Ayer fue un día intenso. Primero, y como nos levantamos temprano, fuimos caminando hasta la Michoacana porque Diego tenía ganas de jugo. La negociación se llevó a cabo de la siguiente manera:
Diego manifestó que ya no quería terminarse la galleta que le había robado a Santiago, y también manifestó su deseo por proporcionársela a uno de los perros. Mami le dijo: No, Diego, si se la vas a dar al perro, mejor dámela a mí, y la tomó de la mano de Diego. Diego la pidió de vuelta, Mami cayó en la trampa y Diego la aventó diciendo: gua guá! Que yo interpreto como: Te dije que era para el perro.
Entonces Mami le dijo algo así como: primero debes dársela a Mamá, a Mami o Sampi antes que al perro, y se sirvió jugo. Entonces a Diego se le antojó y le pidió con esa carita de antojo a la que difícilmente nos resistimos un poco del jugo a Mami, pero Diego jamás se imaginó toparse en seco con una malvada y vengativa madre: No, tú no me diste de tu galleta, ahora no te doy de MI jugo. Diego estalló en llanto de frustración, los abuelos se acercaron a ver cuál era el drama y cuando se enteraron nada más vieron a Diego con cara de: ni modo, Diego, donde manda capitán...
Pero la verdad es que en estos días hace mucho calor y tampoco se trataba de matar de sed al niño, así que Mami dijo: Para que te dé jugo, necesitas que ese jugo sea tuyo, porque del mío no te voy a dar. Entonces se me ocurrió el remedio más eficaz: Agua de melón de la Michoacana. Diego es adicto al melón, puede comerlo a diario, podríamos mandarle melón diario de no ser porque el pobre de Santiago escupe melón por las orejas y arma manifestación si ve un cuadrito de melón más después de una semana consecutiva. Diego y Santiago se pusieron felices y como todavía era temprano, fuimos caminando, bueno, caminamos Ana y yo, a ellos los trepamos a la carriola.
Más tarde, el abuelo nos invitó a comer. Como los tiagos toman siesta alrededor del mediodía, cuando llegó la hora de irnos, todavía estaban dormidos. De todas maneras, cargamos con ellos, pero entre que nos subimos todos, Santiago se despertó y nos tuvo que esperar sentadito en la carriola en el porche. Yo tuve la precaución de colocarlo debajo de un árbol para que le diera sombrita.
Total, cuando ya estuvimos todos sintiendo el calor de las 2 de la tarde, el primer tema de conversación fue el calor. Entonces el abuelo empezó a decirnos: 1)Pues para que vean lo que sufrió el pobre Gonzalo esperando 2) Yo no lo digo por otra cosa, sino por Gonzalo.
Todas nos quedamos con cara de juat, preguntándonos quién era el tal Gonzalo, hasta que por el contexto concluimos que Gonzalo era Santiago!!!!!!!!! Extraño lapsus del abuelo.
En el restaurante, Gonzalo (Santiago) y el abuelo tuvieron un romance. El abuelo pidió que le acercaran la periquera y le ayudó a comer, le dio nieve, lo bajó, lo cuidó, lo cargó de regreso. Mientras tanto, Diego estaba entre la abuela y yo, tratando de averiguar cuántas zanahorias le cabían debajo de la camisa...
Total que, desde hace un par de fines de semana, estamos jugando con nuestros amigos Manuel y Elva a Changing Rooms. Y ese domingo tocaba trabajar en nuestra casa, específicamente, tocaba poner unos cortineros que Ana quería. No sé si recuerden que nuestras paredes del cuarto son amarillo brillante. Pues resulta que Ana quería resaltarles un marco a las ventanas de blanco queso. No sé en qué momento ocurrió, pero las cosas como las vi fue de esta manera:
1. Ana pintando en el extremo izquierdo de una ventana con un rodillo.
2. Santiago remojando una brocha en el bote de pintura
3. Santiago escurriendo la pintura dentro del bote de pintura
4. Ana bajando de la silla donde estaba para quitarle la brocha a Santiago
5. Yo muerta de risa, porque Santiago ya había dado unos buenos brochazos en el extremo derecho de la ventana, pero como es muy pequeño, pues ni por equivocación le dio al marco.
6. Ana sin saber si reír o llorar
7. Santiago con la cara muy seria.
8. Yo muerta de risa
9. Ana diciendome a señas que no regañara a Santiago
10. Yo muerta de risa
11. Ana traspasando la mano de obra a la puerta del baño que sí es blanco queso: Aquí sí puedes pintar papito.
12. Y yo le dije a Santiago: Gracias, Sampi, yo sé que querías ayudar, pero la pared va de otro color.
Al rato se aburrió de la aburrida puerta queso, y se encontró el cortinero viejo.
Yo: Ya sé, Sampi, ayúdame a llevarlo para afuera.
Y Santiago todo orgulloso, cargando de un extremo, con sus manitas, el cortinero, muy pendiente que no se atorara, ni nada.
Creo que se sintió feliz, hoy amaneció muy contento.
P.D Al rato subimos las fotos de la intervención artística de Santiago en la pared de Ana.
4 comentarios:
Pues dentro de lo que cabe se pasaron un buen fin!
Le sigo los pasos chicas, aunque no puedo firmar seguido, pero las sigo leyendo.
Saluditos.
Me los imagino haciendo de las suyas jajajaja deben estar terribles cada vez con más autonomia y ganas de imitarlo todo.
Muchos besos a los 4!
pero mira no te puedes quejar son muy acomedidos y siempre andan ayudando (a su manera , pero ayuda al fin)
Cabe agregar que Criseida lo hace sonar más dramático de lo que fue, en realidad yo solo pretendía empoderar a mi pequeño muralista a que se fijara nuevos horizontes pictóricos como la puerta del mismo color...
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