miércoles, mayo 12, 2010

De todo lo visible y lo invisible...

Estoy cansadísima. Me duelen los dedos gordos de cada pie, y le siguen uno a uno todos los demás deditos. El arco del pie izquierdo, el metatarso, todo el pie, juanete incluído. Me retumban las corvas, los chamorros, las pantorrillas. Traigo los tobillos hinchados y las rodillas me tiemblan. No aguanto los muslos, ni las nalgas. La cintura me revienta. La espalda me repiquetea, las costllas me truenan y el cuello está entumido. Todo esto no es más que la sintomatología normal de un día intenso de trabajo... es decir "trabajo" de activista. Todo el día anduvimos paradas, de aquí para allá y de allá para acá.
Lo que a cualquier persona le resultaría un día normal de trámites para nosotras se convierte en un día más de "lesbianas contra el sistema", con el episodio del día en que nuestra parejita protagonista decidió ir a dar de alta su cambio de estado civil ante el IMSS. Agradecemos infinitamente el apoyo de Mariaurora Mota y Mario Rodríguez Platas que siempre andan por allí dándonos el aliciente (y las palabras) necesario para seguir y no desfallecer ante las preguntas más inverosímiles posibles, lo bueno que la mayoría son fuera del aire...
Así pues, hoy fuimos al IMSS a dejar una cartita para avisarle al seguro que hace casi dos meses tuvimos a bien casarnos y nos dijeron que en 30 días nos resuelven si nuestra respectiva esposa puede ser beneficiaria o no de la otra. Ruego a la vida que esto a mis nietos les parezca tan ridículo como a mí me parecía que mis bisabuelos tuvieran que viajar en diferentes vagones de tren (primera y segunda clase) porque eran de diferente color de piel.
Después tuve que apresurarme a terminar mi ponencia para mi participación en VISIBILIDADES. Una vez terminada, corrí a presentarme en dicho evento que se lleva a cabo en el Museo de Culturas Populares (mejor conocido como la Casa del Campesino). Una persona me decía que cuando VISIBILIDADES empezaba yo me volvía invisible porque nunca me podían encontrar. Ahí me la paso, y como yo siempre he dicho, es que soy invisible, ¿o no me quieres ver?
Cuando ya no podía yo ni dar un paso, pedi un ride a los Dorados de Villa, un antrito por el centro donde se llevó a cabo una junta exprés para la preparación de la décima marcha de la diversidad (sólo falta un mes para que se haga). Y bueno, el trabajo de una madre nunca acaba, porque al cuarto para las diez mi madre llamó para avisarme que Diego tenía temperatura.
Y córrele a la casa a bañar al niño y bajarle la fiebre y reconfortar al chamaco. Lo mejor fue encontrarlo feliz de tener toda la atención del abuelo que armó con él jirafas y elefantes de megablock (esculturas más bien abstractas que para ojos poco entrenados asemejaban rectángulos descombinados de colores primarios). Así pues todo fue convencerlo de tomarse un baño y llamarle a Crix para que comprara tempra de camino a casa.
Él, muy feliz de saberse atendido, quizo cenar por tercera vez en el día (es que come como pollo últimamente, micro porciones cada hora y media) y pidió corn pops con leche y hacerle un "changüich" a Mamá para cenar porque le iba a traer su medicina.
Así que ahora, Crix le está dando la medicina, mientras yo me preparo a ponerle punto final a esta mini crónica de un día super agotador... Tenemos que descansar lo más que se pueda, porque mañana toca de nuevo "trabajar". Y pensar que en el trabajo de verdad (el que paga, quiero decir) piensan que me dieron vacaciones. En fin, todo sea por la visibilidad del colectivo lésbico.

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