lunes, junio 01, 2009

Mi familia LGBT

Hoy es el día y hoy postearé sobre mi experiencia en mi familia LGBT.

1. Primero que nada... la familia
La familia es un grupo donde se crean vínculos consanguíneos o no, pero donde definitivamente existen lazos solidarios. Es un grupo al cual el miembro puede recurrir para cualquier tipo de apoyo en este grupo espera encontrarlo. La familia no necesariamente tiene que estar unida por un lazo biológico, sin embargo, he de reconocer que muchas veces este lazo es el factor común.
El 2 de enero de 2004 decidí formar una familia. El 2 de enero de 2oo4 Ana y yo formamos una familia que nos incluía a nosotras dos y además a Cloti y a Mercutio. Luego en 2006 decidimos aumentar nuestro núcleo familiar con la llegada de Diego y de Santiago. Y ahí empezó todo: Miren, tener hijos, tener derecho a la descendencia, es un derecho que todo ser humano tiene por el simple hecho de ser humano. Y yo, Criseida, pasé por un proceso de reflexión muy profundo para llegar a este convencimiento. Primero tuvo que pensar en mi familia de origen, en mi mamá, mi papá, mis hermanos y mis abuelos. Primero tuve que pensar que en muchas cosas "mi familia" me había servido para una chingada y tuve que cortar el cordón umbilical. Luego tuve que cuestionarlos, bajarlos del pedestal y finalmente aceptarlos tal cual son. Y en eso estoy.
Pero en el inter tengo una familia bien chingona. Tengo una pareja que me permite crecer emocional y profesionalmente, que ha estado conmigo desde los 15 años y no me ha dejado abajo ni una sola vez, que ha atestiguado cada uno de mis éxitos y fracasos, en mis cambios, en todo. Ana ha sido la persona que más me ha impulsado en la vida y con la que he podido experimentar las experiencias más cabronas de mi vida. Una de ellas es tener hijos, una de ellas ha sido haber llevado a mi hijo en su vientre... y no tenía por qué hacerlo.
Debo reconocer que me molestan mucho los comentarios de la gente que dice que en una pareja lésbica no debe haber hijos, gente como Norma Robles y su Ley de la Familia, gente como Juan Dabdoub, presidente de Familia Mundial, AC que insiste en que los hijos es un derecho de heterosexuales. Pero también debo reconocer que yo misma tuve que hacer un fuerte trabajo para liberarme de la lesbofobia internalizada y para darme cuenta que no todo es lo que parece y que no todo ha sido así toda la vida.
Yo creo que mi familia es chida. Así como es. Con sus altas y bajas. Con la gente que poco a poco se ha ido integrando y son fundamentales para mí y para mis hijos. Es increíble el poder de transformación que los hijos logran en la vida propia y ajena... pero para bien, siempre para bien. Yo soy una mejor persona, yo hallé amor, equilibrio, inspiración y valentía, cosas que pensé nunca iba a encontrar.
Yo creo firmemente que una familia crece y se desarrolla donde hay amor, comprensión y verdad, mucha verdad, y eso hay en esta familia. No tengo nada que ocultarle a mi familia, no tengo nada que no pueda explicar. Al contrario, tengo todo para dar.


2. Segundo pero no después: Lo que he aprendido de mis hijos
Hace casi un año fui a la presentación de un libro y el escritor dijo algo muy cierto: tener hijos ayuda para comprender al ser humano. Yo concuerdo. Tener hijos, si sabes aprovechar la experiencia, te deja explicaciones a niveles profundos. Por ejemplo: Para mí ver a Santiago fue una confrontación, un repaso de cómo era yo en la niñez y cómo me trataron. Y al verlo ahora tan dulce, tan amable, tan sonriente, entiendo que cuando nacemos somos un lienzo en blanco que nuestros padres y nuestros conocidos y después nuestros desconocidos van pintarrajeando. Y ver a Diego me hizo confiar tanto en la capacidad mía y de cualquier otra persona de sentarse a tratar de explicarle a una personita, con el corazón en la mano, de qué se trata el mundo. Y el mundo soy yo, y el mundo son ellos, y el mundo es nuestro. Y el mundo no viene definido, el mundo es una constante definición, día a día, hombro con hombro. Y aunque esa definición es colectiva no quiere decir que sea definitiva ni absoluta.

3. Tercero pero no al último
Y es parte de lo que quiero enseñarles a mis hijos. Que el mundo es suyo, que el mundo es de todos y todos tenemos no solo el derecho sino la obligación de ver por la felicidad de todos. Que el mundo se ha conformado por esquemas que si no funcionan tienen que ser cambiados y que si no cambian es por necedad o por intereses muy lejanos a la búsqueda de la felicidad. Pero no podemos perder ni un solo segundo, ni un solo instante en el intento de ser felices. Digan, hablen, inventen, critiquen. Uno tiene que ser feliz a toda costa.

En fin.
La familia LGBT, mi familia LGBT es una familia, porque es un espacio donde hay relaciones consanguíneas y no, pero donde definitivamente Ana, Diego, Santiago y muchos de sus tíos pueden recurrir en el momento en que lo necesiten.

Tal vez es cierto lo que dicen, tal vez es cierto que all you need is love.

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