
Todas y todos pedimos respeto, sin embargo, la vida diaria está llena de muchas faltas de respeto que terminan en agresión, ( a veces inconciente), al otro. Mucho se dice sobre el respeto, pero en realidad es tan abstracto que es muy difícil definirlo en lo cotidiano. Cuando yo era niña, mi padre me planteaba eso del respeto como rendirle pleitesía y absoluta obediencia. Cuando respeto significaba levantarme los domingos a las siete de la mañana a preparar un desayuno gourmet, yo prefería ser considerada una hija rebelde e irrespetuosa.
Concretamente, no es muy fácil saber cuando respetamos al otro y no nos queda más que aplicar la dichosa regla de oro “trata a los demás como quisieras ser tratado”, porque hay una forma en que nos queda muy claro que no hay respeto y es cuando nos lo faltan.
Así, el chistecito introductorio puede parecerle hilarante a cualquiera que no sea mujer y se sienta agredida y nada respetada por lo que implica. ¿Entonces por qué lo puse? Pues porque algo similar me pasó a mí hace apenas semana y media.
El sábado 17 de junio de 2006, fuimos Crix y yo a la XXVIII Marcha LGBT del DF, nos unimos al contingente de GRUMALE (Grupo de Madres Lesbianas) y Musas de Metal. Caminamos con ellas desde el Ángel hasta el Caballito que fue donde me cansé y esta panza no quiso contribuir a que siguiera yo caminando. Ahí me dieron tremendas ganas de ir al baño y recordamos que a la vuelta queda el ex – Palacio Chino por lo que caminamos hasta allá. En el camino, nos topamos con un muy docto señor en materia de género que mientras se tragaba unos tacos estaba gritando “¡Pinches putos! ¡Que se mueran los putos!” Tratamos de ignorarlo y seguir adelante en busca del baño perdido. Además, como suele suceder en esos casos, el hombre no estaba solo

Después de comer y esperando que las cinco de la tarde, las cosas estuvieran más calmadas, caminamos al metro. El metro estaba medio cerrado, pero por dentro estaba llenísimo. Karina opinó que Chuy tenía razón y que me iban a sacar el “hueso del aguacate”, o sea, que entre tanta gente me iban a sacar a los hijos. Así que nos salimos y caminamos más. Juro que bien me hubiera valido terminar la Marcha. En fin, que tras varios intentos de tomar un taxi, optamos por tomar un camión que nos sacara del centro y nos trepamos al primero que vimos. Obviamente estaba lleno. El asiento reservado para tercera edad, capacidades diferentes y embarazadas estaba ocupado por una niña. Karina le pidió pararse para que yo me sentara. La niña, más bien adolescente como de trece años, volteó a ver a su padre y le preguntó con la mirada qué hacer. El señor le dijo a Karina que él había hecho fila una hora y la niña no se iba a parar. De ahí Karina le dijo al chofer y éste le contestó que él no se podía meter. Así que ella siguió abogando por mí. Luego Crix le dijo a la madre: “Bueno, ¿que usted nunca estuvo embarazada?” y ella contestó que no era su problema. Crix agregó “pues algún día, esta niña va a estar embarazada y le va a pasar lo mismo”. Karina, Crix y Mafer (otra de las chavas que venía con nosotras) se hicieron de palabras con los señores y la niña y otras tres señoras que se pusieron a alegar hasta que alguien de atrás preguntó cuál era el problema y cuando se enteró me cedió su asiento. Me senté junto a un señor sin piernas que estaba en el suelo y él me contó que cuando usaba muletas nadie le cedía asientos y ahora que usa silla ni lo volte

Así pues, la solución para que todas nos sintamos seguras y respetadas es ésa, no hay que salir de nuestras casas, o mejor aún, de la cocina y mi mamá que tanto se cansó en repetirme lo de Juárez, que “el respeto al derecho ajeno es la paz”. Mentira, la paz es quedarse en la cocina.
2 comentarios:
Jajajaja parezco una verdulera revoltosa! Qué van a pensar mis amigos de ultraderecha! que ya me volví zapatista?
DISCLAIMER: No agarré al tipo a paraguazos, sino que el se atravesó en la trayectoria de un muy bien agarrado y firme paraguas. Que por cierto, yo portaba, pero esos son detalles. Además, me vi decente, si hubiera agarrado a paraguazos al de los tacos, peligro y se atraganta y me pasa un PALACIO CHINO GATE! Otra cosa en mi favor: YO NO LLEVABA UN MACHETE EN EL MORRAL!!!!!! EEEEH!!!! Aunque la que lo llevaba lo pudo usar en contra del tipo del camión. Una escena tipo Cine Mexicano: Acariciando el mango del manchete: "Y entonces, mi estimado señor... cómo ve si le cede el asiento a la mujer embarazada; tengo muy mal carácter". Pero tampoco queríamos publicidad negativa LESBIANAS TOMAN LUGARES EN RTP A PUNTA DE MACHETAZOS. No sé qué me ofendería más, pero seguro la redacción me tendría vociferando durante quince días.
Hola, yo soy Carolina, soy hetero pero respeto la libertad que todo mundo tiene de amar y ser amado. Puede decirse que conozco un poco a Ana de Alejandro dado que he leído sus opiniones en el blog de "Mamás lesbianas y bebé".
Definitivamente en México carecemos de una cultura de respeto. Cuando yo estuve embarazada me tocó viajar en metrobús. Una ágil, delgada e irrespetuosa jovencita se apresuró a ganarme un asiento que había quedado desocupado, les puedo jurar que yo corrí (al menos eso sentía) pero mi panza iba a una velocidad distinta. Yo estaba con una amiga que me había acompañado durante el día en trámites diversos, así que afortunadamente ella pudo correr a ganar un asiento para mí. Un incidente similar me ocurrió en el aeropuerto donde después de un viaje de 10 horas iba a tomar el último carrito para poner mis maletas y una persona intentó ganarme, esa afortunadamente no pudo.
Bajo el pretexto que nos proporcionan frases tan ingeniosas como poco inteligentes como "chinga que el de atrás viene chingando", "el que no tranza no avanza" o la famosa Ley de Herodes hemos dejado de vivir en una sociedad para habitar en una jungla.
PD. Estoy empezando a leerles, espero terminar algún día, así que no escriban tanto je je.
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