lunes, agosto 22, 2011

Entrega No.18

8:17 NO MAMES NO MAMES NO MAMES!!!! Hoy es el primer día de clases y yo acabo de abrir los ojos. Diego y Santiago siguen dormidotes con el horario bien relajado y la hora de entrada es a las 8:30. No mames no mames no mames!!!! No lograremos llegar en 13 minutos.
8:28 Efectivamente: NO MAMES. Apenas vamos saliendo de la casa.
Y sí. El día de hoy el calendario marcaba la tan anhelada fecha: El regreso a clases. Obviamente no tenemos toda la lista de útiles completa, seguimos sin comprar el uniforme oficial, mis hijos andan todos greñudos, Diego no tiene zapatos escolares y desde luego no tenemos el dinero de la aportación voluntaria. Pero hoy marcaba el gran día y yo no iba a permitir que nos regresaran. La verdad, mis hijos se portaron como todos unos soldados (aunque ya no sé si esto es bueno o malo), se alistaron lo más rápido y con el mejor humor que les fue posible en el estado de modorra en el cual se encontraban. Diego sí quería volver a clases, Santiago no estaba muy convencido.
Los hice trotar hasta la escuela. No pensé que tuvieran esa condición física, pero lo lograron. Llegamos tardísimo, claro, a las 8:37. Pero para fortuna mía, algunos alumnos de 2o todavía no se hacen a la idea y había llanto por todas partes. Aproveché la conmoción y escabullí a mis hijos. Diego se metió luego luego a su salón que era el mismo. Se quedó extrañado porque era el mismo salón pero no era la misma maestra. Santiago, por el contrario, dijo que iba a ir al baño y que ahorita regresaba. Lo esperé mientras oía los avisos: Los de 3o tendrán días libres porque las maestras tienen que asistir a una capacitación para la enseñanza de inglés, esta semana los niños tendrán día libre pero las madres de familia no porque tenemos que asistir a una reunión técnica y la mejor noticia de todas: Cambia el horario de salida!!!!! Se quedarán 15 minutos más.
En eso salió Santiago y lo llevé a su salón: Efectivamente, era el mismo pero con maestra diferente. Santiago, como cuando era un bebé, se aferró del marco de la puerta porque no quería entrar, pero su ahora maestra lo tomó del brazo y con una suavidad que desconcertó a Santiago lo llevó a su lugar. Me volteó a ver y me dijo: "¿Él es Santiago, verdad?" Yo dije que sí. El detalle le agradó a Santiago, así que se puso dócil. Luego la maestra intentó echárselo a la bolsa: "Qué guapo vienes hoy, Santiago, con tu uniforme". Y entonces los dejé. Ojalá sea buen agurio de que llevarán una buena relación.
Y bueno... ahora empiezan este tipo de preocupaciones. Mis hijos ya están en 3o de preescolar!!!! Al final del año entrarán a la primaria. No puedo creerlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola! tienen un uniforme y se los cambiaron a otro? no es obligatorio verdad?