Y sí. No mames.
El día de hoy más me tardé en alistar a mis muchachos para llevarlos a la escuela que en recibir una llamada de la maestra de Santiago. Resulta que el dúo dinámico decidió por azares de la vida tomar un refrescante baño en los bebederos y naturalmente me pedían que les llevara un cambio de ropa.
Cuando por fin junté la ropa y pude llevarla a la escuela prácticamente ya iba a ser hora de salida pero como quiera nos metimos, pese a las protestas de Diego, al baño de las niñas para que se cambiaran. Cuando llegué Diego tenía puesta una camiseta azul que su maestra le había prestado porque el nene estaba hecho una sopa. Se veía que estaba lloroso, tal vez por el regaño, tal vez por la incomodidad, tal vez por cualquier otra cosa.
Total, regresamos a casa y la abuela de inmediato les quitó los zapatos para ponerlos a secar al sol porque nada más no estaban goteando debido al inclemente calor que hace en Monterrey, de lo contrario habrían llegado escurriendo agua.
Yo de verdad que no entiendo de dónde se les ocurre tanta mamada, pero bueno, así son las cosas.
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