Marcha gay: 10 años llenando las calles
Activista y educador acerca del Sida, Torres Sánchez y otros activistas de la época, como Mariaurora Mota, de Género, Ética y Salud Sexual salieron por primera vez a las calles, junto con 500 personas más, sin importar las amenazas e intentos de intimidación.
“Fue en mayo de 2001, el alcalde era Felipe de Jesús Cantú, y la Policía Regia era represora total, la Policía Estatal junto con los medios de comunicación hacían redadas en las discotecas gays, y en este contexto se organiza la primera marcha”, cuenta Mario Rodríguez Platas, de la organización Nuevo León Incluyente.
Cuenta que aproximadamente 500 personas se dieron cita en el lugar, la mayoría de ellas con el rostro cubierto con bolsas de papel.
El contingente, la fecha, y sobre todo los rostros han cambiado a lo largo de esta década, de 500 a siete mil almas; de unos cuantos activistas valientes a una diversidad de caras, sueños y vidas.
“Claro que tenían que surgir nuevos liderazgos de un movimiento tan diverso, porque hay jóvenes, adultos maduros, madres lesbianas, travestis, transexuales, están las dragas como yo; la multiplicación de organizaciones y grupos que trabajan dentro de movimiento Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero, Travesti, Intersexual (LGBTTTI) nos pide englobar muchas cosas”, destaca Alfredo Baez, quien en las pasadas elecciones fue candidato a diputados local.
Avance gradual
Aruba, una chica transexual que conduce un programa de radio en internet para la estación Diversimedios, dice que el avance en materia de tolerancia es poco.
“Se avanza poquito, yo estoy muy agradecida con la gente heterosexual que nos apoya que aprende sobre la tolerancia y promueve el ejemplo, pero en mi caso es un trabajo de activismo constante empezando con mi familia, mis amigos, los más cercanos”, cuenta.
Ana de Alejandro y Criseida Santos, integrantes de la Comunidad de Madres Lesbianas explican que en cuanto a números la marcha ha crecido no sólo por la apertura de la comunidad gay a sí misma, a la pérdida de miedo de mostrarse tal cual son y exigir sus derechos, sino también a la reeducación de la sociedad.
“Somos más porque ahora nos acompañan, van saliendo a la calle nuestras familias que nos apoyan, llevamos a nuestros hijos, madres, compañeros de trabajo y amigas”, puntualizan.
A diez años, la marcha de la Diversidad, en una ciudad donde nadie sale a manifestar sus ideas, ha pasado de ser un evento de visibilización a ser un acto político.
“Hemos cambiado, hay un posicionamiento político de por medio, tenemos obligaciones y exigimos los mismos derechos”, puntualiza Antonio Nevares de la Comunidad Metropolitana.
Ayer las plumas, lentejuelas y música disco desfilaron por el primer cuadro de la ciudad, pero también las consignas, las exigencias, los posicionamientos políticos.
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