Esta, señores y señoras, no es una estrategia publicitaria para atraer gente al blog ni para promocionar el cumpleaños de mi esposa que será dentro de 10 días. Por supuesto que no. Esta es UNA CUENTA REGRESIVA, porque sé que a Ana le encantan las cuentas regresivas. El título de esta cuenta regresiva (y repetitiva) es precisamente basado en una de las cosas que ODIO de mi mujer y que es, por supuesto, la cosa NÚMERO 10: Su afición por las películas cursis, sentimentaloides, con final feliz HIPER HOLLYWOOD en las que, además de todo, termina llorando y perdiendo la compostura.
Desde que la conozco es adicta a ese tipo de películas. Y yo soy adicta a decirle que no no no no y NO! quiero verlas. Pero desde que empezamos a andar juntas no sé, como que le empecé a agarrar el gusto a esas cursilerías y a sentarme en las butacas de mero al frente y llorar con los dramas de Lindsay Lohan y Hillary Duff, pasando por toda la vasta filmografía de Reese Witherspoon y Drew Barrymore.
A final de cuentas, Anita me enseñó a vivir la vida de otra manera en donde las chick movies son un mundo paralelo y alterno donde con el cual podemos hacernos chaquetas mentales y pensar que tal vez en algún momento nuestra vida pueda ser así de rosa y maravillosa. Rosa rosa tan maravillosa como blanca diosa...
A final de cuentas, Anita me enseñó a vivir la vida de otra manera en donde las chick movies son un mundo paralelo y alterno donde con el cual podemos hacernos chaquetas mentales y pensar que tal vez en algún momento nuestra vida pueda ser así de rosa y maravillosa. Rosa rosa tan maravillosa como blanca diosa...
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