sábado, enero 21, 2012

Sigo en el drama del corazón vernáculo

La verdad es que sí ando hormonal, pero no me gustaría que por eso quedaran minimizados mis sentimientos. Hace tres o cuatro días escribí aquí: "Soy poliapegosa." O sea que muy fácilmente me apegao a la gente y me encariño. Crix me regaña, dice que debería de ser más cautelosa. También dice que debería diferenciar entre una relación personal y una profesional. Yo le explico que cuando paso tanto tiempo al día con una persona con la que comparto tantas cosas en común me es casi imposible no desarrollar algún tipo de afecto. Me "enamoro" con facilidad. Y bueno, a veces termino esperndo más de las personas de lo que ellas pueden darme. Eso obvio me provoca decepción y no es culpa de nadie, Sólo mía por confiada.
Leí un pedacito en el Quijote que me resonó muchísimo. Me sentí tan plenamente identificada que no pude más que sentir pena y lástima por todas esas personas a las que coerciono a que me quieran.
Aquí un extracto del discurso de Marcela en el Quijote:
"…a que me améis os mueve mi hermosura, y por el amor que me mostráis decís y aun queréis que esté yo obligada a amaros. Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama.(…) Y, según yo he oído decir, el verdadero amor no se divide, y ha de ser voluntario, y no forzoso. Siendo esto así, como yo creo que lo es, ¿por qué queréis que rinda mi voluntad por fuerza, obligada no más de que decís que me queréis bien?" (Cervantes 1999:196).
Así pues una cosa es que a mí me caiga bien alguien y que yo le admire y le quiera, pero esperar a que por eso me correspondan en su cariño es egoíste e insensible. Tengo que ir dejando los apegos.
Ya para darle más vernaculés al asunto les dejo una rola de cantina:

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