domingo, octubre 17, 2010

Un domingo como cualquiera

Hoy ha sido un domingo bastante "casero". Después de un almuerzo en familia, fuimos al Wal Mart a hacer el súper. A Diego y Santiago les encanta ir al Súper, pero a mitad de recorrido Diego entró en una crisis existencial que ni todas las muestras gratis lograron consolarlo. La crisis empezó porque una demostradora de Wal Mart le dio a Santiago un folleto de juguetes que por alguna extraña razón Diego también quería. Entonces, para amortiguar el berrinche, los llevamos al área de juguetes donde Santiago se enamoró de un oso gigantesco y Diego de un arca de Noé con "tiano". Al cabo de quince minutos, logramos arrancar a Santiago del oso y persuadir a Diego de que él ya tenía un arca que era cuestión de ir por ella a su ciudad natal. Sin embargo, Mami se pasó de sincera y le aclaró que su arca no tenía el piano y Diego estalló en lágrimas cuando se dio cuenta que su hipotética arca no tenía "tiano" para hacer música.

Luego de diez minutos de ver a Marga López llorando desconsoladamente, logramos calmarlo con la promesa de que su abuelo le daría una colección de cochecitos muy interesante que tiene... pero cuando fuera grande. Diego siguió los sollozos pero muy dramáticamente nos informó que estaba llorando de alegría.
A los cinco minutos olvidó su llanto de alegría y siguió llorando. Y sólo se consoló cuando Mami le consiguió otro catálogo de juguetes. Desde luego, ahí no terminó la acción, sino que en un par de minutos empezó a dar vueltas como poseído alegando que tenía ganas de ir al baño. Mami lo llevó y la conversación que alcancé a escuchar cuando regresaron fue un "NO, DIEGO, no quiero que hagas popó en ese baño, está muy sucio". Cinco minutos después, Mami tuvo que volver al baño a que su pequeño gemelo satisfaciera sus necesidades fisiológicas.
Mientras tanto, tuvimos a bien pasar por la panadería, entonces al pasar por unos panecillos rellenos de queso Philadelphia y conociendo la golositud del mayor de mis hijos, intercepté la mano de Santiago que con singular alegría se disponía a tomar sin ninguna clase de recato el pan. Cabe destacar que mi medida "correctiva" hizo que niño estallara en sus respectivas lágrimas y hubo que consolarlo con alguna muestra gratis desvalagada por el súper. Para esto, había una chica que estaba promocionando barritas energéticas de uva y guaraná, así que yo, para distraer a Diego, le dije que le fuera a pedir una. Para cuando el pie derecho le pidió permiso al izquierdo, la mujer se había esfumado del pasillo, lo cual ocasionó otra crisis de llanto que me dieron ganas de apagar con un extintor... afortunadamente mi esposa, que es una santa, venía corriendo por el pasillo de los panes con dos barritas de uva, una en cada mano.
Los primeros auxilios de azúcar para nuestros vástagos fueron adecuadamente suministrados y llegaron a su sistema nervioso justo para que cuando llegáramos al pasillo de máscaras y disfraces de Halloween estuvieran como un par de gnomos sobre estimulados probándose hasta platos y vasos desechables.
No obstante, el virus del llanto estaba poseyendo a mis hijos, con lo cual tuve que sacarlos al Prichos a que escogieran el adorno que Mami les había prometido. Y dicho y hecho, Mami le compró un cuaderno de colorear a Diego y un plato a Santiago. No entendimos muy bien por qué Santiago escogió una bandeja de pan de muerto pero decidimos respetar su elección. Él iba muy feliz jugando con su plato y enseñándole a todo mundo las calaveritas bailarinas que decoran la superficie de su charola. También Mami salió con un adornito. Un gato de cascabeles morado para colgar en su puerta.
En fin, regresamos a comer con la abuela y estoy posteando esto en lo que Mami termina de vestirse para continuar con el paso dominical: Sigue la FERIA DEL LIBRO!!!!!!
Ojalá encontremos talleres y libros novedosos para Diego y Santiago.

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