lunes, septiembre 22, 2008

¿Cuándo nos enamoramos?

Fuera de broma, es una pregunta que yo me he hecho desde una ocasión en que mi madre me contó, años después, que una mujer se había sentido celosa de mí porque le había confesado, a los cuatro años de edad, que me gustaba su marido. Mi madre, cabe destacar, nunca creyó en aquello de que el amor no tiene edad y siempre nos dijo que no se nos ocurriera bromear con que nos gustaba alguien o andábamos de novios con alguien, y menos delante de mi padre que consideraba de muy mal gusto andarle buscando noviecitos a los hijos cuando los wercos ni siquiera sabían de lo que se trataba. Y ahora que sé de lo que se trata, me sigue llamando la atención: "¿Cuándo nos enamoramos?". Yo, recuerdo, siempre estuve conciente de los niños y niñas que me gustaban de cierta forma, y siempre tuve en mi pensamiento algo muy parecido a lo que llaman "estar pensando en sexo todo el tiempo", bueno, tal vez exageré, pero siempre pensaba en términos de "me gusta" y "no me gusta" como el resto de las personas... eso espero.
Casualmente, en la revista BBmundo de este mes viene un artículo al respecto. Se llama Mamá, tengo novia. La verdad sobre el enamoramiento infantil. Y dice, entre otras cosas, que "las encuestas revelan que la mayoría de las personas se enamoran por primera vez alrededor de los 6 años de edad, pero este no es un tema para el que los padres estemos preparados e incluso a muchos les resulta incómodo". Y más adelante viene un testimonio: Berenice - de 3 años - comparte su sándwich con Max y le regala dibujos donde aparecen los dos. Ella no tiene inconveniente en decir que él es su novio, pero sus papás se desconciertan. ¿Por qué les cuesta tanto trabajo entender que sus niños nacen con una necesidad de agradar, de ser valorados fuera del hogar, de mostrar lo que sienten? Ellos juegan a ser grandes y los grandes se quieren". Profesora Guadalupe Sámano, Centro de Convivencia Infantil (DF).


Y todo esto viene a que ayer salimos con Myrna y sus hijos. Pasamos alrededor de las 4:30 a su casa para ir a pasear a algún centro comercial. Pues total, después de una breve espera, fuimos a Valle Oriente porque pensamos que habría menos gente que en Galerías Monterrey. Antes de pasar por Myrna y sus hijos, Ana les había puesto a Diego y Santiago fotos de ellos en la computadora, para que supieran con quienes íbamos. Claro que los reconocieron enseguida y se emocionaron. Cuando llegamos a la casa de Myrna, Diego armó una revolución para bajarse del carro con Mami, que solo se había bajado a avisar que ya habíamos llegado. La insurrección llegó hasta Santiago y terminamos bajando todos. Dentro de la casa de Myrna, mis querubines tardaron un minuto para entrar en confianza, pero cuando se sintieron dueños de la situación, Diego fue a plantarle un beso en la mejilla a Paola, pero quién sabe qué sintió que también corrió a darme uno a mí. Y así estuvo durante diez minutos: un beso a Paola y otro a mí.


Cuando todos estuvieron listos, salimos rumbo a Valle Oriente y la verdad es que fue buena opción porque los niños anduvieron caminando, comiendo mugrero y disfrutando de algunas secciones de juegos. También hicimos una escala en Mascota para que los niños vieran tortugas y pájaros. Estuvimos un muy buen rato curioseando, caminando, comprando chucherías hasta que nos dieron las 8:30 y decidimos que era hora de volver a nuestras respectivas casas. Diego y Santiago estaban muy contentos de haber jugado con Daniel, Fernanda y Paola, de verdad que se notó que la pasaron bien, porque en el camino de regreso Diego venía cantando y Santiago hasta hizo coreografías. Pero llegó la hora fatal de entregar de vuelta a Myrna e hijos, y ahí empezó el drama. Diego entró en colapso nervioso porque no quería que nos separáramos. Quería bajarse para seguir jugando con Paola, pero lo curioso es que durante el paseo no fue particularmente compañero de juegos de Paola. Mientras Mami entró a casa de Myrna para ponerle agua a los vasos de los tiagos, yo aproveché para ponerle la piyama a Diego, pero él estaba insufrible, llorando, pataleando, haciendo énfasis en que no quería regresar a la casa. Santiago, mientras tanto, se había pasado al frente, al asiento del conductor y estaba a punto de activar el 4x4 cuando Ana volvió y me ayudó a intentar tranquilizar a Diego. Le dijo que Paola tenía que quedarse en su casa y que nosotros debíamos volver a la nuestra. Myrna veía con incredulidad la escena porque estaba convencida de que el berrinche se debía a que no quería que le cambiara la ropa, pero cuando vio que Diego le decía cosas a Ana mientras ésta se desvivía en explicaciones, animó a Paola a que fuera a consolar a Diego. Curiosamente el hecho de que Myrna le dijera a Paola que le diera un beso y un abrazo a Diego funcionó para que este último nos empezara a escuchar. Ana le volvió a explicar que Paola tenía que quedarse en su casa porque ya se iba a dormir, y que él tenía que irse con nosotros porque también tenía que dormirse para ir mañana a la escuela. Entonces Diego lo entendió y se despidió.

Todos dijimos adiós y justo cuando dimos vuelta para tomar la avenida, Santiago dijo en gemelés (el idioma que solo Diego entiende) algo respecto a Beola (más o menos así le sale a Santiago pronunciar Paola). Diego contestó en imperfecto castellano: No enojao, Tati, Paola, domi... que fue como el indicio sobre todas nuestras suposiciones. No sabemos qué le dijo Santiago a Diego, pero sí entendimos que Diego le explicó que no estaba enojado, que Paola se iba a dormir.
Esta es la continuación de la historia de aquel post que escribió Ana hace tiempo que se llamaba Tomo para no enamorarme y hablaba de cómo Diego pidió que le llamaran por favor a Paola. Independientemente de si sea temprano o no para decir que Diego se ha enamorado o independientemente de si sea una dañina suposición de su heterosexualidad, a mí lo que me sorprende es la capacidad emotiva de mi hijo y la claridad con la cual lo manifiesta. Diego es muy vehemente para expresarse, creo que así lo pueden atestiguar quienes lo conocen, y siempre parece estar muy seguro de lo que quiere y aprende rápido las palabras para expresarlo, así que yo no me atrevería a dudar que siente algo muy grande hacia Paola, algo que no siente con su hermano, ni con su mejor amigo, ni con otras personas que ha conocido. Nunca he visto a Diego llorar desconsoladamente porque fuimos a buscar a una persona y no la encontramos, ni porque es hora de despedirnos... porque Diego le dice "bye" a la tele, a la abuela y a toda persona que se le ponga enfrente... pero no a Paola, o al menos no tan tranquilamente.

5 comentarios:

Áurea O. León dijo...

Jejejeje que lindo sus nenes xD y Diego >.< que le da besito a paola y luego a una de sus mamis xD jejeje.

El amooour el amouur xD, su bebe ya es un niño grande. :P

Un besote.

insidethecloset dijo...

que lindooo..!!
te leia y moria de envidia (de la buena), espero pronto (bueno.. no demasiado), yo tambien postear sobre cosas de mis hijos!.. pero bueno, para eso aun faltan unos cuantos años.
saludos!

Anónimo dijo...

Lo hermoso de la anécdota es justo eso; la intensidad y vehemencia de los sentimientos de Diego, un asomo de la maravillosa personita que es.

Edea dijo...

hola chicas he dejado un juego en mi blog (que creo ya conoceis) por si os animais.

besos

Gloria dijo...

Ay, Diego, ten cuidado con ese corazoncito.