Esta tarde vi llover...

Esta tarde vi llover, vi gente correr, y no estabas tu... pero estaban ellos.

Esta tarde es la primera que Diego parece darse cuenta de este fenómeno tan natural que es la lluvia y eso que ya había tenido su encuentro cercano con el agua del charco el día de su graduación. Santiago está igualmente maravillado. El primero grita "lluva" y el segundo "¡no! aga". Me han pedido que deje abierta la puerta para ver caer el agua. El impulso natural que yo sentí fue cerrar la puerta, evitar mojarnos a toda costa y ponerles videos en youtube de lluvia para que vean lo que es la lluvia. Obviamente mis hijos no son de los que se aguantan con sucedáneos. Así que terminé escuchando sola "llueve sobre mojado" mientras ellos salieron corriendo al saguán (porche o whatever) para ver más de cerca la lluvia.

Ahora están brincando, están aprendiendo, palpando, explorando. Están sintiendo en la piel lo que es el agua fresca en un caluroso día de la canícula veraniega de Monterrey. Están captando lo que es ser regios y disfrutar de estas tardes de oasis en nuestro verano semidesértico. Se están llenando de lodo y gozando cada instante.

No me siento capaz de impedírselos. Ya pensaremos en los gérmenes luego. De hecho creo que mi madre tampoco pensó en los gérmenes cuando se trató de mí, y heme aquí tan grandota. Sus caritas se llenan de agua y sus manitas de tierras. Agarran hojas y flores. Diego explora cada una de las bugambilias que hay tiradas en el piso y yo desde aquí me muerdo la lengua para no evitar que crezcan.

Me concentré tanto en mis pensamientos que dejé de prestarles atención por unos minutos. Ya no están. ¿A dónde se fueron? Se fueron al jardín donde hay un columpio en el que solía mecernos mi abuela Licha a mí y a mis primas en días un poco más secos que este. Los alcancé y allí sí no puedo dejar que jueguen. Está muy sucio (por decir lo menos) y si su Mamá los viera se muere de algo. Busqué en mi mente como formular frases lo suficientemente convincentes para entrarlos a la casa otra vez. Chicos si se bajan del columpio y vamos al cuarto pueden estar secos. ¡No! Bueno, si vamos al cuarto podemos jugar un rato. ¡No! ¡No! Ok, entonces vamos a ver Hi5. ¡Tíiii!¡Síiii!

Ya estamos de vuelta en la habitación, calientitos, pero no mucho, porque el aire fresco sigue corriendo, con los abanicos dando vueltas para que siga corriendo la brisa. El ambiente huele a mojado y afuera escuchamos la lluvia y adentro los acordes de Cinco amigos, cinco sentidos...

Es maravilloso redescubrir con ellos los pequeños fenómenos naturales que nos rodean. Redescubrir el mundo con sus ojos y volverlo a palpar. Encontar que todo es sorprendente y divertido si aprendo a mirar otra vez.

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