sábado, agosto 25, 2012

Día 29

Toda la semana estuve batallando con D y S para que se levantaran. Hoy sábado, claro, me despertó un relajo espantoso. Veo el cielo y estaba oscuro. No averigüé la hora, solo me levanté, les dije que era de noche, les apagué la luz y les dije que se volvieran a dormir. Regresé a mi cuarto y apenas me estaba acurrucando otra vez cuando sonó la alarma, que le tengo programada para que suene a diario a las 6:35 am. Es la mejor hora para que me alcance a sacar el carro, despertarlos casi creo que con grúa, acarrearlos, empujarlos, invitarlos, cohercionarlos y poder salir temprano para llegar a tiempo. Apagué la alarma y empezó a joder el celular: batería baja. Quise volver a dormir y una voz dese arriba decía: Primoooos, primoooooos. Diego y Santiago como juegan gritando como si se hubieran tragado un micrófono no lo escuchaban. Medio me había acostumbrado y estaba conciliando el sueño de nuevo y ¡¡¡¡¡empezó a cantar el gallo!!!!!!!! Parecía un compló para que yo no volviera a pegar el ojo. 
Luego, las fatalidades: hoy no agua, ni tampoco hay gas. Así que buenos estamos para todo el fin de semana. Qué curioso que sean las mismas cosas las que nos persigan allá y acá.
Al final sí me bañé y tenía toda la intención de salir pero primero apareció mi esposa en el chat, luego se me ocurrió ver el final de una telenovela que estaba viendo en línea desde hacía meses y en eso Diego y Santiago se escabulleron a mi cama y Diego se durmió. Intenté despertarlo dos veces pero no reaccionó. Claro, cualquiera quisiera tomar una siesta después de la desmadrugada que se puso, pero en fin.
Al final logramos despertarlo.
Hoy recibí un inbox de una reciente amiga que me dice sus opiniones sobre el berrinche de Diego y el USAER. Ella dice en que no le dé toda la razón a las maestras y que me ponga más de parte de Diego. Me quedé pensando en eso, lógicamente yo siempre estoy del lado de mi hijo y es por eso que me preocupa que no logre socializar de una manera armónica. A mí me agrada tener comunicación con la escuela porque es la mejor forma de ayudar al niño. Un porcentaje se trabaja en la escuela, otro porcentaje lo trabajamos en casa. Yo solo espero que podamos darle la mayor cantidad de herramientas para que vea que las cosas se van poniendo mejor y que sufrirá menos si puede domar su temperamento. Del USAER sí que no creo que nos libremos, porque a Diego habrá que ponerle a hacer algunas cosas de acuerdo a sus habilidades. No lo digo yo, lo dicen los maestros que lo han tenido como alumno desde que tenía un año. A mí Diego me puede parecer maravilloso, encantador y súper inteligente, pero no soy quien para decir que es sobresaliente porque para empezar tengo otro hijo maravilloso, encantador y súper inteligente que es Santiago, pero tampoco puedo hacer caso omiso a sus profesores que dicen que es un chico muy listo, que ya sabe leer, sabe sumar y que aunque eso no signifique necesariamente que es sobresaliente, sí significa que lo tienen que evaluar y canalizar en USAER simple y sencillamente porque mientras que al resto hay que enseñarlo a leer a Diego hay que darle un libro. Yo siempre trato de aminorarle la carga a Diego diciendo que no se fijen en su estructura familiar porque Santiago es un niño dócil que se adapta y que sigue las reglas de una manera más convencional, esa es la gran ventaja de tener a dos de la misma edad, que muchas teorías se caen por sí solas cuando ven al otro que no hace berrinches, que obedece y que tiene otros detallitos pero como todos los niños. Que me manden hablar de la escuela no es una sorpresa para mí, me mandan hablar desde el maternal y los comentarios son muy parecidos. No les doy la razón, pero también sé que por un huerco otros 20 están perdiendo clase y que si ese huerco no se adapta se la va a pasar castigado el resto del año escolar. Al menos eso fue lo que vi en la escuela donde trabajamos el año pasado Ana y yo. Hay niños que por su bien necesitan ser canalizados para que luego cuando regresen al salón tengan una mejor sociabilización. Y si la mamá no va a la escuela, pues pior, lo etiquetan como que a la mamá ni le interesa y lo abandonó a la buena de Dios. A lo que yo aspiro con todo esto es a encontrar un equilibrio. Diego no es un niño fácil de por sí y a eso hay que irle sumando detalle tras detalle tras detalle.  Tampoco quiero etiquetarlo, pero no puedo cerrar los ojos ante los comentarios de tanta gente que opina desde que está chiflado y hay que darle sus buenas nalgadas, hasta aquellos que dicen que bien comido y bien dormido no haría tantos escándalos.
En fin, cada quien tiene su opinión. El trabajo mío es quererlo, quererlo siempre. A los dos. Son los niños más maravillosos y más hermosos que he conocido. Son mis bebés. Yo los quise. Yo los deseé. Yo los planeé. Yo junto con Ana. Si no los apoyo yo, no lo hará nadie. Si no los quiero yo, no importa que alguien más los quiera. Así somos los seres humanos. Necesitamos saber que alguien nos quiso y alguien nos deseó y a alguien siempre le vamos a importar. Por lo general ese papel se lo atribuimos a quien hace el rol parental.

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