domingo, agosto 31, 2008

Ay, los amiguis...

Me da risa eso de los "amiguis".
En fin, creo que en entradas pasadas y en mi blog personal he externado varias veces mi adicción a Facebook (aunque ahora me lo anden desprestigiando con mails cadenas) y la suerte que tuve para volver a encontrarme con compañeros de la secundaria.
Inicialmente tenía un temor muy particular de volverlos a incluir en mi vida porque se me hacía difícil que comprendieran cuánto había cambiado yo. Incluso, me daba un poco de pavor hablar de mi familia, enterarlos y salir del clóset.
Confieso que mi estrategia fue la siguiente:
a. Invitar a la que quisiera asistir al cumpleaños de Diego y Santiago (el año pasado).
b. Ponerme married, en el Facebook, to Ana de Alejandro (¿es esta demasiada información?).
c. Responder, ante cualquier pregunta hecha mediante la red de redes mediante una brevísima línea: http://dosmamis.blogspot.com/
d. Dejar que el resto hiciera lo demás, es decir, que el chisme comenzara y yo ya no tuviera que tragar saliva ante las típicas preguntas de: ¿qué te has hecho?, ¿qué estudiaste?, ¿te casaste?, etc.
Me he juntado con mis compañeros de generación dos veces en este año, y las dos veces han sido más bien placenteras, lo cual me hace pensar que efectivamente las cosas transcurrieron como lo previsto y para estas alturas ya todo mundo sabe que soy lesbiana y que mediante alguna cosa rara tengo hijos y quién sabe cómo le haga con dos.
Yo ni apoyo ni me opongo a reuniones con o sin pareja, con o sin hijos, pero me parece de mal gusto que haya prohibiciones estúpidas como "vengan sin pareja porque qué oso que nuestros maridos se den cuenta la clase de fichas que éramos en la secundaria". No sé, entiendo que a un antro no llevas a tus hijos, pero no veo porque a un restaurante equis o a una casa esté mal visto si uno nunca sabe la razón por la cual es conveniente que la gente lleve compañía. Además, si algo está de moda en nuestros días es precisamente andar cargando con tu huerco pa todos lados, más si son gemelos (je je).
El punto es que después de tanto pelearme por el derecho a que cada quien llevara a quien se le diera la gana, cargué con todo y mujer e hijos a la última reunión. La cosa estuvo bastante tranquila. Excepto el drama mayor que hizo Diego a la hora de mandarlo a dormir. Ana tiene la teoría de que uno debería cargar con su hijo pa todos lados y acondicionarle los espacios para respetar sus horas de comida y sueño. Total, ese día andábamos comprobando la teoría, y creo que hubiéramos tenido un resultado excelente de no ser por esa mañana de Ana de acostarse con las gallinas y despertarse con el gallo... ok, esta metáfora sonó muy mal, pero el punto es que Ana con tanto trabajo loco y tanto curso, tiene que despertarse muy temprano, y eso está empezando a afectar nuestra vida social. Es momentáneo, como todo en la vida, pero no le quita el agüite del instante.
Así pues, en la dichosa junta, nadie se sintió con la curiosidad de indagar más allá de que si eran mis hijos y ya. El chisme no le había llegado a algunos, pero seguramente cuando nos fuimos Ana y yo con los dos niños todo quedó claro.
Así estuvo bien para mí y creo que en este caso, una acción valió más que mil palabras.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

...no si ya se da uno por bien servido si le escriben a uno "amiguis" y no amiwis

Pariente lejano del Talibán Ortográfico

encantada dijo...

Muy valientes, claro que sí.

¡Saliendo del armario hasta en nuestro pasado!