miércoles, septiembre 06, 2006

Alfiletero humano


¡Auxilio! ¡Soy un alfiletero! Hoy fui a que me hicieran la curva de tolerancia a la glucosa, a ver si resulta que tengo diabetes gestacional o no. En el laboratorio las enfermeras se dieron gusto con mis bracitos. Resulta que sí hay algo delgado en mi cuerpo, ¡y son mis venas! Es decir, no pudieron ponerme un cateter para tomar cuanta sangre quisieran, sino que tuvieron que pincharme una por una cada vez que hubo que extraermela. El procedimiento es el siguiente: llega la gestante en ayunas, le toman un muestra de sangre, luego le dan una carga de glucosa a ingerir y la vuelven a probar a la media hora, a la hora, a las dos horas y a las tres horas.
Yo, por su puesto, bien puntual me levanté a las 6:30 am, con Criseida refunfuñando porque todavía tenía sueño. Nos bañamos, lo cual es un decir, porque yo ya no alcanzo la mitad de mi cuerpo, así que dejo que el agua corra por mí a ver si se lleva algunos bichos. A las 7:30 am, estuvimos listas y arregladitas, tomamos un taxi y fuimos a los laboratorios médicos que están en el Hospital México porque allí nos mandó el doctor. Se de cidieron a pasarme como a las 8:00 am, y mientras nos pusimos a ver la peli de "No sin mi hija" que estaban pasando en la tele de la recepción.
Ya que me pasó, la señorita me preguntó si querría yo un cateter. Le pregunté que si era para evitar picotazos, y me dijo que sí, así que acepté gustosa. Viene otra enfermera y abre un paquetito muy mono y esterilizado para poner catéteres y empieza a explorar las diferentes banditas, gasas, agujas y pegatinas que traía el dichoso kit. Me vio las venas de un brazo, luego les hizo el feo y examinó las del derecho, me golpeteó el antebrazo y me hizo abrir y cerrar muchas veces ambos puños. Tras convencerese de que el lado derecho era peor que el izquierdo, volvió a pedirme ese otro brazo. Me zangoloteó el bracito y me puso un amarre en el brazo. Me metió una agujota y me preguntó si me sentía cómoda. "¡Claro! ¡Por su puesto!, ¿no me podría poner otra para llevar por debajo de las uñas?" Me intentó meter el cateter y con voz angelical me dijo "acongojada y trsite" el veredicto: mis venas son muy delgadas y ni el cateter más finito, que fue con el que intentó, me entra. Soy una estrecha.
Así que volvió a agredir a mi brazo derecho. Me pidió casi que hiciera levantamiento de pesas para que se acumulara sangre y tras otro piquete me dejó libre. Cero y van dos.
Pasó un ratotote, tiempo que sirvió para que termináramos de ver la peli y empezáramos a ver un capítulo de Laura Ingalls (¡Ingas!) y su casita de la pradera. Me dijo la enfermera que no podía proceder hasta tener el primer resultado (no sé para qué si la instrucción era muy precisa, después del primer picotazo debía yo tomar 100 miligramos de glucosa). Pasó hora y media y me dijo que ya tenía el resultado, que me tomara yo sólo 200 ml de la solución, y le pregunté: "señorita, eso equivale a 100 miligramos?" No. Que porque mi embarazo. Que porque si me iba yo a marear. Que porque si con el resultado que había yo arrojado no necesitaba yo eso. Y le recordé entonces que en la orden escrita por el doctor decía 100 miligramos. Me pude haber ahorrado hora y media de tiempo y ayuno, pero la señorita no me escuchó a tiempo. ¿Por qué me pasan estas cosas solo a mi?
Me terminé la solución de glucosa, los 100 miligramos completos a final de cuentas. Sabe horrible, quien piense que tantita azuquitar es buena pa' endulzar el día nunca se ha hecho una curva de tolerancia, hasta la belleza cansa y hasta el azúcar empalaga. Pasó media hora, y tuve que volver a entrar a la cámara de tortura. No estaba ya "mi enfermera" me la cambiaron. La otra enfermera me arevisó los dos brazos, me hizo abrir y cerrar puños, escogió el brazo izquierdo (el del fallido cateter) y me agujeró. Yo mientras veía la pared. Me he de haber puesto pálida porque me trajo un algodón con alcohol para el mareo. Sentí que me apretaba el brazo como si quisiera ordeñar la sangre. De pronto me solto y sacó la aguja. Me miró, con la misma mirada ensayada de fingida tristeza de "mi enfermera" y me dijo: "De esa ya no sale, ¿me prestas el otro brazo?" ¡Préstame a tu hermana, cabrona! ¿Cómo que de esa ya no sale? Muy linda yo le entregué a mi verduga el brazo derecho y procedió a clavotearme otra aguja y a ordeñarme hasta que salió. Cero y van cuatro. A penas iban dos tomas y ya estaba yo incapacitada para usar mis brazos el resto del día.
Crix y yo nos fuimos a pasear a los cuneros del hospital para matar el rato mientras era la siguiente media hora y a ver si la de los ultrasonidos tenía tiempo de recibirnos. Nos dijo que a las 11:00 am. Mi siguiente piquete era a las 10:45 am, así que daba tiempo.
Regresé, me picó de nuevo la otra, ora ya solo una vez y del lado derecho. Cinco.
Empezó la película de Baby Boom en la tele, mejor nos fuimos al ultrasonido. La doctora resultó ser una mezcla de Cher y Anjelica Houston con todo y pelo largo negro y sedoso a lo Morticia Adams, pero lo traía recogido, eso sí. Me sentaron en un sillón mezcla de ginecólo y dentista, pero con una almohada en la espalda. Una recepcionista muy atenta me hizo bajarme los pantalones hasta los muslos y subirme la blusa a las tetas. Me dijo que sí que hacía frío, pero que al ratito con el gel lubricante para el aparato de ultrasonido me daba más. Luego la doctora procedió a apagar las luces, poner el video dentro de la máquina y comenzó a pasarme la cosa esa (¿camarita?) por la panza. Al principio fue gentil, pero luego so pretexto de que los bebés se mueven y no hacen su vida facil (¿y la mía si?) empezó a clavarme eso de tal manera que pensé que me iba a sacar un hijo. Los bebés por cierto, siguen grandotes. Diego, ya pesa un kilo y setecientos gramos, Santiago pesa un kilo con seiscientos. Tan grandotes mis hijos. Dice que todavía tengo espacio y mucho líquido y les pudimos ver las caritas, pero no nos imprimió fotitos. Diego se parece cada vez más a Crix, pero en cachetón, y Santiago no sabemos porque ahora además nos salió trompudo. Están tan chistosos los dos. Por supuesto, los dos enseñando los genitales al aire, así que seguimos confirmando que son niños. Sus corazones tienen buen ritmo y ahora los dos están acostados, atravesados, con la cabeza a mi izquierda y los pies a mi derecha. Diego sigue de gandalla apachurrando a Santiago, a ver si nos sale chato por eso.... Cuando terminó la doctora de apuñalarme con la camarita me preguntó si me había mareado. Yo que andaba ya medio estúpida le pregunté que si con la glucosa. Establecido pues que a ella mi glucosa no le importaba, siguió revisando a mis hijos, viendo que todo latiera como debía y que todo fluyera de manera correcta. Yo todavía estoy cerradita y no se me va a salir ningún hijo demasiado pronto.
Cuando terminamos ya era hora de mi siguiente aguja. Así que bajé a los laboratios de nuevo. De nuevo ya estaba "mi enfermera". Me pidió ver los dos brazos, pero ya no me dejé y le expliqué que ya su compañera había comprobado que del lado izquierdo ya no salía nada, así que le entregué el derecho y la dejé hacer su trabajo. Me regañó por andarme saliendo del laboratorio y me dijo que ya no me anduviera paseando porque parte del examen consiste en estar sentadita esperando pacientemente el siguiente piquete para que no me gaste el azucar. Con este fueron seis.
Procedí a portarme como niña buena y sumisa y me senté junto a Crix a esperar el final. Como no llegaba me dormí, además ya habían cambiado de película y ni me enteré cual estaba ahora. Me despertó Crix para preguntarme a qué hora me tocaba la siguiente toma. Como si las instrucciones hubieran cambiado... faltaban veinte minutos y yo ya llevaba seis horas y media de ayuno. Me volví a dormir. Me desperté solita al cinco para la hora. Fui con mi carita amodorrada a decirle a "mi enfermera" que ya me tocaba. Me pasó. Mismo procedimiento. Amarre de brazo. Abrir y cerar puño. Golpear mi de por sí ya lastimada venita flaca. Picar. Ordeñar sangre. Desamarrar. Sacar la aguja. Limpiarme con alcohol. Pedirme que doblara el brazo por cinco minutos. Amenizó la última toma con algunas pregusntas personales, que si cómo se van a llamar, que si son niños, que si cuando nacen. Por cierto, me enteré que ella cumple años el 14 de octubre. Ah y que si por favor los podía llevar a hacerles allí el tamiz para que los conozcan. ¡Pobres de mis hijos! Todavía no nacen y ya los quieren picar! Esa fue la séptima agujeteada.
Siete horas de ayuno, siete pinchazos... ¿serán de buena suerte? ¿O será que mis hijos van a nacer el 7 de octubre? ¡Ah y si dividen la fecha de nacimiento de mi enfermera entre mis dos hijos también da siete! En fin, ahora que sé lo que se siente ser un monito voodoo creo que lo del lado místico ya no me gusta tanto...
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ANUNCIO: Este mes de sptiembre salió publicada en la revista bbmundo la carta que les envié a la editorial el pasado mes de julio. Si se dan una vuelta por Sanborn´s o algún lugar donde puedan leer revistas sin pagarlas, ya saben que pueden buscarla abrirla por allí de la página 7 u 8 y buscar la carta. Si no aquí está el link.

2 comentarios:

Cicutarsenica dijo...

¡Qué terrible! Por fortuna mis venas son bastante grandes y nunca han tenido dificultades para encontrarlas en ningún laboratorio.
Nunca imaginé que un ultrasonido pudiera ser incómodo, en todo caso la doctora parecida a Morticia Adams no suena nada mal...
Muchos saludos y sigan adelante.

Anónimo dijo...

...mis condolencias para tus venas :( reposo total de bracitos y mucho apapacho :D

Qué linda la descripción de los bebos!!! Van a estar bien grandotototes y fuertotototes, pero sobre todo bien lindos :)

Besos para todos

Hector