lunes, octubre 23, 2006

Algo tiene que cambiar


Diego nació el 10 de octubre de 2006 a las 2:46 pm. Nació pesando 2 kilos 540 gramos. Estuvo en observación durante doce horas y lo dieron de alta junto con Ana y Santiago el 13 de octubre de 2006. La doctora nos dijo la noche anterior que “Diego se veía amarillito”, pero que si el médico pediatra en guardia lo veía bien, lo dejaba salir. He ahí cómo regresamos a nuestra casa pasando el mediodía del 13 de octubre, con la gran recomendación de darle baños de sol para que se le fuera quitando lo amarillo, pero no sucedió así, sino que por lo contrario, Diego se puso más y más amarillo y lo llevamos el 18 de octubre a consulta y su pediatra en la alarma total nos mandó al Hospital Infantil Privado para hacerle unos estudios. A la medianoche la pediatra nos llamó para decirnos que internáramos al niño de inmediato porque tenía las bilirrubinas muy altas: hiperbilirrubinemia multifactorial. Así lo hicimos y luego de un buen rato, internaron a Diego y todavía sigue ahí. Ésta fue la razón por la cual nos perdimos en el tiempo y no escribimos ni el miércoles ni el viernes pasado.
Con Diego hice lo mismo que con Ana, firmé pagarés, responsabilidades y me puse de acuerdo con el hospital en materia administrativa, pero cuando le asignaron cuna en la sección NEONATAL, me hicieron leer en voz alta que únicamente el padre, la madre o tutor pueden tener acceso a las horas de visita. Les expliqué que, en ese caso, yo era la tutora de Diego, pero como ni siquiera está registrado, no hay manera legal de probar eso. Como soy mujer y Ana, con todo el derecho del mundo, dijo previamente que ella era la madre, los policías y enfermeras decidieron que sólo Ana podía entrar a ver a Diego. Yo, esperé pacientemente a que llegara la pediatra y le externé mi deseo y derecho de ver a mi hijo y contestó algo así como “híjole, eso no depende de mí, pero voy a arreglar que entres a verlo”. Habló con el médico encargado y me dejaron ver a Diego, pero una de las enfermeras se portó de la manera más grosera que pudo. Le pregunté cómo estaba mi hijo y contestó: “esa información es únicamente para los padres, no nos tienen permitido dar más detalles más que a ellos”. Le contesté: “Sí, acabo de hablar con la pediatra, gracias”. Y me quedé pensando en el letrero de padre, madre o tutor. Me quedé pensando en que, por alguna razón, sí está contemplada la figura de una persona que no sea ni el padre ni la madre para hacerse responsable del bebé y me quedé pensando en que, por muy delicada que sea el área de NEONATAL, no van a contagiar más a los bebés dos mamás que un papá y una mamá.
Por supuesto, esta actitud corresponde a una postura obtusa y rígida. En el Hospital de México, por lo menos el médico que atendió a Ana respaldó en todo momento que yo entrara a los cuneros, pero esta pediatra dio por negado de antemano el permiso.
Diego tiene 13 días de nacido y tal vez no extrañe demasiado mi presencia, pero supongamos que en un futuro, ya que tenga dos o tres o más años tenemos la necesidad de volverlo a hospitalizar y vuelven con la política de “sólo el padre, madre o tutor” y bajita la mano y como que no quiere la cosa, nada más dejan entrar a Ana o a mí, pero no a las dos “por el bien del paciente”. Creo que nada deprimiría más al niño que no ver a una de sus dos madres.
Al principio, le dije a Ana que deberían tener una especie de módulo para que dos familiares, los que van a cuidar al niño, se dieran de alta y se les permitiera el paso. Ana sugirió algo más atrevido: deberían dejar entrar a las personas cercanas al niño, en muchas estructuras familiares el niño es criado, atendido, cuidado y procurado por la abuela y con este tipo de reglamento, lo único que provocan es que los padres, que ni siquiera van a cuidar al bebé cuando éste vuelva a casa, sean los que se chuten las jornadas en las visitas, y vaya, no digo que los papás no quieran al niño o no tengan derecho por salirse a trabajar todo el santo día, sino que las recomendaciones y los consejos de cuidado del niño le servirían más a las personas que lo van a cuidar. Hoy, por ejemplo, Ana tiene una tutoría de cómo bañar a Diego y estaba pensando seriamente en no ir, después de todo, a Ana no le toca bañar a los niños y los consejos y la práctica me servirían mejor a mí.
La cuestión es que la biología no quiere decir nada en cuanto a un niño se refiere. La cuestión es que Ana no es una madre soltera que deba pasar sola por el doloroso proceso de tener un hijo en el hospital y el otro en casa, igual de chico e indefenso.
En el artículo pasado me quejé precisamente de que de nada sirven las órdenes de arriba, porque las que no quieren que esto se modifique son las de a pie, las enfermeras que creen tener un halo de sabiduría y experiencia ulterior que permite distinguir las visitas perniciosas de las benéficas; o los policías, esos que saben perfectamente que sus habilidades son otras excepto la verbalización y terminan enredándose en los cientos de explicaciones no pedidas.
No entiendo exactamente dónde está el punto, dónde es que este reglamento rigoroso empieza a cumplirse al pie de la letra y dónde la claridad de nuestros argumentos no quedan expuestos con suficiente vigor. Dicen, por ejemplo, que no me pueden dejar como responsable a mí, no vaya a ser que un día de estos el padre pueda ir a visitar a su hijo y ya no podrían dejarlo entrar por mi culpa. Yo trato de sonreír cuando digo: “el padre no va a venir... es más, vaya usted a saber quién es el padre”. Y ahí me detengo. En fin, no debería detenerme, debería armar un escándalo y exigir mis derechos pero aún no contamos con la madurez política y social como para respetar una forma de vida diferente.
Ayer, domingo 22 de octubre, mientras esperaba a Ana en el hospital leía en El Universal que el PRD y Alternativa traerán de regreso la iniciativa de Ley de Convivencia. Esta ley, de ser aprobada vendría como anillo al dedo para resolver las complicaciones hospitalarias. La ley propone que:
“La sociedad en convivencia queda definida como un acto jurídico bilateral, de dos personas mayores de edad y con capacidad jurídica plena para establecer un hogar”
“El acuerdo creará el deber recíproco de proporcionarse alimentos”
“Los derechos sucesorios se aplicarán de manera similar a los que rigen la figura del concubinato”
“La unión terminará por común acuerdo”
Desde el 2002 estamos esperando la aprobación de esta ley, pero por angas o mangas ha sido prácticamente imposible. Ahora que ha entrado la nueva legislatura y que dentro de ésta el PRD conserva un número respetable de curules, tengo esperanza de que se logre algo importante en este rubro. Dice la nota que: “el objetivo principal es garantizar los derechos por la vía de la legitimación, de aquellas relaciones afectivas a las que el derecho mexicano no reconoce; esa determinación ha creado situaciones de injusticia, desigualdad y discriminación”.
Me gustaría poder contar, por lo menos, con un marco legal que protegiera mi unión con Ana, así, al menos podría pelear mi derecho de estar con ella, presente y de la mano en situaciones como ésta. Así, al depender económicamente de mí, los niños tendrían una figura legal que toda institución debería respetar, no nada más de habladas, sino con el riesgo de enfrentarse a una demanda civil. Qué caray, qué vericuetos tiene la vida, la psique humana, el destino. Por un lado, me topo con la tozudez de la gente y por el otro, leo en el periódico un destello de esperanza.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

PRONTA RECUPERACION PARA DIEGO!!! LA VIDA ESTA LLENA DE PRUEBAS, PRONTO PASARA, SOLO TIENEN KE SER FUERTES!!! USTEDES PUEDEN! SON UN EJEMPLO PARA MUCHAS!!! BENDICIONES PARA LOS 4!!!

ZUAG dijo...

Pido a Dios que cuide mucho a mi sobrino Diego.
Ánimo, Ana y Crix. Estamos con ustedes. Mi sobrinito estará bien, después de todo es un cuero como el tío Ricky!

Carmen dijo...

Vivimos en un país lleno de contradicciones y estúpidez. Pasamos de lo bizarro a lo cruel y luego al absurdo en menos tiempo que lo cuento.
Mira que es triste lo que cuentas, y me sobrecoge. Tu hijo va a estar bien, tiene que estar bien.

Un abrazo solidario.

Anónimo dijo...

Espero que Diego se recupere muy pronto, que vosotras sigáis tan llenas de energía, y que las leyes os amparen de una vez. Leyendoos he tomado conciencia de la muchísima suerte que tenemos en España. Ojalá se regule pronto esta situación. Y ojalá no tengáis que ver el hospital por mucho tiempo. Un abrazo fuerte para los cuatro.
Espe.

Anónimo dijo...

La Tía Chuy les ha conferido el Don de la Salud... habemos muchas personas pidiendo por estos chiquitines y ahroa especialmente por Diego. Estoy seguro de que todo va a salir bien. Llevan en la sangre el espíritu de lucha de sus madres... y esta misma lucha, en frentes políticos, les permitirá dentro de muy poco hacer valer sus derechos como madres.

Abrazos

Anónimo dijo...

Un abrazo a los cuatro. Ya verán como Diego se va a poner bien. Tienen muchísimas personas rezando por ustedes.

Anónimo dijo...

Le deseo una pronta recuperación a Diego, y a tí Criseida, que no calles cuando es momento de decirles lo que piensas, pues cuando abogas por tus derechos como madre, también lo haces por los derechos de tu hijo. Saludos a Ana, y besos a Diego y Santiago.