lunes, septiembre 18, 2006

Identidad lésbica

El artículo del lunes pasado habla sobre nuestro taller de Sexualidades, basado en el libro Lesbofobia de Olga Viñuales. Habla de la diferencia entre sexo, género, identidad sexual, orientación y práctica sexual. Quedó pendiente la última discusión del taller que era sobre identidad lésbica.
Cuando en el año 2000 empecé una relación con mi primera novia, no tenía idea de las repercusiones de esta decisión, no me consideraba lesbiana y no me atrevía a salir del clóset con nadie aunque nuestro noviazgo era evidente. Me daba miedo asumir que lo que yo quería en mi vida era una mujer y no un matrimonio como el que mis padres habían construido. Mi madre lo supo en aquel momento y el consejo que me dio fue que fingiera no ser tan inteligente para no asustar a los hombres y así muy pronto tendría novio. Me recomendó seguir una dieta, hacer ejercicio porque según mi padre, aparte de ser lista, había que ser guapa. Estas ideas me dieron vuelta en la cabeza durante mucho tiempo y cuando decidí mudarme al DF con Ana, llegué a un punto crítico de mi vida. No podía andar de clóset en clóset dándole falsas esperanzas a mis padres de que algún día encontraría un pito salvador, tenía que dejar en claro que mi amor por Ana no era pasajero y mi preferencia sexual era principalmente hacia las mujeres. De este modo llegué a la ciudad más politizada de México y me explicaron la urgencia de construir una identidad lésbica. Me dijeron que en tierra de caníbales, el vegetariano debe alzar la voz y decir “yo no como carne humana”, agruparse y exigir respeto. En una sociedad donde ser vegetariano es cosa de todos los días, no es cuestionado y no es nada fuera de lo común, no existe tal necesidad. Me puse a observar los distintos comportamientos de la sociedad y observé que no hay ningún movimiento de resistencia para reivindicar el sexo con fines reproductivos, por ejemplo. Ni tampoco nadie lucha porque las mujeres tengan derecho a usar falda, maquillaje y pelo largo. Es decir, no existe necesidad de identidad ni agrupamiento ni lucha por las cosas comunes y corrientes, sino por aquellas que han sido borradas del mapa.
De ahí que los gays y lesbianas formen grupos, se manifiesten a través de marchas, estén en constante campaña por adquirir y conservar derechos. Pero sobre todo las lesbianas. Una mujer es ya de por sí relegada y víctima de una estructura opresiva. Una lesbiana vive doblemente esta situación porque se coloca en un punto inexistente. Ni siquiera su práctica sexual es respetada como un intercambio sexual entre mujeres con fines de intimidad, sino como un jugueteo para excitar al hombre y excitarse ellas mismas para estar listas al intercurso con éste.
Pero vamos a ver qué es lesbianismo, qué significa ser lesbiana.
Dice Cheryl Clarke en su artículo “El lesbianismo: un acto de resitencia” que “no hay un solo tipo de lesbiana, no hay un solo tipo de comportamiento lésbico, y no hay un solo tipo de relación lésbica”. Esto es importante y debe tomarse en cuenta en el momento que se construye la identidad lésbica.
Es difícil para una mujer que se siente atraída sexoafectivamente por otra mujer definirse como lesbiana. Sobre todo si tomamos en cuenta el estereotipo más común en nuestra sociedad al que algunas se ven obligadad a obedecer o de pronto se encuentran siguiéndolo sin reflexionar antes. Esto es, algunas mujeres sienten esta atracción y tienen una lógica más o menos así: si me gusta una mujer y a una mujer le gusta lo masculino, entonces yo debo verme masculina para tener oportunidad con una. Este pensamiento, desde luego, es muy simple y no podemos reducir el lesbianismo a esto.
Según el artículo “Medios de comunicación y lesbianas” publicado en Aldarte “el término lesbiana no se utiliza hasta el siglo XIX, siendo un vocablo a reivindicar a lo largo del siglo XX, diferenciado del término homosexual y dependiendo de zonas geograficas, también del término gay. Sin embargo antes de esta época no es posible aplicarlo a mujeres que tenían relaciones con otras mujeres porque seguramente ni ellas mismas eran capaces de verse a sí mismas como un grupo sexual y social distinto”. Al leer esto, podemos ver cuan alarmante es que las lesbianas tengan poco tiempo de autodenominarse así y que aún cuando ya exista el término, sea necesario definirlo para quitarle las conotaciones negativas que ha ido adquiriendo a lo largo o más bien, a lo corto del siglo XX. El hecho de que muchas mujeres no quieran llamarse así mismas lesbianas es grave ya que los prejuicios alrededor son mayores y no permiten la identificación como grupo. De esta manera, las lesbianas no adquirimos fuerza porque no hemos podido saltar la barrera y algunas prefieren identificarse con la homosexualidad o con lo gay. Esto atrasa la construcción de la identidad lésbica porque aún existen mujeres que piensan en la parte negativa del término.
Pero, ¿qué es una lesbiana?, ¿cómo siente, piensa y ama una lesbiana? La respuesta es igual de simple y complicada para cualquier ser humano. Todavía hay algunas personas (lesbianas incluidas) que insisten en identificar el rol masculino y femenino en una relación lésbica. Estas preguntas intentan visualizar a una de las dos como el hombre o como la activa y la que va arriba y a la otra como la mujer, la pasiva y la que va abajo. Si bien, es cierto que la cultura Butch - Femme es parte importante de la cultura lesbiana, no es el núcleo del lesbianismo. Y quedarnos ahí es no ver un todo mucho más grande y complejo.
A mediados de los setenta, los movimientos lésbico gays decidieron apostarle a la visibilidad como la mayor arma política. Sobre todo los gays, pudieron acceder a los medios de información y es fecha que la carnavalización de la Marcha del Orgullo opaca a los demás actores. En este punto, el lesbianismo se define mucho más allá de la simple atracción de una mujer por otra. Se define como una alianza con otra mujer para construir algo mejor, algo que vulnere la actual construcción de la sociedad para que se permita la diversidad en todos los sentidos.
El lesbianismo va de la mano con el feminismo y por ende, ambos son duramente criticados y negados. Ser lesbiana es un acto de resistencia y rebelión. Es una postura política. Es rebelarse contra los papeles tradicionales y contra la heterosexualidad obligatoria.
El lesbianismo recoge la principal ambición del feminismo que es lograr la independencia de la mujer respecto del hombre, como postura política significaría una rebelión individual contra nuestro sistema heteropatriarcal. Cheryl Clarke dice que “si el feminismo lesbianismo radical pretende una visión antiracista, anticlasista y antiodio de la mujer que forma una unión mutua, recíproca e infinitamente negociable; una unión libre de las antiguas prescripciones y proscripciones de la sexualidad, entonces toda la gente que batalla para transformar el carácter de las relaciones en esta cultura tiene algo que aprender de las lesbianas”. En este momento cabe una reflexión, no sólo para las mujeres heterosexuales que han sido oprimidas históricamente por nuestro sistema de vida (sueldo menor que el del hombre por el mismo trabajo, jornada laboral de ocho horas más el trabajo doméstico, crianza de los hijos, pocas oportunidades de trascender en escenarios exclusivos para hombres, cosificación, acoso sexual, violencia de género, etc), sino para los hombres heterosexuales y gays que también han sufrido esta opresión (no tener permitido expresar sentimientos, tener que pelear, deber ser violentos, ser tachados de maricones por querer realizar actividades exclusivas para mujeres, deber tener una erección, siempre querer una relación sexual, preferir actividades físicas sobre las artísticas, etc).
Desde mi punto de vista, una reestructuración nos sentaría de maravilla tanto a hombres como a mujeres, tanto a heterosexuales como homosexuales. Sin embargo, mientras no se logre el respeto, la necesidad de una identidad lésbica, de convertir el amor y la atracción en postura política, de manifestarnos en marchas y en Parlamentos y en foros y en jornadas y en cada minúsculo espacio es imperativa.
Las lesbianas y para el caso lo gays, transgénero y bisexuales no estamos buscando tolerancia. Estamos buscando desarrollar una cultura de respeto e inclusión. No obstante, la tarea es larga y empieza desde adentro, desde la auto definición.

1 comentario:

Anónimo dijo...

HOLA!!! DESD HACE ALGUNOS MESES LAS LEO TODOS LOS LUNES, MIERCOLES Y VIERNES... PRIMERAMENT KISIERA FELICITARLAS X SU VALENTIA Y X TODOS LOS ESCRITOS KE PONEN, X KE LA VERDAD SON MUY INTERESANTES... ME GUSTARIA KE EN ALGUNO D SUS ESCRITOS NOS CONTARAN COMO EMPEZARON SU RELACION O COMO DECIDIERON EMBARAZARSE... 1000 BENDICIONES PARA LOS BEBITOS!!!