domingo, octubre 25, 2015

Hija de madre lesbiana

****Este texto ha sido escrito por una persona muy querida mía. Ella y su madre han sido maestras para mi. El link al texto original se encuentra aquí. Me tomo la libertad de reproducirlo porque  admiro con toda mi alma a madre e hija. :D <3


Por Karla Oriana González Vergara


Karla Oriana González Vergara reflexiona sobre las críticas hacia las lesbianas y los homosexuales por su deseo de adoptar o tener hijos e hijas. A través de su experiencia cuenta lo que ha aprendido a lado de mujeres lesbianas y envía un mensaje a las personas que discriminan y critican cómo debe ser el amor de padres y madres gays y lesbianas. 

¡Hola! Me llamo Karla. Soy estudiante de bachilleres y tengo 16 años. Me gusta leer, cocinar, jugar con mis amigas, escuchar música, ver anime. Disfruto del cine, la pintura, el baile, dibujar, hacer teatro, aprender a tocar la guitarra, salir mucho con mis amigos y amigas... Hago todo eso y, además, soy hija de una madre que es lesbiana.
En los tiempos recientes, he visto en los medios de comunicación debatir sobre si las parejas de homosexuales y lesbianas deberían adoptar o no, si deberían tener hijos o no y los más conservadores dicen que los niños y niñas van a sufrir discriminación por ser de una familia que ellos consideran diferente. También hablan sobre temores a que esos niños vivan violencias. Yo me pregunto por qué hablan de algo que desconocen, por qué hablan de cómo serían esas familias si les permitieran tener hijos, como si fuera algo del futuro o algo que pudiera suceder. ¡Es algo que ya sucede! No esperamos su permiso. Los hijos e hijas de gays y de lesbianas existimos desde hace varias generaciones. Se trata sólo de que se atrevan a vernos. Una buena idea para saber cómo es nuestra vida, sería preguntarnos, pero como no lo hacen, aprovecho este espacio para contar cómo es la vida mía, la vida de una hija de lesbiana.
Voy a comenzar por contar cómo es la mujer con la que he crecido: Mi mamá se llama Karina. Es una mujer muy trabajadora, que ha dado la cara en medios para defender los derechos de las mujeres lesbianas y de las mujeres en general. Es maestra y actualmente está estudiando un doctorado. También es como todas las mamás, me regaña si llego tarde o no limpio mi cuarto y me obliga a tomarme un licuado de avena muy espeso y horrible en las mañanas, pero también hace cosas buenas como llevarme a museos o invitarme un café en un restaurante que me gusta.
Muchas personas preguntan cómo hacen las lesbianas para tener hijos, pues yo sé que pueden adoptar, pueden tener inseminación asistida o tener relaciones sexuales con hombres para embarazarse. Yo nací de una relación que mi madre tuvo antes de elegir vivir una vida lésbica. Mi papá y mamá se conocieron en la universidad y se enamoraron, pero después de que yo nací vieron que su relación no funcionaba. Mi padre se fue y vive en Estados Unidos y mi madre se quedó viviendo en México, a pesar de que viven separados y sus vidas son muy distintas, ellos se aprecian y sé que los dos me aman mucho y me siento alegre por ello.
Exactamente no recuerdo cuándo me dijo que le gustaban las mujeres pero desde que yo tengo memoria yo sabía que ella era lesbiana, es decir, que tenía una vida amorosa con otras mujeres y a mí me parecía bien. Yo pensaba que la gente debería y podía amar y relacionarse con quien quisiera sin importar prejuicios. De hecho, ya fue después de los diez años que me enteré que había personas que critican o maltratan a otras por no amar según los criterios de un grupo conservador y religioso de la sociedad.
Yo no supe de los prejuicios sociales porque crecí en un entorno de gente que lucha por los Derechos Humanos, también algunas anarquistas o por las libertades de todas las personas. Por ejemplo, mi mamá tiene muchas amigas, la mayoría de las cuales han decidido no tener hijas ni hijos, pero ellas me han tratado como si fuera hija propia. Una de ellas me enseñó a leer, Norma me enseñó a andar en la bicicleta, una que se llama Ana me enseñó a bailar, Yan me llevó a museos, otra a cantar, Belén y Amparo a cocinar y a hacer serigrafía y rayar paredes, Margarita a defenderme, otra a cuidar a los animales y Coty y Susi me enseñaron también lo que es ser vegetariana y vegana. Miriam me llevaba desde chiquita a sus talleres de sexualidad. También le han dicho a mi mamá cuando es sobreprotectora y negocian entre ella y yo. Así, todas las mujeres con las que trabaja y hace cosas de defensa a las mujeres mi mamá, me han enseñado algo y han sido parte de mi vida y ellas son como otras mamás, yo le digo a eso maternidad colectiva.
Desde que iba en el kínder siempre salíamos de viaje a diferentes lugares como Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Zacatecas, Guatemala, Veracruz, Querétaro y Aguascalientes. Mi mamá va a hablar con otras mujeres de organizarse entre todas y vivir mejor ayudándose y otras mujeres dicen cosas parecidas y entre todas se dan ideas. Hemos estado en hoteles muy lujosos y comido cosas muy elegantes y hemos dormido sobre pisos mojados y en tiendas de campaña y comido arroz con frijoles. En esas ocasiones lo que más he extrañado ha sido un baño de verdad. Pero, como sea y a donde sea cuando salimos siempre, ella y yo nos divertimos, recorremos todo el pueblo que visitemos, vamos a los mercados y a los lugares artesanales y vemos los paisajes.
En mi casa, cuando hay mujeres en caso de necesitar ayuda siempre las apoyamos. Las que nos conocen saben que siempre habrá una cama y comida. Cuando yo era más chica tenía una litera en mi cuarto que era para que durmieran hijos o hijas de mujeres que necesitaban refugio. La gente es amable porque cuando pasan los años y ya están mejor y no necesitan refugio nos visitan y nos llevan comida o dulces de regalo. También luego nos llevan a otras mujeres que necesitan ayuda.
Mi vida tiene que ver todo el tiempo con la lucha por los derechos de las mujeres de mis mamás colectivas, pero no es tan distinta de otros niños y niñas que tienen madres lesbianas. Ya sea en sus trabajos o en sus escuelas o en organizaciones políticas, haciendo distintas cosas, donde esté toda esa gente trata de hacer cosas para que la sociedad sea mejor, menos discriminatoria para todas las personas.
En cuanto a la lesbofobia, que es el odio o miedo a las lesbianas, yo, como hija de lesbiana la he vivido dos veces:
Cuando era pequeña, a los cinco años llegué con mis mamás a vivir a un lugar en el Estado de México. Los vecinos murmuraban acerca de mi mamá y su pareja y porque las visitaban sus amigas de cabello corto y que se les hacían muy masculinas, también las visitaban personas trans y a los vecinos se les hacía que no eran unas personas muy confiables. Yo tenía unos columpios en el jardín y los mismos vecinos no dejaban que los otros niños jugaran en los columpios ni se acercaran a mí. Afortunadamente, hubo una vecina que no era prejuiciosa y se hizo amiga de mi mamá y su hija, Diana, que es dos años mayor que yo, se hizo mi amiga y jugábamos juntas y al paso del tiempo ya los demás niños y niñas comenzaron a convivir conmigo y ya todos nos llevamos bien y los vecinos se atrevieron a conocer a mis mamás y ya no les tuvieron miedo. Yo no me enteré de eso cuando era pequeña, hasta ahora porque la mamá de Diana y la mía lo cuentan en las fiestas... porque al paso de los años Diana sigue siendo mi mejor amiga y nuestras mamás se siguen apoyando entre ellas.
La segunda vez que viví lesbofobia fue cuando me mudé al D.F., cuando entré a una primaria a mediados de cuarto grado. Todo iba bien, me llevaba muy bien con mis compañeros y maestros, esa mitad de año fue excelente. Después, entré a quinto grado de primaria y la maestra nos pidió de tarea hacer un árbol genealógico. Cumplí con la tarea, pero después de la hora del refrigerio me llamaron con el psicólogo de la escuela y me hizo unas preguntas sobre mi tarea, me dijo que le explicara mi árbol genealógico. Le expliqué que tenía mis abuelas, mis abuelos, mis tíos y tías y después que tenía a mi mamá Karina y a mi mamá Adriana y él tenía cara de no entenderlo. Después de eso me empezó a llamar durante mis clases y me preguntaba cosas de mi familia. A mi mamá le dijo que yo estaba mal y exigió unos estudios muy costosos y dijo que la SEP estaba vigilando mi caso, que podían quitarle mi custodia por no atenderme. Al principio mi mamá no entendía qué estaba pasando o por qué ese señor nos amenazaba, hasta que nos acordamos del árbol genealógico y mi mamá le preguntó si todo eso era por esa razón y ya el psicólogo le dijo muchas cosas lesbofóbicas de que no estaba bien el modo de vida y que no debería tener una hija si era lesbiana. Mi mamá me llevó a una pedagoga para que me hiciera un diagnóstico, luego fue y discutió con la escuela para que me dejara de molestar el psicólogo y ya que estuve lejos de él, lo denunció por discriminación. Para sexto año mi mamá habló con la directora de una nueva escuela y le dijo que era lesbiana y que no estaba dispuesta a que yo volviera a vivir ningún maltrato y la directora le dijo que no se preocupara. Fue bueno mi sexto año. Cuando me preguntaban mis amigos de la escuela, yo les decía que tenía dos mamás que me querían mucho y de ellos no viví ningún rechazo ni prejuicio.
Un día el psicólogo de la escuela anterior, nos vio por la calle y cuando pasó por nuestro lado dijo en voz muy fuerte: "¡Sucias!". Fue algo muy desagradable. Mi madre dice que no le tengamos rencor porque ese hombre tiene muchas cosas en su cabeza por resolver y que el odio y las fobias sólo lo envenenan a sí mismo. Así que lo dejamos en el pasado.
Nosotras, hemos vivido cosas muy felices y cosas muy tristes. Hemos vivido muchas cosas muy felices, como conocer lugares nuevos, perdernos en un pueblo que no conocemos y encontramos muchas cosas novedosas, comer cosas que ni sabíamos que existían. Hemos acampado en bosques y hemos hecho fogatas y hemos decorado nuestra casa como nos gusta. Pero, algo muy triste fue cuando se murió Adriana, en agosto de 2012. Fue muy duro para las dos. Mi mamá la amaba mucho, ella estuvo muy triste y lloró mucho tiempo su muerte. Adriana, aunque se haya muerto es una persona que sigue muy presente en nuestras vidas. La queremos mucho y nunca la olvidaremos.
Poco a poco, mi mamá ha vuelto a ser la misma. Aunque aún se pone triste cuando nombra a Adry. Pero, trata de que lo superemos y seamos más fuertes, trata de que otra vez la vida sea como era antes, de recuperar la alegría.
Hemos vuelto a ir de viaje, fue en las vacaciones pasadas que fuimos a Chiapas, a Palenque y un día nos fuimos de excursión a las cascadas de Agua Azul. Ahí empezó a llover cuando estábamos en la selva y nos mojamos mucho y de tanto que llovió perdimos nuestros zapatos en el lodo. Ella y yo tuvimos que subirnos a la combi sin zapatos y cuando llegamos a la terminal en Palenque caminamos descalzas y empapadas por la calle hasta el hotel. Fue un momento muy divertido para mí porque la gente se nos quedaba mirando raro pero fue algo muy bonito que viví con ella.
Ahora, mi mamá está saliendo con una mujer que se llama Gaby que es guapa y tiene una hija de 16 años como yo. Nos estamos conociendo las cuatro, estamos aprendiendo a divertirnos juntas y a ver qué pasa.
Yo soy una hija de madre lesbiana, me siento bien. Soy muy feliz. He pasado momentos muy divertidos y bonitos pero también tristes y desagradables, pero eso no tiene que ver con que mi madre sea lesbiana, son obstáculos de la vida.
Quiero agregar, porque la gente siempre me pregunta, cuáles son mis preferencias sexuales. Yo ahora sólo puedo decir que tengo 16 años, todavía no lo sé. Si preguntan a mi madre si quiere que yo sea lesbiana o heterosexual, ella dice que eso no le importa, que le interesa más que me sienta satisfecha con quien soy.
A esas personas que sienten prejuicios o que se ponen a opinar sobre cómo deben vivir su vida otras personas, a aquellos que intentan cuestionar cómo debe ser el amor de padres y madres gays y lesbianas hacia sus hijos o hijas, que no hablen de lo que no viven, que aprendan, que respeten. No soy mejor o peor que otras mujeres de mi edad, pero estoy orgullosa de mi madre y de lo que soy. 

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