martes, julio 31, 2007

No sé qué escribir

Si digo que he analizado concienzudamente mi comportamiento a lo largo de estos años, no estaría haciendo otra cosa más que mentir por completo. Mis aportaciones a este blog suelen tener una sana distancia de mis emociones más intensas, y digo que es una sana distancia porque así quiero verlo, porque en realidad no es como que tal distancia exista. En fin. Hay tanto de qué hablar, pero por alguna razón no me puedo inspirar. En mi vida y en la de Ana y los bebés hay tanto, sin embargo no atino a organizar mis ideas y ponerlas por escrito.
Ya me cambié de trabajo
La fortuna me sonrió y pude dejar atrás mi antiguo trabajo. Decidí renunciar porque el ambiente se estaba poniendo muy hostil. Los jefes insistían en infundirnos terror psicológico y en tenernos todo el tiempo con el miedo de que nos fueran a correr. Claro, una vez que descifrabas la política de intimidación lo único que perdías era el respeto por ellos. Caí en ese trabajo justo cuando más lo necesitaba, es cierto. Me vino como anillo al dedo. Sin embargo, estoy convencida que mi presencia ahí era más kármica que profesional, porque me dejó mucho en lo emocional por los compañeros que conocí ahí. Fue como en Santander, lo que en realidad conseguí fue en el plano de las amistades más que en lo laboral. Por eso, cuando al cabo de unos meses vi que muchos iban desertando, pensé que de ahí ya había conseguido lo que podía. Me llevo un buen sabor de boca en ese sentido.
Por otro lado, la decisión para renunciar fue fuertemente influida por el acoso diario del JEFE DE REDACCION. Acoso en todos los sentidos, pero ver cómo intentaba chantajear y meter en su cama a cada una de las compañeras cada día, era simplemente anoyante. Cuando le dije que ya no quería trabajar ahí, me dijo que no cometiera una locura por solidaridad. Y entonces me quedé más tranquila, porque al menos el mensaje había sido claro: NO, NO QUIERO UN ASCENSO NADA MAS QUE PARA CONVERTIRME EN COMPLICE DE ESTE PENDEJO. Una ética personal que si bien no me llevó lejos, al menos me aseguré de mostrarla cuando ya tenía otro trabajo en puerta. Ahora sí, entre más seguro más marrao. Sé que hice bien, porque además el reto de estar haciendo algo nuevo me da más fuerza para modificar el futuro.
Pensamiento post antro
HACE ya bastantes días que fuimos al Between por última vez, pero aún mi cabeza sigue dando vueltas entorno de una plática que ahí tuvimos con una amiga. Ella defendía la apertura de Monterrey. Defendía que en su trabajo nadie la molestaba ni le decían nada, que la llevaba tranquila. Nos maravillamos, porque habíamos asumido que estaba fuera del clóset. Nos aclaró que no, que nada de eso, que tampoco se iba a exponer a que la corrieran o le fueran a decir algo. Medio le tratamos de decir que eso no era apertura, pero la plática, como siempre, se va por otros caminos. Yo me quedé pensando en lo que muchos años atrás me dijo un amigo: LO QUE PASA ES QUE TU ANDAS DE ACTIVISTA PORQUE NUNCA HAS SUFRIDO DISCRIMINACION, NUNCA TE HAN DICHO NADA EN LA CALLE. No le contesté en su momento, pero es algo que no olvido. Vamos a ver: Monterrey es más abierto, tanto que mejor no nos exponemos a decir a los cuatro vientos que tenemos pareja del mismo sexo (cuando es pertinente, claro). O seguramente porque yo nunca he sufrido discriminación es que quiero que las cosas cambien. El punto es que nunca te discriminan si no te pones en la línea de fuego, si uno se mantiene en su barecito o su antro de perdición creado expresamente para nuestra libertad de expresión, pero traer "nuestras perverciones" al escenario público es la provocación que el conservador que hay en nosotros estaba esperando para saltar de entre las sombras y decir todo lo que nuestra educación seudo cool no nos permite. Y como en el fondo estamos cortados por la misma tijera, pues mejor no decimos nada, no vaya a ser. Mientras pensemos que la apertura es proporcional a la cantidad de lugares para gays y lesbianas en la ciudad o que es proporcional a la cantidad de saliva disparada por segundo por cualquier intelectualoide culturoso de nuestra ciudad, nada va a cambiar... pero no estoy segura de que haya alguien que realmente quiera que cambien las cosas.
Los hijos te cambian
Sí, la vida no vuelve a ser de la misma manera, pero creo que el precio es justo. El crecimiento es inexplicable, la pérdida de la inocencia, como dice un querido amigo, se da en todos los niveles. Y como le contesté a una mujer que de pronto entró de colada a nuestra casa en el DF: Las cosas siempre salen... nada más un buen día te despiertas con un bebé que ya se pone de pie y pide desde la cuna que lo saquen de ahí. Y un buen día te despiertas y volteas y le dices a tu pareja: "Soñé que estábamos en la fiesta de los niños... cumplían un año":

1 comentario:

Luz dijo...

hola chicas, nos intereso su blogs y su historia, somos una pareja de Argentina, tambien en el intento de contar la historia y de encaminarnos hacia la maternidad
les dejamos nuestro bogs
rosario1991.blogspot.com
Nati y Pao desde Rosario, Sta FE Argentina