sábado, octubre 01, 2011

Y llegó octubre!

Llegó octubre y Ana tiene la costumbre de postear a diario en el mes de octubre. Este sería el quinto año que posteamos a diario en octubre, porque en octubre cumplimos cinco años de ser mamás. Sí, también Diego y Santiago cumplen años, pero también queremos hacernos el reconocimiento de que nosotras también celebramos algo, celebramos el aniversario de una aventura que se salió COMPLETAMENTE de nuestros planes y de lo que pudimos siquiera haber imaginado. A 5 años, hoy 1 de octubre, posteo mientras Diego y Santiago están revoloteando cerca de mí, tratando de obtener un segundo de mi atención para luego largarse con la impunidad que les da el hecho de ser párvulos egocéntricos a juguetear a otra parte, a ver la tele o simplemente a pedirle algo de comer a la abuela porque de pronto se les prende el reloj del crecimiento y tienen hambre todo el tiempo.
Hoy 1 de octubre, a 5 años de una historia tan compleja como el hecho de unir dos vidas, dos familias, a través de otras dos viditas, marca el calendario que es el Baby Shower de mi prima Blanca Esthela. Si hace 5 años me hubieran dicho cómo iba a cambiar yo y cómo iban a cambiar las cosas, sencillamente no lo habría creído, porque yo no sólo estaba peleada con la idea de la maternidad, sino que ni siquiera pensaba en una reconciliación conmigo misma al respecto ni mucho menos con mi familia. Ahora, no sé, me emociona poderle dar a mis hijos la oportunidad de que conozcan a sus familiares, pero me emociona también y bastante, darme la oportunidad de aceptar de ellos exactamente y no más aquello que son capaces de dar. Espero que eso se entienda. Luego de un shock tan terrible como fue el hecho de haber decidido compartir mi vida con una mujer y tener hijos, de haber estado cerca de un año sin comunicación con ellos, las cosas fueron evolucionando poco a poco hasta que yo, convencida de no necesitar su aprobación, me acerqué y dejé que se acercaran a mí todos mis familiares con la única idea de no romper los eslabones, de no interrumpir el flujo, de dejarme llevar, de no privarme y no castigarme por haberme salido del huacal. Creo que esa es una lección poderosa. No se trata sólo de romper relaciones y no volver nunca más a dirigirle la palabra a nadie. Se trata de romper con la idea y la expectativa, reconstruirse, empoderarse para después recuperar la cordialidad. Sí, ese es el mejor escenario, la cordialidad, pero en un descuido recuperas una nueva relación más íntima, más respetuosa y más aterrizada en la realidad. Sí, yo no resulté la hija, la nieta, la prima, la hermana, la tía que ellos pensaban y esperaban, pero ¿saben qué? ellos tampoco y eso no quiere decir que dejemos de intentar construir algo nuevo, algo que ni siquiera sabemos muy bien que queremos construir y de lo cual no tenemos idea. Después de grandes pérdidas lo único que puede obtenerse son ganancias.
Seguiremos posteando a diario porque este mes es un mes muy especial.

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