Santiago es un tragón de primera. Es como muy sibarita, le auguramos una gran carrera en recorrer y recomendar restaurantes. Él no es un cookie monster, es un bread monster. Come pan con quesito todo el tiempo (es que es como el gusanito del poema*) y ya es una costumbre que la abuela escriba en la lista del súper "queso para Santiago". La última vez, Diego nos tuvo que "recordar" que a él también le gusta el queso amarillo.
Hoy, a la hora de la cena, preparamos quesadillas para Diego y Santiago, y Mami Ana y yo preparamos caldo tlalpeño para nosotras. De esas veces que una anda de antojo así como de Vip's o Sanborn's, pero casero... our version of... Cuando Santiago engulló la quesadilla pidió pan con queso. De hecho lo pidió desde que vio el plato y con un mohín en la boquita se resignó a comer la "pesadilla". No podemos hacerle entender que el pan con queso es una opción de cena o de desayuno o de merienda, pero no un acompañamiento a cada una de las comidas. (Ya nos lo imaginamos decir con voz de adulto: "¿y mi guarnición de pan con queso?") Total, no le dimos el pan con queso, en cambio, le ofrecimos un poco del caldo tlalpeño de Mami. Desde luego, como es picosito, Santiago quiso devorarlo también. ¡No es por nada, pero con la dosis adecuada de limón y chipotle me queda riquísimo! Por eso, conciente (y más bien ya bastante satisfecha) le cedí a Santiago mi plato el cual aceptó gustoso, pero al notar que no tenía el mismo aderezo que el de Mami, sin ninguna clase de censura mejor metió la cuchara en la sopa de Mami cantando con singular alegría "sopa, sopa, sopa". Cántese con voz pitluda para entonar a gusto.Nuestra anécdota tragicómica terminó en desastre natural (naturalmente iba a suceder un desastre) con una mancha de sopa sopa sopa en la cama cama cama... En fin, gajes del oficio...
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