lunes, agosto 14, 2006

Clases de baile


Cuando Ana, en una especie de instinto maternal, dijo “se me hace que son dos niños”, me comentó con una gran sonrisa en la boca que por qué no los metíamos a clases de ballet. Yo dije que estaba bien, así que empezamos a comunicar esta idea como parte de nuestros planes. Un día habló por teléfono con una amiga de Monterrey y le contó sobre nuestras intenciones de meterlos al ballet. Ana para convencerla le dijo: “total, en Rusia los meten desde chiquitos”, a lo que la amiga contestó: “Sí, pero tus hijos no son rusos”. Desde entonces, hemos platicado mucho sobre el tema, ya sea en grupos de ayuda como GRUMALE o en nuestros monólogos personales como mi blog o en charlas con amigas. Las respuestas han sido aterradoras. En GRUMALE nos dijeron que por qué no hacíamos algo más sencillo y básico como el fútbol soccer. En mi blog me tacharon de castrante y hasta perversa por condenar a mis hijos a que los demás los critiquen y al mismo rechazo que la sociedad me había manifestado a mí. La amiga de Ana, aderezó con su certero comentario: “Pues la verdad, Ana, es que si los metes a ballet van a ser más propensos a la homosexualidad, no porque ellos quieran, sino que lo van a ver más normal y van a estar más vulnerables”. Estas respuestas nos metieron ciertas preocupaciones que terminamos compartiendo con nuestras amigas y ellas, como respuestas, nos compartieron sus experiencias que en seguida les voy a transmitir.

Caso de Ori (también conocida como Karla)
Ori es una niña de casi 8 años y baila en el grupo de danza folclórica de su escuela, en San Francisco Tepojaco (todavía parte del área metropolitana del DF). Karina, su mamá, nos contó que la maestra de danza tuvo muchas complicaciones para abrir el grupo. Al principio los padres de familia decían que para qué servía la danza, luego se quejaban de que la danza les robaba horas de escuela para ensayar. La solución de la maestra fue sencilla, dijo que entonces las prácticas serían a las 7:00 am, antes de iniciar las clases de la escuela. Los padres de familia volvieron a protestar pero para esas alturas del partido las alumnas estaban realmente entusiasmadas con la danza. Incluso la maestra les compró el vestuario a las niñas cuyos padres se negaron a comprarlo. Estas niñas formaron el primer grupo hace como cuatro años, es el grupo de avanzadas y hay puras mujeres. Los papás de Tepojaco no ven muy bien el hecho de que un varón haga este tipo de actividades, pero vieron inofensivo que las niñas continuaran bailando. Para la sorpresa de todos, el grupo se integró muy bien y empezó a ganar afectos, reconocimientos, concursos y demás, así que la profesora decidió formar un grupo para pequeños que es donde está Ori y al cual sí asisten hombres, aunque pocos, puesto que el prestigio del grupo ya es grande y puede tomarse como actividad seria.

Caso de Jacinto
Jacinto es un niño de 6 años que vivió hasta hace un mes en Ciudad Victoria, Tamaulipas. Su mamá, Karla, era maestra de danza en la Casa de la Cultura y demás instancias de la ciudad. Karla quería que desde pequeño, Jacinto estuviera involucrado en actividades culturales y artísticas y como ella era instructora de baby ballet decidió llevarlo a clases con ella cuando cumplió tres años. Jacinto estaba entusiasmado con aprender a bailar, pero las niñas, también de tres años, le decían que el ballet no era para hombres, que qué hacía ahí. También los padres cuestionaban constantemente la presencia de un varón en la clase. Karla hubiera dejado a Jacinto practicar ballet para siempre, pero él se hartó de tantos comentarios por parte de sus compañeritas y pidió cambiar de actividad, después de todo era un niño pequeño y a los tres años, uno no tolera tan favorablemente las críticas de sus pares. Actualmente hace gimnasia olímpica donde hay más niños y recibe menos críticas de género.

Caso de Lalo*
Lalo tiene alrededor de 7 años y quiere hacer todo lo que Ori hace. Ella es una gran influencia para él y la admira mucho. Por eso, cuando Ori estaba en hawaiano, él quería bailar también y le pidió a su mamá que lo metiera a clases. El único obstáculo fue que las maestras no lo aceptaron por ser hombre. Luego, fue a ver El lago de los cisnes y se enamoró del ballet, sobre todo del personaje de Maléfica cuando se enteró que lo hacía un hombre. Y sucedió lo mismo, le pidió a su mamá que lo inscribiera. Lo curioso es que, aunque había fotos de niños en las publicidades de las academias de baile, siempre le decían a la mamá que no podían admitirlo porque no daban clases para niños. Lalo ha tenido una vida de bailarín frustrado.

Caso de Mabel
Mabel es una amiga nuestra que participó con nosotras en el Comité de Cultura en el VI Encuentro Lésbico Feminista Latinoamericano y del Caribe. Ahora está por entrar a la maestría en Estudios de la Mujer en la UAM y tiene propuestas de estudio muy interesantes sobre la construcción de género en el baile. Ella es coreógrafa y baila desde los 18 años. Estudió en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea en México y en El Salvador de donde proviene. Da clases de danza a jóvenes bailarines y bailarinas y pone coreografías que rompe con la construcción de género. Por ejemplo, hay un baile típico de Nayarit que es bailado por hombres y deben mostrar ciertas habilidades con machetes. A Mabel se le ocurrió hacer que esa danza la bailaran únicamente las mujeres y recibió un montón de felicitaciones pero también comentarios de las propias bailarinas como: “las mujeres se ven mal macheteando”, “ese baile no es para mujeres”, “se ven mejor los hombres”.

Con todos estos comentarios nos hemos sentido de muchas maneras, pero pese a todo hemos decidido que vamos a seguir adelante con nuestra idea de inscribir a Diego y Santiago al ballet. Nuestra idea es que puedan contemplar una expresión artística como este baile como una opción y que crezcan con el concepto de género desestructurado. El género es pura construcción social, no tiene nada que ver con su sexo ni con su sexualidad o capacidad reproductiva y creo que necesitamos volver a definir lo que es un hombre y una mujer y qué es lo que puede hacer y no hacer cada cual.

*Este es un nombre ficticio para proteger su identidad.

3 comentarios:

ZUAG dijo...

Me parece adecuado que si los niños quieren aprender a bailar se ls brinde la opción. Pero creo que lo primero que hay que ofrecer son las actividades "propias" para hombres. (OJO QUE ES ENTRE COMILLAS)

Yo soy un apasionado del teatro, pero siempre jugué Baseball y amo ese deporte. También desde niño bailé en la escuela las canciones norteñas y típicas, pero recuerdo que lo que me llamaba más la atención de esos bailes era el traje norteño que yo usaría.

Gracias a Dios tengo unos padres que me han apoyado en todo, creo que ustedes serán unas madres igual; pero si me parece que lo primero que hay que ofrecerle a los niños son las actividades más comunes de los hombres y, posteriormente, los niños podrán escoger lo que a ellos más les guste.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con Zuag porque imponerles algo que quizas no les va a gustar. Ya desde antes de que nazcan ustedes les estan planeando la vida? Hasta sus hobbies? Porque no se esperan un poquito, les muestran todas las posibilidades existentes (las que son tipicamente femeninas y masculinas tambien porque no?) y que ellos escogan con conocimiento de causa.
Digo al menos dejénles la opcion de escoger.

Unknown dijo...

Pues yo creo que cada quien es libre de hacer lo que desee.. hace unpar de años aprox. a mi hijo lo llevé a ver el cascanueces.. le encantó.. y se la pasaba bailando como ellos... cual es mi sorpersa que no hay escuelas de ballet en monterrey para niños!!

Ahora ya esta influenciado un poco por la sociedad de hoy.. y acabamos de ver de nuevo el cascanueces y me dice , es solo para nñas... Así como a mi no me dejaron estudiar mecánicxa en la secundaria ( me mandaron a corte y confección) no quiero que i hijo no haga lo que prefiera sólo por el sexixmo que se le puede poner a algunos oficios..

Saludos de una mamá soltera hetero pero nada cerrada!