos aquellos que realizamos las más variadas tareas. A esta marginalidad nos empuja el entendimiento del sistema que tenemos y nos despoja de todo, de la creatividad, de la productividad y hasta la espiritualidad para poner siempre en relieve lo que hacemos en la cama. Y de la cama parte la idea que la sociedad tiene de nosotros.
Que sí, que sí nos gusta hacer tal o cual cosa. Que nos encanta hablar en la literatura y el cine de nuestra forma de amar y de ver el amor. Pero es justo, muy justo que el otro 90% presunto heterosexual se flete nuestra aportación cultural tal y como nosotros nos fletamos la suya. No sé, tal vez y en una de esas empecemos a notar que no somos tan diferentes, después de todo, ¿quién fue quien nos enseñó a amar?
Seguiré pensando...

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