jueves, octubre 15, 2009

¡Y mi mamá también!

Viernes 9 de octubre. Mamá vuelve a dejar el sur para viajar al norte, para ver a sus Tiagos que llevan desde julio jugando a las fiestas. Fiestas con los cojines del sillón de la abuela, fiestas con los juguetes, fiestas con los animalitos, fiesta, fiesta, fiesta.
Sábado 10 de octubre. Mamá y Mami se despiertan temprano. Mami promueve la idea: Vamos a despertarlos. Y entonces sigilosamente nos acercamos a la cama donde todavía dormían plácidamente y les cantamos Las Mañanitas. Los dos se emocionaron muchísimo y entendieron: ese era el día. Los aleccionamos a que dijeran cuántos años cumplían: Tres, tes. Diego impaciente decía: Mamá, Mami, quiero ir a mi fiesta de Go Diego Go en Mc Donald's.
Porque han de saber una cosa: Decidimos festejarlos en un restaurante típico de la localidad: Mc Donald's. Y decidimos, entre otras cosas, que debido al trauma que hasta hacía meses pasados Diego tenía con el concepto entero de pegarle a la piñata y destruir al muñeco en cuestión lo más adecuado para su salud mental era, desde luego, romper cualquier otro personaje, digamos Bob Esponja, que le gusta muchísimo a Santiago y no tiene problemas con esos desmadres. Entonces en lugar de encargar la piñata, encargamos el pastel de Go Diego Go y como el tocayo además es un De Alejandro hecho y derecho, Ana se dio a la tarea de trabajarlo psicológicamente: Diego, tu pastel, sí, ese que se come y es delicioso, tendrá un Go Diego Go pintado y vas a tener que tolerar la idea de mutilarlo para que tú y todos los demás puedan comer.
Al parecer, a Diego la madurez le había entrado de golpe y parecía no tener ningún problema con la idea, sino más bien exigía que ya lo llevaran a la fiesta para poder jugar y todo.
Los bañamos, los vestimos, los emperifollamos y nos dirigimos al Mc Donald's en cuestión para estar en punto de las 11:00 am y he aquí la Brevísima relación de la destrucción de mi idilio con Mc Donald's, que por lo bajo, yo hasta estaba enseñando a mis hijos a que dijeran Me Encanta y no sé qué tantas historias.
Pues bueno, les decía, llegamos a tal sitio y el área de fiestas parecía una zona en proceso de construcción, listones por aquí, listones por allá, y el letrero de BIENVENIDAD lucía incompleto: FELICIDADES DIEGO Y ... La ventaja de haber elegido Mc Donald's es que inmediatamente Diego y Santiago se largaron a explorar el área de juegos, cosa que les duró cinco minutos porque regresaron exigiendo su tequila y exigiendo su canción: o sea, querían papas. Ana, como buena madre de familia responsable, se alteró y como todavía era hora de desayunos mejor les compró un Mc Trío de Huevo (un Mc Trío a huevo, más bien).
En esas estábamos cuando la señorita encargada de la decoración de la fiesta viene súper estresada a preguntarme: ¿Santiago tiene otro nombre? Y yo titubeando porque no sabía la relevancia de tal pregunta le contesté: Sí, aunque él no quiera, él sí se llama Javier. Y entonces me dice: ¿Podemos poner "Felicidades Diego y Javier"? y la abuela saltó de inmediato: ¡NO! Yo exigí una explicación: ¿Y por qué no le ponen Santiago y ya? Y entonces me contesta la señorita que se les habían terminado las eses. La solución a mi histeria la tuvo la abuela: Pues que le pongan TATI.
Apenas nos estábamos sentando a platicar cuando viene un chico visiblemente alterado: La mamá de Diego y Santiago, la mamá de Diego y Santiago. Ana, por postura política me señaló al instante y yo cual diplomática en acción le contesto un muy educado: ¿Sí? Y entonces cual personaje de telenovela me dice: ¿Nos puede acompañar?... Hay una situación con el pastel. En ese momento a Ana se le olvidó la política y casi agarra al hombre de la corbata y le hace escupir el lío que se traía. Total, cual personajes de la Tremenda Corte fuimos a arreglar paradas con el gerente, a ver qué se traían con el rollo del pastel.
El gerente hipócritamente apenado nos dijo: Es que se le cayó un pastel encima y sufrió un desperfecto. Y cuando nos enseñaron el desperfecto nos aterramos aún más porque no sólo el pastel estaba abollado, sino que era de BOB ESPONJA. Ana casi se desmaya y yo de inmediato pedí las sales, porque toooooda la semana trabajando psicológicamente a Diego no sólo implicaba que Diego esperaba un pastel sino que lo esperaba de GO DIEGO GO.El Tío Manuel posteó esta foto con la siguiente leyenda:
"¿Go Diego Go vive en una piña en el fondo del mar?"


Discutimos con el gerente. Hice la reproducció dramática de cuando ESPECÍFICAMENTE dije: Es una fiesta para DOS niños y a UNO le gusta Bob Esponja (piñata) y a otro le gusta Go Diego Go (pastel). Ana casi agarra de las solapas al gerente, pero en su lugar solo le dijo: Y ahora de dónde vamos a conseguir un pastel con Go Diego Go. El gerente mandó revisar los pasteles de las fiestas que se realizarían más tarde pero para colmo de males también era uno de Bob Esponja y también estaba dañado porque era el que se había caído encima. (No entiendo cómo se cayeron encima).
La brillante salida que se le ocurrió al gerente fue darnos dos piñatas: La acordada de Bob Esponja y una más de Go Diego Go y entonces con el alma en un hilo, Ana solicitó audiencia con nuestro Diego de carne y hueso. Yo la nombré Embajadora de la Paz porque Diego es Diego, no me dejarán mentir los que lo conocen. Para nuestra buena suerte, Diego andaba de buenas y curisamente había superado la etapa de no querer romper piñatas porque le encantó la idea de una piñata de Go Diego Go en lugar del pastel.
Diego se emocionó tanto que salió del área de juegos para buscar la piñata y una empleada lo interceptó, le dijeron: Ahorita tu Mami te la enseña. Y Diego contestaba: Y mi Mamá también. Y la empleada le decía: Sí, por eso, ahorita tu Mami te la lleva. Y Diego muy tranquilo: Y mi Mamá también. Y en eso Ana que había salido para traer de la oreja al pequeño infractor, interviene para que Diego regrese al área infantil y entonces le vuelve a decir la empleada: ¿Ves? Ahorita tu Mami te la enseña... y Diego volvió a decir: Y mi Mamá también. La empleada no pudo más, se quedó con cara de juat viendo a Ana, y entonces le explicó: Es que yo soy su Mami, su Mamá está allá.
En fin...
La hora de los concursos llegó y la animadora empezó con sus dinámicas extravagantes al estilo de Gorilín se quiere subir o la Cucaña de TVO pa que me entiendan. Y bueno, no es que estuviera mal, sino que el invitado más grande tenía como cuatro años, o sea, fatal. La bola de parvulitos ni siquiera entendía lo que la mujer trataba de decir que hiceran. Hasta que Ana levantó la mano y le dijo: "Oye, ¿y si mejor los pones a jugar al Lobo, lobito?" y así fue, un par de rondas y a comer.
Luego vino el episodio de la cantada de Mañanitas y de partir el pastel. Pero claro, en Mc Donald's los pasteles no incluyen velas, así que al borde del infarto, Ana corrió a Sanborn's que es lo único que hay cerca de ese lugar de hamburguesas en busca de las mentadas velas. Cuando la vimos caminar enérgicamente de regreso todo mundo especulaba si habría logrado conseguir las velas. Hubo quién especuló que traía un arma y venía dispuesta a pedir explicaciones. Pero fue una exageración.
Ana acomodó tres velas de cada lado del pastel y claro, un niño respectivamente para que soplara cada quien sus velas.Foto cortesía del Tío Manuel

Luego del pastel, cuando creíamos que ya no ibamos a tener más emociones, pasamos al patio a romper las piñatas. Diego y Santiago (y la mayoría de los niños) estaban que saltaban de la emoción, por alguna extraña razón la idea de agarrar a palos a un objeto colgante los llena de un éxtasis implacable.
Pues salimos al patio del mentado restaurante de comida rápida ¿Y QUÉ ERA LO QUE NUESTROS OJOS ESTABAN VIENDO? Y como una imagen vale más que mil palabras he aquí semejante barrabasada.Foto cortesía del Tío Manuel
¿Ya vieron el tamaño de los nenes? ¡Cómo en la tierra esta gente de Mc Donald's pretendía que niños de tres años rompieran una piñata que volaba más alto que los voladores de Papantla!
Ahora sí cual Condorito hicimos plop.
Esta vez ni nos preguntaron nada. En chinga se pusieron a buscar una solución, pero claro, el nivel de choteo ya estaba altísimo y la gente empezó a murmurar: ¡No me digas, el paquete de fiesta tampoco incluia mecate!
Ya para estas alturas mejor nos pusimos a reír.
Finalmente el problema quedó resuelto y todos pudimos romper la piñata. Sí, todos, porque para que saltaran los dulces hubo que recurrir a fuerza adulta y por qué no decirlo, a fuerza bruta también.
Como Ana ya les había dicho, estamos muy agradecidas con todos los asistentes a la fiesta. Diego y Santiago se la pasaron INCREIBLE y desde luego, ni cuenta se dieron de tanto contratiempo logístico de su festejo.
Manuelito, Diego y Santiago en la mesa de regalos.
Foto del recuerdo ¿que quién creen que la tomó?
Claro, el Tío Manuel.

3 comentarios:

Gloria dijo...

jajajajajaja con lo de "y mi mamá también": pues le hubieran puesto "Felicidades Diego y Gael" :-P

Linda dijo...

Jajajaja!!!! Qué maravillosa crónica!

Ah! Niños...cuánta alegría traen con tan sólo sonreír! Y tengan por seguro que para ellos su fiesta fue PERFECTA.

Chapis dijo...

JAJA ME HAS HECHO REIR

LO IMPORTANTE ES QUE ELLOS SE LA PASARON SUPER BIEN

SALUDOS!!!