Como no estoy emocionalmente preparada para contar mi última aventura nogalaresca (suegro incluido) no me pregunten cómo es que estoy, en pleno 15 de septiembre, a unas horas de que empiece el magno evento bicentenario del Grito de Independencia, cuidando cuatro niños. El punto es que, como buen inicio de todas mis entregas. Ser mamá es una experiencia de no mames no mames no mames, pero ser babysitter es otro cosmos.
Resulta que estoy en la casa del Tío Manuel, con Diego y Santiago... y con Emma y Manuelito. Cabe destacar que agarrarle la onda a un niño y a su hermano gemelo me ha costado prácticamente casi cuatro años. Ahora imaginen la situación: estoy en casa con cuatro niños y sólo he descifrado al 50 por ciento de ellos.
La historia va así: Llegamos y Manuelito y Emma estaban dormidos. Nunca pude conectarme a la red del Tío Manuel. Así que mientras temblaba en un ataque de abstención, se levantó Manuelito y vio una escena sumamente extraña: Sus dos primos y su Tía que como Juana por su casa usando la lavadora. Entonces me pidió jugo y así empezaron todas mis tragedias, porque Emma también despertó y tuve que partirme en cuatro. No me pregunten cómo sucedió que la escalera quedó llena de picadillo, en la sala hay chocolate en polvo regado, tuve que rescatar el shampoo y colocarlo encima del librero y cuando por fin me senté a descansar un poco, llega Manuelito con un elote en la mano. El muchacho se había servido solo y había entrado en la cocina. Yo me tranquilicé y dije "bueno, es su casa, él sabe dónde encontrar la comida", pero detrás de él llego Diego y dijo: "Manuel me dijo dónde encontrar uno".
Cabe destacar que los muchachos son conocidos por sus actos vandálicos graffiteros, así que cualquier ruido sospechoso yo pensaba que estaban pintando la pared. En una de sus actividades subersivas, entraron al cuarto principal y se pusieron a brincar en la cama. Y yo con el Jesús en la boca entendí la razón por la cual Manuel al salir dijo "ahí hay picadillo y un doce de Indio".
En fin, por fin regresó todo mundo. Ya hay un adulto por niño y ya por fin supe cómo conectarme a la red del Tío Manuel para poder postear que yo definitivamente PEGUÉ EL GRITO EN EL CIELO, mucho antes de la medianoche.
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