Todo apuntaba para ser un sábado como cualquier otro. Bichos zumbando, pajaritos cantando, la fresadora del taller del vecino haciendo un ruido atronador, perros ladrando jugando escondidas afuera de nuestro cuarto, los hijos correteando por la sala con el Discovery Kids a tooooooooooodo volumen. Entonces, distinguí a lo lejos, el claro sonido de la voz de un payaso preguntando por el altavoz "¿y tú con quién vienes niño, con tu mamá o tu papá?"
Salí disparada de la cama, me sacudí las legañas con el dorso de las manos, saqué un vestido camisero del fondo del clóset, lo alisé lo mejor que pude y me lo puse. Busqué una liga y me di tres vueltas con ella al cabello. Una improvisada cola de caballo que no desmentía mi look de "talco" (talco... mo me levanté). Corrí a buscar a los niños y convencí a Criseida que se pusiera visible para salir a la calle a ver a los payasos.
De vez en cuando, pocas veces en realidad, las autoridades del municipio se acuerdan que existimos y preparan junto al parque de la colonia (justo afuera de mi casa) unas carpas con puestos de atención ciudadana, lotería de los valores con opción a ganarte productos de despensa básica y un puesto de frutas y verduras económicas. Además de unas cuantas sillas de masajes para quitar el estrés.
Para animar el evento, suelen traer payasos que preparan concursos y regalan premios a los niños. Salimos, pues, muy orondos los cuatro y nos topamos de frente con un polipayaso que nos preguntó "¿quién es la mamá de los niños?" y contestamos "las dos". Con naturalidad, él contestó "ah, muy bien, entonces ¿quién va a pasar a concursar?" y pasó Crix que se ganó una pelota. Luego los niños ganaron pases dobles para la matiné del Río 70 y finalmente yo concursé por otra pelota.
Fuimos a la tiendita de la esquina, compramos las cosas del desayuno, volvimos a las carpas, aprovechamos las ofertas de verduras y los niños no se querían meter porque querían seguir viendo a los payasos. Ellos pensaban que estaban en una fiesta. Así que yo me quedé con ellos afuera mientras Crix empezó a preparar el desayuno. Los payasos iban a aventar pelotas para que los niños las atraparan y las ganaran pero como Santiago ya tenía la suya y lo habíamos hecho dejarla adentro para no perderla quería ir por ella. Se metió y quedó encerrado sin querer. Yo fui a la reja para abrirle y una señora del municipio lo escuchó llorar, así que furtivamente tomó un cochecito amarillo de los que iban a repartir de premios más tarde y prácticamente me lo insertó entre las manos. Santiago lo tomó sin decir agua va, Diego que había observado todo de lejos, se acercó a pedir su premio y la señora lo mandó a concursar.
Diego fue a concursar y pidió su premio pero uno de los payasos le señaló todos los premios y dijo "ya no tengo, sólo quedan de niña" y le enseñó un montón de trastecitos. Diego pidió sus trastecitos pero le dijeron que él era un niño y que no. Le partieron el corazón y se fue llorando. Entró al quite Santiago que fue a decirle a los payasos que "los niños y las niñas somos iguales" como dice la canción de Andaluna pero el payaso no le entendió nada y usó su comentario como pauta para decirle a la gente que aprovecharan su descuento en útiles escolares para todos los niños y niñas.
Entonces Diego vino conmigo desconsolado, pidiéndome los trastecitos. La misma señora de antes le dijo "ven, que te voy a dar una pelota para que dejes de llorar" y Diego contestó que no, que él ya tenía una, que él lo que quería era los trastecitos. La señora le dijo "ah no, los trastecitos son para niñas, te doy una pelota" y yo dije "pero los niños y las niñas son iguales". La señora me contestó agitando su mano en rotunda negativa "ah no, una cosa es ser iguales y otra muy distinta es jugar con trastecitos".
Es una de esas cosas que hubiera querido evitarles a mis hijos. No me quedó más que cargar a Diego hasta la cocina, pedirle que se calmara y explicarle: "Yo te he enseñado según mi forma de pensar que todas las personas somos iguales, pero también te vas a encontrar que hay gente que piensa diferente que nosotros".
De vez en cuando, pocas veces en realidad, las autoridades del municipio se acuerdan que existimos y preparan junto al parque de la colonia (justo afuera de mi casa) unas carpas con puestos de atención ciudadana, lotería de los valores con opción a ganarte productos de despensa básica y un puesto de frutas y verduras económicas. Además de unas cuantas sillas de masajes para quitar el estrés.
Para animar el evento, suelen traer payasos que preparan concursos y regalan premios a los niños. Salimos, pues, muy orondos los cuatro y nos topamos de frente con un polipayaso que nos preguntó "¿quién es la mamá de los niños?" y contestamos "las dos". Con naturalidad, él contestó "ah, muy bien, entonces ¿quién va a pasar a concursar?" y pasó Crix que se ganó una pelota. Luego los niños ganaron pases dobles para la matiné del Río 70 y finalmente yo concursé por otra pelota.
Fuimos a la tiendita de la esquina, compramos las cosas del desayuno, volvimos a las carpas, aprovechamos las ofertas de verduras y los niños no se querían meter porque querían seguir viendo a los payasos. Ellos pensaban que estaban en una fiesta. Así que yo me quedé con ellos afuera mientras Crix empezó a preparar el desayuno. Los payasos iban a aventar pelotas para que los niños las atraparan y las ganaran pero como Santiago ya tenía la suya y lo habíamos hecho dejarla adentro para no perderla quería ir por ella. Se metió y quedó encerrado sin querer. Yo fui a la reja para abrirle y una señora del municipio lo escuchó llorar, así que furtivamente tomó un cochecito amarillo de los que iban a repartir de premios más tarde y prácticamente me lo insertó entre las manos. Santiago lo tomó sin decir agua va, Diego que había observado todo de lejos, se acercó a pedir su premio y la señora lo mandó a concursar.
Diego fue a concursar y pidió su premio pero uno de los payasos le señaló todos los premios y dijo "ya no tengo, sólo quedan de niña" y le enseñó un montón de trastecitos. Diego pidió sus trastecitos pero le dijeron que él era un niño y que no. Le partieron el corazón y se fue llorando. Entró al quite Santiago que fue a decirle a los payasos que "los niños y las niñas somos iguales" como dice la canción de Andaluna pero el payaso no le entendió nada y usó su comentario como pauta para decirle a la gente que aprovecharan su descuento en útiles escolares para todos los niños y niñas.
Entonces Diego vino conmigo desconsolado, pidiéndome los trastecitos. La misma señora de antes le dijo "ven, que te voy a dar una pelota para que dejes de llorar" y Diego contestó que no, que él ya tenía una, que él lo que quería era los trastecitos. La señora le dijo "ah no, los trastecitos son para niñas, te doy una pelota" y yo dije "pero los niños y las niñas son iguales". La señora me contestó agitando su mano en rotunda negativa "ah no, una cosa es ser iguales y otra muy distinta es jugar con trastecitos".
Es una de esas cosas que hubiera querido evitarles a mis hijos. No me quedó más que cargar a Diego hasta la cocina, pedirle que se calmara y explicarle: "Yo te he enseñado según mi forma de pensar que todas las personas somos iguales, pero también te vas a encontrar que hay gente que piensa diferente que nosotros".
4 comentarios:
Bien aprovechado esto de enseñar que fuera de casa hay gente que piensa distinto... lástima que le haya costado lágrimas a Diego el aprenderlo.
Yo habitualmente juego con trastecitos... (seh, si no ve uno el lavarlos como un luego luego le da a uno más flojera hacerlo :P)
Jaaaajajaja. Le hubieran dicho a la señora "es para cuando venga a jugar Lucy" y asunto arreglado.
O quizá el problema era que tenían tantos regalos para dárselos a niños, y tantos regalos para dárselos a niñas. No que los juguetes per se fueran de niños o de niñas.
Creo que Diego ha aprendido una gran lección... a pesar de que no sea nada positiva :S
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