Hay un punto muy delicado en cuanto al matrimonio y claro está en cuanto al matrimonio entre personas del mismo sexo. Hay que reflexionar porque luego no quiero que se anden divorciando y sobre todo no quiero que luego andemos pensando que somos otra categoría de gays u otra categoría de lesbianas nada más porque fuimos a la Oficina del Registro Civil a firmar un contrato.
Entiendo que nuestra comunidad tiene que echar mano de todo cuando tiene para defenderse de este mundo vorazmente discriminador y entiendo que muchos tengan un ideal de familia rosa, pero el matrimonio en sí tiene muchas complicaciones de las cuales no estamos ajenos como gays y lesbianas.
Me ha tocado ver cómo muchos de nosotros andamos por la vida como paridos por algún ente divino porque como ya nos casamos entonces tenemos una supremacía moral que el resto de la comunidad no. O sea, nosotros sí somos personas serias, responsables y monógamas, no como esas lenchas o jotas liosas que se la pasan en el antro y que tanto desprestigian al movimiento.
Aquí lo único que nunca hay que perder de vista es que el matrimonio es un derecho civil. Nada más. Y es un derecho civil que hemos conquistado y que está a la disposición de cada quien. Eso es lo que hemos conseguido: que cada quien tenga el derecho de casarse con quien se le pegue la gana. ¿Me explico? No somos superiores, no somos mejores, no somos diferentes. Si acaso tenemos mayor responsabilidad cívica porque nos toca enfrentarnos a trámites burocráticos en los cuales NO podemos esconder nuestro estado civil. A mí me preguntan todos los días cuando voy a entrevistas de trabajo si estoy soltera y casada. Siempre contesto la verdad: soltera cuando soltera, casada a partir del 21 de marzo de 2010. Pero eso no me quita lo lesbiana, ni me quita lo madre, ni me quita mi poca o mucha experiencia para el puesto que estoy concursando.
Ahora bien. Leí un artículo muy interesante en NYTimes. El artículo se llama:
1 comentario:
Estoy muy de acuerdo en todo lo que escribes. Me ha gustado especialmente la idea de que la institución del matrimonio está colapsada. Realmente, así es; y aunque por el momento sea la única manera de proteger nuestros derechos, es probable que en el futuro se desarrollen otras formas de convivencia menos hipócritas y menos exclusivas. Un saludo.
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