La personaja que tú te has terminado por crear no es más que eso, una personaja. La "realidad" no existe, todo es cuestión de percepciones y matices. Yo edito, es decir, yo escojo qué decir y qué no decir sobre mí, sobre mi relación, sobre mis hijos y mi vida. De la misma manera tú escojes qué leer, qué interpretar, con qué imagen de tu pasado o de tu interior ilustrar mi "cuento", relato, pasaje o anécdota del día.
Yo soy yo. Yo soy lo que tú quieres leer de mí. Yo soy lo que tú quieres que yo sea. Yo soy la personaja que has elegido adivinar de mí. Termina siendo que sólo soy parte de tu imaginación, un elemento creativo y entretenido en el que matas tus tardes de lectura: una proyección de tu subconsciente: espejo de tus virtudes y defectos.
Esa soy yo. ...Según tú.
Ahora bien, si se me puede dar a mí el crédito de decidir quién soy, he de decir que no lo tengo muy claro. Producto legítimo de mi generación me siento todo y nada y por eso hoy bien puedo ser bombero y mañana avión. O más bien le doy el avión a la pregunta.
Yo soy Ana. Tengo 31 años (todavía), pero como bien decía un extraño ejercicio de autoayuda que escuché una vez en el metro Pino Suárez, decir mi edad, no es decir quién soy. Ana es mi nombre. 31 años, mi edad. Licenciatura en Artes es sólo mi nivel de estudios. Lesbiana, es mi orientación sexual, aunque más bien creo que es mi filiación política. Madre, es mi oficio más reciente (o el más practicado). En fin, que quién o qué chingados soy es una de esas preguntas complicadísimas que viene a ser medio ocioso contestar en un blog.
Me da risa esa gente que piensa que en tres frases me define, me desentraña y me tiene ya resuelta y diagnosticada. como señora metiche que dice "ese niño lo que necesita es un par de nalgadas". ¡Anda ya! ¿Y tú cómo vas a saber lo que yo necesito? Cuantimenos lo que yo soy.
"Conócete a tí mismo" se supone que decía el frontispicio del Templo de Apolo en Delfos, así pues, conócete a tí mismo y cuando lo tengas resuelto intenta conocerme a mí. Yo de momento estoy ocupada conociéndome a mí, que mira que me resulto por demás interesante.
Hay cosas a las que a veces me da por darle vueltas. Sobre todo porque a los 31 me siento muy joven para la mitad de las cosas que quiero alcanzar y muy vieja para la otra mitad. Me pregunto cosas sobre mí y no tengo respuestas. Si fuera tan simple me agarraría una respuesta estándar: me aplicaría la nalgada de niña chiflada y ya.
Mi postura es que cuando una es pobre no puede una darse el lujo de tener enfermedades psiquiátricas, así que la ansiedad, la depresión, la ciclotimia y todas esas dolencias tan nice que se quitan con tres pastillitas de colores tienen que quedar en autodiagnósticos wikipédicos porque no puedo pagar una profesional que me aliviane el cerebro y el alma. Pero a veces la niña bien que vive dentro de mí se niega, se resiste y se pone en huelga de hambre por la necedad de negarse a vivir en una vida que no coincide con sus ínfulas de diva.
Mi vida no lo sabe, pero yo estaba destinada a ser princesa rusa, lo que pasa es que la situación geográfica, la época y el clima se interpusieron en mi camino y quedé como activista lesbiana wannabe pop star (dije pop star, no porn star, que conste). A veces me lavo el cerebro (que ya es una mezcla "pegojosa" de algodón de azúcar rosa, palomitas acarameladas y gelatina de leche de limón con carnation clavel) con la idea de "así me tocó vivir porque la vida me tiene destinadas grandes cosas en el futuro". Pero llega el futuro y las grandes cosas no suceden. Y luego me enojo. No me enojo con nadie, sólo conmigo. Y dicen que la vida no da nada que no podamos manejar y que solo tenemos lo que merecemos y... blah, blah, blah... No importa, ninguna respuesta me llena, me satisface, me alienta. Nada basta, nada sirve.
Odio intolerablemente a la gente que dice: "yo no puedo hacer lo que tú haces". "Yo mejor me espero a que otres abran camino". "Yo no puedo arriesgar a mi familia". "Yo no me atrevería a exponer a mis hijos". Hay de dos sopas: o se hace o nos jodemos. Las revoluciones se hicieron gracias a los que se aventaron a hacerlas, y como siempre están los héreos muertos y los que se escondieron y gozaron las consecuencias. No me considero heroína de nada.
Odio a la gente que sale con esas tonterías y luego yo hago cosas tan estúpidas como decir: "no puedo". "No puedo bajar de peso". "No tengo tiempo de hacer ejercicio". "No me alcanza la vida para arreglarme". "No puedo conseguir un mejor trabajo". Y termino haciendo exactamente lo mismo que tanto odio: quejarme y darme por vencida sin pagar el precio de lo que quiero lograr.
Conozco una persona que se queja y queja de: su panza, su postura, su falta de organización, su inestabilidad económica, su... lo que sea. Le recomendé una faja moldeadora y me mandó a la goma: "no me gustan esas cosas". Le recomendé una dieta y me dijo "es que no puedo hacerla". Le sugerí hacer ejercicio y remató con "a qué horas si no me queda tiempo". Y me dan ganas de decirle pues quéjate chula, quéjate que nada va a cambiar.
Una vez al mes, cuando menos, siento a Manuel y a Elva y les digo: "tengo crisis". Siento que no puedo ya con mi trabajo, siento que nunca voy a juntar mis puntos del Infonavit, se me hace que soy una loser que voy a estar toda la vida en un call center. Una vez al mes, cuando menos, me dan una lista de opciones. ¡Todas me dan miedo! Siento pánico. Y entonces soy yo la que no quiere pagar el esfuerzo que conlleva tener lo que deseo. Soy yo la que no quiere usar la faja, la que no quiere hacer ejercicio, la que dice "mejor espero a que otros mueran en el frente antes de intentarlo yo". Y me siento la más cobarde de todas.
Yo soy yo. Yo la cobarde, soy la que también tiene dudas y miedo y ataques de pánico y angustia, aunque sólo sean vestigios de niña bien y lujos que no puedo, ni debo darme. Yo soy la que no conoces porque cada que estoy al frente en un evento, no estoy en mi trabajo, ni haciendo algo para mi familia. Yo soy lo que te imaginas, pero no tienes idea de lo que soy yo para otras personas.
Yo soy, según el cristal con que me mires, la esposa, la amiga, la amante, la madre, la mejor-mejor amiga, la ni-parientes-somos, la... la que quieras. Pero jamás sabrás lo que soy hasta estar conmigo. Y a veces ni así.
Yo soy yo. Yo soy lo que tú quieres leer de mí. Yo soy lo que tú quieres que yo sea. Yo soy la personaja que has elegido adivinar de mí. Termina siendo que sólo soy parte de tu imaginación, un elemento creativo y entretenido en el que matas tus tardes de lectura: una proyección de tu subconsciente: espejo de tus virtudes y defectos.
Esa soy yo. ...Según tú.
Ahora bien, si se me puede dar a mí el crédito de decidir quién soy, he de decir que no lo tengo muy claro. Producto legítimo de mi generación me siento todo y nada y por eso hoy bien puedo ser bombero y mañana avión. O más bien le doy el avión a la pregunta.
Yo soy Ana. Tengo 31 años (todavía), pero como bien decía un extraño ejercicio de autoayuda que escuché una vez en el metro Pino Suárez, decir mi edad, no es decir quién soy. Ana es mi nombre. 31 años, mi edad. Licenciatura en Artes es sólo mi nivel de estudios. Lesbiana, es mi orientación sexual, aunque más bien creo que es mi filiación política. Madre, es mi oficio más reciente (o el más practicado). En fin, que quién o qué chingados soy es una de esas preguntas complicadísimas que viene a ser medio ocioso contestar en un blog.
Me da risa esa gente que piensa que en tres frases me define, me desentraña y me tiene ya resuelta y diagnosticada. como señora metiche que dice "ese niño lo que necesita es un par de nalgadas". ¡Anda ya! ¿Y tú cómo vas a saber lo que yo necesito? Cuantimenos lo que yo soy.
"Conócete a tí mismo" se supone que decía el frontispicio del Templo de Apolo en Delfos, así pues, conócete a tí mismo y cuando lo tengas resuelto intenta conocerme a mí. Yo de momento estoy ocupada conociéndome a mí, que mira que me resulto por demás interesante.
Hay cosas a las que a veces me da por darle vueltas. Sobre todo porque a los 31 me siento muy joven para la mitad de las cosas que quiero alcanzar y muy vieja para la otra mitad. Me pregunto cosas sobre mí y no tengo respuestas. Si fuera tan simple me agarraría una respuesta estándar: me aplicaría la nalgada de niña chiflada y ya.
Mi postura es que cuando una es pobre no puede una darse el lujo de tener enfermedades psiquiátricas, así que la ansiedad, la depresión, la ciclotimia y todas esas dolencias tan nice que se quitan con tres pastillitas de colores tienen que quedar en autodiagnósticos wikipédicos porque no puedo pagar una profesional que me aliviane el cerebro y el alma. Pero a veces la niña bien que vive dentro de mí se niega, se resiste y se pone en huelga de hambre por la necedad de negarse a vivir en una vida que no coincide con sus ínfulas de diva.
Mi vida no lo sabe, pero yo estaba destinada a ser princesa rusa, lo que pasa es que la situación geográfica, la época y el clima se interpusieron en mi camino y quedé como activista lesbiana wannabe pop star (dije pop star, no porn star, que conste). A veces me lavo el cerebro (que ya es una mezcla "pegojosa" de algodón de azúcar rosa, palomitas acarameladas y gelatina de leche de limón con carnation clavel) con la idea de "así me tocó vivir porque la vida me tiene destinadas grandes cosas en el futuro". Pero llega el futuro y las grandes cosas no suceden. Y luego me enojo. No me enojo con nadie, sólo conmigo. Y dicen que la vida no da nada que no podamos manejar y que solo tenemos lo que merecemos y... blah, blah, blah... No importa, ninguna respuesta me llena, me satisface, me alienta. Nada basta, nada sirve.
Odio intolerablemente a la gente que dice: "yo no puedo hacer lo que tú haces". "Yo mejor me espero a que otres abran camino". "Yo no puedo arriesgar a mi familia". "Yo no me atrevería a exponer a mis hijos". Hay de dos sopas: o se hace o nos jodemos. Las revoluciones se hicieron gracias a los que se aventaron a hacerlas, y como siempre están los héreos muertos y los que se escondieron y gozaron las consecuencias. No me considero heroína de nada.
Odio a la gente que sale con esas tonterías y luego yo hago cosas tan estúpidas como decir: "no puedo". "No puedo bajar de peso". "No tengo tiempo de hacer ejercicio". "No me alcanza la vida para arreglarme". "No puedo conseguir un mejor trabajo". Y termino haciendo exactamente lo mismo que tanto odio: quejarme y darme por vencida sin pagar el precio de lo que quiero lograr.
Conozco una persona que se queja y queja de: su panza, su postura, su falta de organización, su inestabilidad económica, su... lo que sea. Le recomendé una faja moldeadora y me mandó a la goma: "no me gustan esas cosas". Le recomendé una dieta y me dijo "es que no puedo hacerla". Le sugerí hacer ejercicio y remató con "a qué horas si no me queda tiempo". Y me dan ganas de decirle pues quéjate chula, quéjate que nada va a cambiar.
Una vez al mes, cuando menos, siento a Manuel y a Elva y les digo: "tengo crisis". Siento que no puedo ya con mi trabajo, siento que nunca voy a juntar mis puntos del Infonavit, se me hace que soy una loser que voy a estar toda la vida en un call center. Una vez al mes, cuando menos, me dan una lista de opciones. ¡Todas me dan miedo! Siento pánico. Y entonces soy yo la que no quiere pagar el esfuerzo que conlleva tener lo que deseo. Soy yo la que no quiere usar la faja, la que no quiere hacer ejercicio, la que dice "mejor espero a que otros mueran en el frente antes de intentarlo yo". Y me siento la más cobarde de todas.
Yo soy yo. Yo la cobarde, soy la que también tiene dudas y miedo y ataques de pánico y angustia, aunque sólo sean vestigios de niña bien y lujos que no puedo, ni debo darme. Yo soy la que no conoces porque cada que estoy al frente en un evento, no estoy en mi trabajo, ni haciendo algo para mi familia. Yo soy lo que te imaginas, pero no tienes idea de lo que soy yo para otras personas.
Yo soy, según el cristal con que me mires, la esposa, la amiga, la amante, la madre, la mejor-mejor amiga, la ni-parientes-somos, la... la que quieras. Pero jamás sabrás lo que soy hasta estar conmigo. Y a veces ni así.
3 comentarios:
Muy honesto. ¡Ánimo!
Me parece que de loser poco...animo esas veces el mes en las que toca sentarse antes la crisis...
wow! te doy toda la razón o luchamos y pagamos el precio por lo que queremos o de plano nos tiramos a la cama a llorar nuestra suerte...
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