lunes, junio 26, 2006

Alternativas educativas


--- ¿Y cómo le van a hacer con la escuela? --- preguntó alguien alguna vez.
--- Los libros recomiendan la sinceridad ante todo --- respondió Ana --- dicen que hay que hablar con los maestros para explicarles y plantearles el asunto.
--- Ay, no sé, Ana. ¿Por qué mejor no les dicen a los niños que no digan nada?
--- Porque sería una contradicción.
--- Sí, pero las maestras se agarran de cualquier cosa para no hacer su trabajo. Yo fui a hablar con la maestra de mi hija para pedirle que le tuviera paciencia porque su papá y yo nos habíamos divorciado y luego, cada que la niña hacía algo, digamos, se peleaba con otra niña o no quería salir a la clase de Educación Física, la maestra no perdía oportunidad para decirme a mí o a los compañeritos que ni modo, que todo era porque “no tenía papá”.

Lo anterior fue un diálogo que tuvimos hace unos meses con una amiga. Ella está muy feliz porque vamos a tener niños y porque los suyos van a tener primitos, pero le preocupa que los nuestros vayan a pasar un mal rato en la escuela si andamos diciendo por ahí que tienen dos mamás. Entendimos perfectamente el punto; dudo mucho que los maestros mexicanos contesten a cualquier duda con un: “Niños, ¿a poco no es bonito que Diego y Santiago tengan dos mamás?”
Le comentamos esto mismo a Karina, una lesbiana activista que a nadie esconde su orientación política y sexual. Nos contestó con una historia similar. Karina tiene una hija de siete años y además sale con Chuy, una mujer con dos hijas adolescentes. Ninguna de las dos esconde su lesbianismo en la escuela de sus hijas, al contrario, se ofrecen para realizar actividades que ayuden a la tolerancia, equidad, etc. Chuy, inspirada por un performance que realizó Ana en mayo de 2004 en la plaza de Coyoacán, se rapó una melena abundante. La niña de Karina quiso hacer lo mismo y por supuesto, la dejaron. Total, todo fuera como el pelo. La niña traía el pelo súper cortito, pero francamente a mí nunca me pasó por la mente que pareciera niño. Desde luego, a todos sus compañeritos de la escuela, el pelo corto de la hija de Karina les pareció la cúspide de lo masculino, así que empezaron a molestarla con los típicos comentarios de que si quería ser niño y nada más quería juntarse con hombres. Inmediatamente, Karina fue a hablar con la maestra para exponerle el asunto y por toda solución, la maestra propuso que en lo que crecía el pelo, la mandara siempre de rosita, con moñitos y un poco de maquillaje. La respuesta de la maestra parece obvia: si no quieres que te confundan con un niño, vístete y actúa como niña y viceversa. Pero si le rascamos tantito al problema de trasfondo encontramos una inminente caída al precipicio. ¿Entonces para que está la escuela? Si ésta no puede garantizarnos una formación en el respeto, tolerancia, buena fe, etc, ¿quién lo hará en su lugar? Al ignorar este aspecto fundamental en la educación corremos el riesgo de formar autómatas que sólo repiten como pericos lo que oyen. De esta forma, igualmente, dejamos a todos aquellos que son diferentes en uno o más aspectos en una terrible desventaja y los condenamos, nosotros “los normales” a ellos, “los raros” a encajar en una de las muchas etiquetas mentales ad hoc a la ocasión. La solución de Karina es inspiradora: fue con un montón de libros y le explicó a la maestra que el pelo es una de las tantas cosas que construyen el género, pero no es el género en sí.
Yo, confieso, tengo un miedo aterrador al respecto. Me preocupa mucho el constante cambio de colegio hasta hallar uno apropiado y me preocupan los rounds con las directoras y maestras.He externado tanto esta preocupación que de pronto, la cuñada de David, el esposo de la mejor amiga de Ana nos sugirió la educación en casa. La primera pregunta que le hice fue: “¿cómo? ¿en México se puede eso?” Y la cosa va así: Se compra el sistema de estudios en Estados Unidos o se bajan los programas de la SEP y se realiza un plan de estudios en casa. Luego, al terminar los contenidos educativos de tercero de secundaria se va a presentar el examen de la abierta y se obtiene simultáneamente el certificado de primaria y secundaria. O bien, en el momento en que decida entrar a la preparatoria. Ella tiene dos niños de aproximados ocho y seis años y una niña de tres;así que todavía no presentan dicho examen, pero conoce a varios que ya lo han hecho y no han tenido ningún problema. Sucede que la congregación religiosa a la que ella pertenece promueve la educación en casa para que los papás puedan tener mayor control de lo que aprenden, tanto en lo académico como en lo religioso. Nos platicó del reverendo y sus hijos que son como once. Cada uno aparte de estudiar o haber estudiado en casa, aprendieron un instrumento musical y casi podrían formar una banda. No nos dio más información, excepto que este método le fascina y le asegura cubrir con todos los contenidos. La siguiente pregunta fue: “¿y la socialización?”. Contestó que sus hijos no tienen ningún problema, jugaban con cualquier niño y tenían amiguitos en las clases de karate y, desde luego, con los niños de la Iglesia. Tuvimos la oportunidad de verlos y sí, la verdad, son perfectamente normales, tienen modales aceptables y no tuvieron problema alguno para lanzarse corriendo a jugar con los demás niños en cuanto llegaron al Parque Niños Héroes. Y bueno, la enorme ventaja de que nadie los molesta en la escuela.

A veces me da por desesperarme y le digo a Ana que pongamos una escuela diversa, de esas que siguen las recomendaciones de Amnistía Internacional, que fortalece el trabajo en equipo y la resolución de conflictos para la no violencia. Pero me dice que lo mejor es aprovechar las cosas que ya existen y transformarlas. Hacer, como Karina, un esfuerzo por ofrecer nuestros servicios sociales a la escuela de los niños; proponer una ludoteca en el Centro de la Diversidad Sexual; ir a dar alguna plática sobre nuestra experiencia como madres lesbianas o como simplemente lesbianas. Supongo que es una buena sugerencia y supongo que, como todo, nada es a fuerzas. O sea, que no podemos casarnos con una escuela sólo porque tenga fama de educar bien a los niños pero profese una ideología distinta a la nuestra, ni tampoco podemos cerrarnos a la oportunidad de que nuestros hijos vayan a la escuela si encontramos una nutricia; ni tampoco podemos obligarlos a tragarse tantas cosas por estar sumidos en la psicosis de que tiene que pasar de año o que tengan que adaptarse a un sistema educativo que no les va.
Sí, me preocupa que puedan decirles algo feo por el sólo hecho de tener dos madres, pero me preocupa más que no les enseñen el valor de la vida, la capacidad de pensar y escuchar, de buscar información en libros y de discriminar esa información. ¡Vaya! Hablo yo, que alguna vez fui maestra de prepa y ahora que doy en universidad me topo siempre con los mismos vicios en la educación. En primer lugar la tremenda fijación que tienen los alumnos por el diez o el siete, en lugar de realmente captar o internalizar una lectura, un procedimiento de matemáticas, una postura filosófica.
Ana está en contra de la competitividad que se fomenta en las escuelas. El provocarse una gastritis o crisis nerviosa por no ser el mejor del salón y sobre todo por la postura que esto implica, o sea, quemarse las pestañas por entrar entre los primeros diez que conforman el cuadro de honor y sentirse humillado por ser el número once, es decir, no el siguiente mejor después del décimo sino el primero en perder.
¿Por qué nos preocupamos por la escuela desde ahora? Pues porque es una actividad a la que dedicarán ocho horas diarias y los primeros veinte años de su existencia estarán rodeados del entorno académico. Además porque no queremos que lo que aprendan en casa se contraponga con lo de la escuela o peor aún que la educación que nosotras les demos quede anulada o invalidada por lo que una maestra de pocas luces quiera decirles.

3 comentarios:

ZUAG dijo...

Hola! Muy interesante. Aunque he de decir que a mi, como tío de los niños, me encantaría que fueran a la escuela.

Es cierto que es difícil para niños comprender por qué hay familias que tienen dos mamás (creo que es mucho más difíciles que tengan dos papás, o un solo papá, lo cual me parece muy injusto y luego tocaré el tema). Chicas, los niños tienen que enfrentarse a esa situación. ES SU SITUACIÓN. No se tapa el sol con un dedo. No por taparme los ojos y no salir de mi casa van a dejar de tener dos mamis. Las tendrán en donde sea, y qué mejor que lo sepan todos en su escuela.

No digo que será fácil. PARA NADA, pero es mejor que desde niños se vayan enfrentando a la situación. Espero que un día mis hijos y los suyos puedan ayudar a que la sociedad sea más abierta al respecto.

Anónimo dijo...

La idea de la Escuela Diversa es excelente!!! pero sobre todo muy lucrativa ;) ...porque ya saben, la escuela es el único negocio en el que el 'cliente' no tiene la razón. ;)

Cuídense mucho

Héctor

Akaotome dijo...

Cierto, la mayoría de las escuelas funcionan así... excepto el TEC DE MONTERREY CIUDAD DE MÉXICO!!!! Ahí el alumno - el cliente - SIEMPRE tiene la razón.
Cualquier duda, lee el post sobre la historia de juanpablito en akaotome.blogspot.com (se llama Algo flota en el agua)