miércoles, agosto 29, 2012

Ana anda de gira: El regreso

Dìa 30.-
Domingo
El último día tuve que madrugar muy tempranito. Creo que nos despertamos como a las 4:45 am. La verdad las maletas estaban en el coche desde la noche anterior. Y también, aunque espero no me juzguen, he de confesar que dormí vestida. Llevaba puestas unas medias, unos leggins, un pantalón de vestir y encima de todo otro de pana. Arriba llevaba dos blusas y tres suéteres además de la bufanda. No era por frío, sino para ahorrar espacio en la amleta. Me fuí a los Estados Unidos con una maleta dentro de otra y una mochila, o sea dos piezas, una documentada y otra de cargar arriba. Me fui de regreso a México con dos maletas llenas, desbordando, casi en el límite de su capacidad permitida en el avión, una maleta de cargar arriba y la mochila, o sea en total 4 piezas de equipaje.
Desayuné con calma unos grits en polvo seco que traía cargando desde Kentucky, pero que le había sacado a probar. Como ya era mi última oportunidad los hice. Me gustó bastante, pero tampoco me veo muriéndome por prepararlo de nuevo en casa. Envié por supuesto a última hora y con prisas las últimas postales que habría de mandar desde aquel país.
Manuel y Elva me fueron a dejar al aeropuerto, pero me dejaron en el área de asenso y desenso, o sea que me tocó cargar todo mi maleterío hasta el área del check in. Fue complicado, pero lo logré. Llevaba la tarifa exacta para documentar las dos maletas, así que hasta allí todo iba marchando a pedir de boca.
Llegamos súper temprano, como a las 6 am, aunque había que estar allí 6:15. Me acomodé a esperar el abordaje al avión a eso de las 6:45 am. Despegó el aviòn hasta las 7:15 am. Llegué como a las 9 y cacho a San Francisco. Paseé por el aeropuerto, luego fui al baño y cuando estuve preparada emocionalmente fui a recoger mis maletotas. Llegué al área de vuelos domésticos y tenía que moverme hasta la terminal dos, de donde salen los vuelos internacionales. Con la bufanda amarré la maleta más chica a la más grande, luego puse la mochila arriba de la segunda maleta, así en cada mano llevaba un par de maletas. Con mucho esfuerzo y después de media hora de deambular por el aeropuerto llegué a la terminal dos.
El primer pasillo una vez que llegas de una terminal a otra es el doce, pero United Airlines, que era mi aerolínea, estaba en el pasillo uno. Así que con mucho más trabajo del esperadome moví hasta el pasillo indicado. Iba ya eechando el bofe. Como yo ya había hecho el check in online, se suponía que sólo me faltaba documentar equipaje. Pregunté y me mandaron a una fila. Luego de un rato regresó el señior que me había informado y me dijo, que no, que se había equivocado y que esa no era mi fila, que lo siguiera. Como los dos de adelante mío también iban al DF se fueron tras el señor y llegaron conmigo a documentar. Nos metieron a la fila adelante de un montón de personas que se ve llevaban horas haciendo ahí fila.
Cuando llegó mi turno, detrás de los otros dos suertudos que nomás se enteraron por metiches y porque me vinieron a decir a mí, me atendió un hombre muy cansado ( y eso que no eran todavía ni las 10 am). Le entregué las dos maletas y me quiso cobrar a $40 la segunda maleta. Yo había checado bien en línea la noche anterior y decía que iba gratis la segunda. Además por mis malas cuentas me quedaban exactitos en efectivo $25 y mi tarjeta se puso en huelga. No tuve tiempo de pensar claro. Simplemente entré en pánico, me puse histérica y me solté llorando diciendo que ni tenía dinero ni decía en línea que me fueran a cobrar por la segunda. Entre impaciente y condolido el hombre me pidió mis reservaciones, más porque a cada pregunta que me hacía yo le contestaba un lloroso, acongojado y agudo "Ay don nou!" Revisó mis papelitos y dijo algo así como "ah es que usted sacó sus reservaciones por American airlines y ellos no cobran la segunda maleta. Bueno, por esta vez le daremos chance." Y pasó mi maleta me mandó toda echa mocos a la sala de espera.
Tan nerviosa estaba que olvidé mi equipaje de mano en el mostrador. Media hora más tarde, cuando me sentí muy ligera y extrañé mi bufanda, noté que me faltaba equipaje. Volví al mostrador y al menos nadie había pensado que fuera una bomba. ahí seguía la mochilita tranquila esperándome.
Me fui ya a la sala 100 a esperar mi vuelo. Y esperé. Y esperé. Y volví a esperar porque sufrió un retraso terrible. Originalmente habría de haber volado como a las 12:50, luego que a la 1:30 y terminó saliendo a la 1:45 pm, o sea un retraso de 55 minutos!!
Una vez arriba morí de frío, a pesar de los kilos de ropa que traía yo encima. Lo bueno es que al menos no morí de hambre porque me suministré una papitas y en estos vuelos todavía se conmiseran de uno y te dan juguitos. También nos entregaaron las hojitas de aduana para declarar nuestros bienes. Ahí se enlistan todos los elementos que se consideran equipaje personal y los que son "franquicia" de los cuáles una no puede exceder de $300. Ahí empecé a sudar frío y no por el airecito del avión, sino sumando y restando y multiplicando y dividiendo en mi cabecita todas mis compras para ver si no iba yo a tener algo qué declarar. Lo peor fue al llegar a la parte de trae usted "alimentos". Yo entonces me puse más nerviosa, y lo peor, indeciza: "¿serán alimentos los chicles, dulces y golosinas que traigo?"
Finalmente llegué, bajé del avión, fui a la banda 16 a recoger mi equipaje y una mujer que era su primera vez viajando en avión y entrando a México me agarró de su gurú preguntándome ¿cómo se agarran las maletas de la banda?, ¿dónde se entregan las contraseñas?, ¿se agarra carrito? (en México sí son gratis), ¿dónde lo recogen a una sus parientes?, etc... Yo que estaba más que nerviosa por la aduana, medio la instruí y me desafané.
Fuí a entregar mi papelito donde me aclararon que los dulces no son alimento, me hicieron firmar y entregar. Pasé las maletas por la banda. Toqué el timbre y me tocó verde. Pasé. Ya me iba, cuando me atajó una aduanera y me dijo: "creo que trae alimentos en una maleta. ¿Podemos abrir la maleta donde trae un Budha?" Y yo casi caigo como en Condorito con un plop, ¿es broma, verdad? Puedes ver que traigo un Budha, pero no te queda claro si traigo alimentos. Hmmm. Abramos la maleta. Pero Ana no se acordaba si la del Budha era una u otra, as´ñi que le abrí las dos. Ya que esculcó mis calzones y brasieres y se dio cuenta de que eran unas banderillas de dulce y no alimentos, me dejó ir. Pues a final de cuentas pasé y no tuve que pagar extra.
Me recibieron mis hijos y Criseida muy emocionados.
Llegamos a casa donde estuvimos hasta altas horas de la noche desempacando mil y un cositas que les traje a regalar. Hmmm... En fin, ya es miércoles, llevoa quí dos días y medio y ya perdieron una par de las que les traje... Pero esa es otra historia.
Ana de vuelta a la realidad.

1 comentario:

NN dijo...

Es lo que mas odio de los viajes, los aeropuertos sus idas venidas, maleta que no llegan, uffff, saludos ¡