viernes, julio 28, 2006

Identidad lésbica. Una mirada histórica


Este artículo lo escribió una muy querida amiga nuestra: Cecilia Riquelme.

Fuente: www.viencuentrolesbicofeminista.org

Resumen
Un rescate de distintas experiencias lésbicas a través de la historia, desde la época prehispánica a nuestros días, intentando armar un rompecabezas con los pocos indicios historiográficos y fuentes primarias para México y América Latina.
Palabras claves: lesbianismo, safismo, sodomía, existencia lesbiana.




Introducción.
El registro histórico y la investigación acerca de la vida y obra de las mujeres que amamos a otras mujeres, en esta región del planeta, está en pañales. En el afán de rescatar una serie de imágenes que hablan de la existencia lesbiana me he propuesto hacer un recorrido por las escasas referencias historiográficas, dar a conocer algunas notas encontradas en la prensa del siglo XIX y parte del XX, hablar de la identidad lésbica de nuestros días y el camino andado por las activistas, para ir configurando una parte del rompecabezas de lo que ha significado el homo-erotismo femenino y una identidad de mujeres usualmente transgresoras.
Hablar de vivencias lésbicas nos remite a clandestinidad, a una historia oculta, que como bien señala Rosanna Fiocchetto en su texto La amante celeste, los materiales de investigación historiográfica son básicamente los “paradigmas indiciarios” de los castigos a la transgresión. En este caso hablamos de los registros de la Inquisición, archivos médicos, policiales y en menor grado la prensa.Sodomitas, tribadas, safistas, uranistas y lesbianas son algunos de los nombres elegantes que se nos han dado a través de la historia. Existen otra serie de denominaciones altisonantes en distintos idiomas ligados a estereotipos que no es necesario mencionar. Referirnos a procesos de construcción de identidad lésbica, nos remite a la invisibilidad, palabra que las actuales activistas utilizamos para significar la negación que se hace de nuestra existencia dentro de la sociedad. El visibilizarnos con dignidad y mostrar referentes sanos a las nuevas generaciones ha sido y es una de las tareas de nuestros días.


Colonia e inquisición
Con la llegada de los conquistadores europeos a nuestro continente comienzan a escribirse las primeras crónicas acerca del comportamiento de los nativos, la sexualidad es uno de los aspectos que más los escandaliza. Existen varias descripciones del vicio nefando y la sodomia foeminarum que atestiguan la existencia de practicas homo-eróticas en varias etnias de la actual América Latina.
El jesuita Pero Correa escribe en 1551:
“Hay acá muchas mujeres que realizan oficios de hombres y tienen otras mujeres con las que están casadas”. (J. Silverio Trevisan 2000).
Más tarde, alrededor de 1576, el explorador portugués Pero de Magalhães de Gândavo se refiere a prácticas homosexuales de mujeres tupinambás:
“Algunas indias de esta región juran y prometen castidad y así no se casan ni conocen hombre de ninguna calidad, ni lo consentirán aunque por eso las maten. Estas dejan todas las actividades de mujeres e imitan a los hombres y realizan sus oficios como si no fuesen mujeres. Traen el cabello cortado como los machos, van a la guerra y de cacería con arcos y flechas ... y cada una tiene una mujer a su servicio y que le hace de comer como si estuviesen casadas.” (J. Silvério Trevisan 2000).
Otros portugueses, como Gabriel Soares de Souza en 1587, Francisco de Orellana en 1541 y Ambrosio Fernández Brandão en el siglo XVII relatan descripciones similares. Por otra parte, durante el siglo XVIII otros europeos, misioneros y exploradores, describieron a las y losberdaches: en el caso de las mujeres vestían ropas de hombre y participaban en actividades guerreras, de caza, y otras que su cultura consideraba masculinas, como la confección de armas. Las descripciones históricas aluden frecuentemente a las berdaches diciendo que tenían esposas o compañeras duraderas. (Francis Mark Mondimore 1998).
En su articulo Sodomía en Bahía el antropólogo Luiz Mott nos cuenta que era tan generalizada la homosexualidad en tierras brasileñas que los tupinambás tenían nombres específicos para designarlos, entre hombres Tibiras y entre mujeres Çacoaimbeguiras; además señala que existe significativa documentación que comprueba las prácticas tradicionales y pre-coloniales del homoerotismo masculino y femenino en la región del Congo-Angola y en Costa de Mina, de donde llegaron muchos esclavos, por lo cual aumentó el contingente de homosexuales en Brasil.
Con la irrupción del Santo Oficio, la sodomía es uno de los “delitos” más castigados por los colonizadores, si bien existen muchísimos más casos de homosexuales hombres acusados y procesados, también encontramos el registro de algunos casos de sodomia foeminarum.
La historiadora Ligia Bellini nos cuenta como en 1646 la Inquisición portuguesa la excluyó de la lista de crímenes de su jurisdicción, pero a fines del siglo XVI las mujeres homosexuales sintieron el rigor de la saña inquisitorial. De las 29 denuncias a lesbianas registradas en el nordeste de Brasil, entre 1591 a 1593, cinco recibieron sanciones económicas y espirituales, tres fueron desterradas y dos condenadas a azotes públicos (Ligia Bellini 1989). De estas últimas, Felipa de Souza, involucrada en varios expedientes de la inquisición portuguesa, era famosa en la ciudad de Bahía de 1590 por sus varias amantes y dotes seductoras. Se vanagloriaba de haber consumado el pecado nefando con monjas en un convento local y haber tenido muchas relaciones con mujeres de distintas clases sociales. Entre ellas Paula de Siqueira de 40 años y casada, quien durante dos años recibió de Felipa cartas de amor, galanteos y regalos hasta que se hicieron amantes. María Lourenço, también casada y de 40 años confesó haber tenido relaciones con la misma Felipa. Relata que, sin embargo, no hubo ningún instrumento exterior penetrante entre ellas, solo sus vasos naturales delanteros juntos (...) y así estuvieron unidas deleitándose hasta que Felipa, que estaba encima, gozó.
Otras famosas de esa época son Luiza Roiz, conocida por perseguir a mujeres negras en Salvador y la pernambucana María de Lucena, quien también prefería “dormir carnalmente” con las esclavas bajo el silencio de la noche (J. Silvério Trevisan 2000).
En los archivos de la Inquisición portuguesa existen varios procesos de sodomía foeminarum, mujeres que confesaron seducciones, “amistades deshonestas”, “acoplamientos torpes”, en definitiva relaciones sexuales con otras mujeres. Los castigos fueron desde oraciones especiales, lecturas edificantes, hasta los azotes públicos y el destierro temporal o para siempre de su lugar de origen.
Para el caso de México, necesitaríamos rastrear a profundidad el fondo Inquisición del AGN para saber si aquí existieron procesos; sin embargo encontramos algunas acusaciones que develan las vivencias de algunas mujeres. Por ejemplo, el expediente de María Gertrudis de la Cerda: Por tirar el rosario y decir que no había de rezar. El día 19 de septiembre de 1780 compareció ante el comisario del Santo Oficio, ubicado en el Convento de Santo Domingo de la Ciudad de México, una mujer que dijo llamarse María Josefa de Ita, española, doncella de 21 años, la cual por descargo de conciencia dice, denuncia a María Gertrudis de la Cerda, dueña de la chocolatería de la calle de San Lorenzo, española, soltera, por no haber querido tener mala amistad con ella. Su intento era pecar con ella, porque varias veces le ha solicitado a la declarante pecar con ella, María Josefa como mujer y María Gertrudis como hombre. La última vez que lo intentó fue hace ocho noches. En vista de que María Josefa la rechazó, dijo María Gertrudis que ya no había de rezar y se quitó el rosario, ni se había de persignar hasta que Dios le apareciera la mujer que deseaba...
Otro aporte que nos parece importante mencionar es el realizado por la historiadora Alejandra Cárdenas, en su investigación Hechicería, saber y transgresión, Afromestizas en Acapulco: 1621. En este trabajo nos habla del caso de Isabel de Urrego, Catalina González y Juana María, acusadas de brujas, hechiceras, embusteras y de vivir infame.

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