Y se me enchina la piel cuando escucho a Pedro Infante cantar: la quietud de dos almas que han querido ser dichosas al arrullo de su plena juventud.
Y recuerdo, entonces, hoy 28 de octubre, que cuando conocí a Ana escribí en la última hoja de mi libreta la fecha de su cumpleaños porque ella había dicho en voz alta que nunca nadie se acordaba de su cumpleaños y tenía que llamarle a la gente para que la felicitara, y yo me reí, y le pregunté cuándo era y me dijo que el 29 de octubre, y recuerdo que me lo dijo enfrente de la cafetería de la prepa, en un cambio de hora, y lo apunté aprisa porque todos teníamos que correr a nuestras respectivas clases. Y yo me sentí rara, muy rara, pero tampoco le di mucha importancia y aunque había anotado su fecha en mi libreta, ese año ni le llamé para felicitarla ni ella me llamó para pedirmelo y sentí algo extraño, ni tristeza ni coraje, sino algo intermedio.
Y recuerdo que le dije, porque yo era muy ojete en ese entonces, que había confundido la fecha, que yo estaba con la idea de que sería el 31, el Día de Brujas, y se me quedó viendo con una mirada que entonces no conocía pero ahora sí, con una mirada de que no le cayó en gracia mi comentario pesado, con una mirada de "yo nunca bromeo".
Y recuerdo, también, hoy 28 de octubre, que hace dos años dieron de alta a Diego del Hospital Infantil y Ana se puso loca de contenta y decía que ese era su regalo de cumpleaños, y que le iba a llevar el niño a San Judas, pero la madre de Ana nos dijo que estábamos locas, que iba a haber un montón de gente y hacía frío, y no era apropiado traer a un bebecito todo flaco que era Diego en ese entonces entre el borloto de los fieles de San Judas Tadeo, allá en el centro de la Ciudad de México, y entonces lo llevamos a la Iglesia del Cristo del Tráfico, la que sale en la película de Romeo y Julieta (la de Leonardo Di Caprio), que está a dos cuadras de nuestra casa en el DF. Y yo recuerdo tanto el shock que me dio estar ahí dentro, completamente alejada de toda fe católica, ya bastante divorciada de esa clase de ritos, cuestionada por un evento que no alcanzaba a comprender, cuestionada incluso, por aquello en lo que yo había edificado mi nueva espiritualidad.
Y todo eso lo recuerdo hoy, a punto de ser 29 de octubre, pensando en qué hacer para celebrar que mañana Ana tendrá la mitad de su vida de conocerme.
Corazón, que has sentido el calor de una linda mujer en las noches de octubre.
3 comentarios:
Cuántas cosas que pasan en la vida que no sabemos que vamos a recordar el resto de nuestros días!!!!!!!
Felicidades, pues, a Ana y ciertamente la luna de octubre es la más hermosa...
Crix, me dejas con el ojito Remi. La mitad de una vida... y lo que falta!
Ana, un abrazo enorme, enooooorme. Estoy seguro que este día te vas a cargar de la energía con todas las buenas vibras de toda la gente a tu alrededor (y más allá de las fronteras -qué radiofónico...) que te queremos.
Muchas, muchísimas felicidades :D
Héctor
Feliz cumpleaños Ana.
Abogada
Publicar un comentario