lunes, abril 23, 2007

La triste historia de la cándida Ana-eréndira y su Primo desalmado

Weeeeee! ¿Qué escribo aquí? O sea, no es que no sepa, no más no sé por dónde empezar... Es que me pusieron a leer el blog de Cindy la Regia. Échenle un ojito, no más para que se den una idea de lo que significa ser regia.
En fin, creo que ya cumplí dos meses sin escribir, tengo excusa, lo prometo, estaba dejando el tiempo pasar para tener algo MUY interesante qué contar. Ok, creo que como pretexto eso realmente no funciona. Quién me conozca sabe que puedo ir a dormirme una noche y a la mañana siguiente para bie o para mal ya tendría algo nuevo qué contar...
Bueno, pues la historia sucedió así:
Crix y yo dejamos de trabajar en aquello de andar de repartidoras de enseres computacionales. A ella la contrataron para dar clases en una de las muchas universidades y prepas patito que hoy florecen. Así pues, el primer lunes que ella fue a dar clases, nos levantamos temprano como todas las mañanas y yo fui con mis papás a su cocina para ver las novedades del día. Mi papá nos contó que soñó (o vió, o se le apareció) un perro como diciéndole que estuviera alerta, pero el asunto más que controversial me pareció una jugarreta de su mente diciéndole que se deshiciera de tanto perro (ese día sumaban 30 caninos entre propios y ajenos guardados en la casa).
Total regresé al cuarto y despedí a Crix. Mi mamá y yo, estábamos plácidamente atendiendo a Santiago y a Diego cuando en eso llegó mi papá corriendo y nos dijo todo exaltado que fuéramos a defender la casa porque en el área de las perreras estaba mi primo Alejandro con una retroexcavadora tumbando la barda para meterse al terreno. Yo salí corriendo como desaforada con Santiago en brazos. Llegué al otro extremo de la casa, al punto en cuestión y me encontré con una escena abrumadora.
La barda de 30 metros o más de largo y 3 de alto que da al frente de la casa estaba agujerada por su lado norte y le habían tumbado fácilmente unos 15 metros. Una enorme retroexcavadora era el vehículo de tan terrible hazaña. Yo me acerqué hacia el armatoste y el chofer no se amilanó, él estaba dispuesto a seguir embistiendo contra la pared aunque yo estuviera allí y trajera al niño en brazos. Palabras más, palabras menos, le grité al imbécil de mi primo que esa propiedad no es suya y que no tenía ni tiene el derecho de venir a intentar desalojarnos de ella. Quiera o no yo a los perros, ellos viven en las perreras que tiene mi papá construidas en el jardín lateral de la casa y por ende mientras estén allí nadie puede desalojar a mi papá de su terreno puesto que él vive de lo que gana con ese "ganado perruno". O lo que es lo mismo, la ley nos defiende de malandros como mi primo. Por si las dudas, en caso de que no entendiara yo me arrinconé contra un árbolito flacucho que había pegado a la barda y que todavía no alcanzaban a tirar del todo, mi intención era amarrarme como salvadora de Greenpeace y defender la plaza, con Santiago al hombro. Mi mamá se percató del encanto de la toma y para agrgar dramatismo me llevó a Diego y ahora sí, pésele señor chofer encima de una Santa Madrecita y sus dos tiernos bebecitos. Por supuesto, la policía dio por terminado el derrumbe de bardas ajenas.
Estuvimos un buen rato discutiendo con el malhechor y sus secuaces, además de lidiar con la policía y todos los vecinos mirones que luego se hicieron ojo de hormiga cuando se les pidió testificar. Pensamos que allí habría terminado la mala experiencia, con un par de corajes y un hoyo en la barda, pero no. Más tarde mi papá consideró prudente ir a poner una denduncia en contra de mi primo por daño en propiedad privada y cuando llegó al ministerio público se dió cuenta de que mi primo había metido antes una denuncia en su contra por un supuesto robo de unas carretillas y unas palas de albañil. Obviamente lo detuvieron allí mismo y entre las averiguaciones se quedó allí entambado toda la noche.
Mientras tanto en el Nogalar... Mi madre y yo pasamos toda la mañana y parte de la tarde haciendo guardia en el jardín frente a las perreras por si mi primo volvía. A eso de las cuatro creímos que sería buena idea entrar a comer en la cocina. Como a las cinco mi mamá se asomó por la ventana y se quedó impávida ante el atroz hecho, habían vuelto los empleados de mi primo con todo y retro. Yo salí corriendo nuevamente, esta vez sin bebés, porque la carriola se me quedó atorada a medio camino y la tuve que dejar. Cuando quise volver a recurrir al arbolito, me encontré con que ya lo habían tirado también. Tuvo a bien volver a pasar la patrulla, el oficial en turno se bajó y me preguntó qué sucedía, si habíamos acordado ante el juez la propiedad del terreno. Yo le expliqué queb de ninguna manera ese terreno es de mi primo y que tampoco estábamos de acuerdo en que siguiera destruyendo nuestra propiedad. Por lo tanto les pidió a los "caballeros" que se retirasen no sin antes advertirles que de intentarlo de nuevo ellos también irían presos por complicidad ante el hecho.
El terreno en cuestión es parte de la casa en la que ahora vivimos mis padres, Crix, los niños y yo, es parte de una herencia y forma junto con otras propiedades la manzana de la discordia de una familia, no muy numerosa, pero sí muy ambiciosa. Todos los bienes están a nombre de una sociedad en la que tomamos parte mi padre Javier el Loco, mis primos Alejandro el Desalmado y Fernando el Bueno, la tía Adriana la Despiadada. Pero como en las misas de muchos padres, no todo mundo estuvo de acuerdo en cómo dividir, ni a quién vender. El caso es que Alejandro el Desalmado agarró y vendió un terreno que se suponía que le iba a corresponder a mi padre y obviamente no entregó ni un peso por ello a mi papá.
Me preocupé mucho ante los hechos y pensé que el único que podría ayudarnos y rescatarnos (además del Chapulín Colorado) era Fernando el Bueno, por eso le llamé a su oficina aunque yo tenía entendido que él seguía en Durango por unos asuntos de su mina. Le dejé el recado en su oficina de que su hermano había intentado desalojarnos, y un rato más tarde se comunicó conmigo. Tras el segundo incidente le volví a llamar y se dejó venir para ver en qué podría ayudarnos. Se quedó toda la tarde conmigo y con mi mamá, llegó con su esposa y entre todos hicimos un pic nic afuera de las perreras. Más tarde llegaron sus tíos también y Myrna con sus hijos para hacernos compañía a nosotras.
Mientras esperábamos que llegara el abogado para que ayudara a mi papá llegaron unas patrullas preguntando por Alejandro de Alejandro (aka Alejandro el Desalmado). Me acerqué a donde ellos estaban y pregunté: "¿Qué necesita oficial?" "Andamos buscando a Alejandro de Alejandro" "Aquí no vive ese criminal, ¿para qué lo busca? ¡Es lo mismo que nos preguntamos todos dónde anda Alejandro de Alejandro"...
No se pierdan la continuación de esta historia

2 comentarios:

MrH dijo...

...y aquí es donde la realidad supera la ficción (aunque yo siga picadísimo con Criseida por entregas...)

Un buen día de estos le cae el chahuiztle al primo desalmado, vas a ver. Por lo pronto a la que le están cayendo carretadas de amiguitos descerebrados es a la tal Cindy... aaaargh! qué coraje y qué desesperación :P (verdes! ...resultó ser tomadilla de pelo estilo Moderatto :P )

Saludos, y besos para los pequeñines

Akaotome dijo...

Sí... deberías ser pluma invitada a criseidaporentregas...

pero AAAAAAAAAH, se le olvidó la parte chinwenwenchona de la historia, cuando el policía pregunta por Alejandro, Ana contestó: "Búsquelo en la cloacas profundas de la ciudad, que es donde se esconde junto con su ristra de malandrines!!"