lunes, julio 11, 2011

“Mi falda cortita no me hace facilita”

“Mi falda cortita no me hace facilita”

Locales •
El movimiento que inició en Canadá se ha llevado a cabo en países como Estados Unidos, México, Brasil, Argentina e India; en Monterrey juntó a unas 150 personas. 

Monterrey • Las mujeres exigieron réplica, alzaron la voz y denunciaron los abusos e injusticias que se cometen contra el género femenino: en la Marcha de las Putas todas lanzaron un rotundo no a seguir aguantando y ser catalogadas como tal.
El movimiento que inició en Canadá luego de la declaración de un oficial de la policía donde criminalizó a víctimas de delitos de género por vestirse como putas, se ha llevado a cabo en países como Estados Unidos, México, Brasil, Argentina e India; en Monterrey juntó a unas 150 personas.
En esta ocasión no hubo distinción de clases, ocupaciones ni razas. Dentro del contingente iban por igual jóvenes estudiantes, amas de casa, profesionistas, obreras, travestis y uno que otro hombre que se sumó a la protesta por empatía.
“Oye cabrón, no me gusta el arrimón” , gritaban energéticamente las protestantes, provocando la risa de quienes observaban el paso de algunos personajes vestidos con diminutas prendas y portando pancartas con mensajes de doble sentido.
Tantas veces han escuchado la palabra como ofensa pero esta vez se apropiaron de ella para exigir respeto y libertad de hacer con su cuerpo lo que crean conveniente, vestir la ropa que les gusta sin temer a usar falda o escote porque las cataloguen como provocativas; de caminar por las calles sea día o noche sin miedo a ser víctimas de algún abuso y de poder desempeñar las actividades que les gustan sin ser acosadas.
Entre el contingente los colores vivos de un morral, los ojos pequeños y los rasgos indígenas de una mujer llamaban la atención. Era de las que gritaban con más fuerza y más reclamos hacía a las autoridades, a los hombres que practican el machismo y a la sociedad que permite la misoginia.
Y es que nacer mujer, pobre e indígena son las razones más contundentes para que Esther Cruz se sienta extremadamente vulnerable en una ciudad como Monterrey donde a pesar de los avances que se pregonan dice que todavía existe la discriminación y el abuso hacia las mujeres.
Integrante de la asociación casa de la mujer indígena Esther es testigo de que aunado a las costumbres de sus comunidades, que las dejan en un plano donde tienen pocos derechos y su principal labor es el sometimiento a la palabra de un hombre, las autoridades han hecho poco para brindarles oportunidades de superarse y vivir dignamente.
“El hecho de ser indígena, y sobretodo ser mujer indígena te hace más vulnerable que otras poblaciones: por ser indígena, mujer y por pertenecer a un estrato social más pobre tienes una triple discriminación, eso nos hace tres veces vulnerables.
¿Cómo podemos cambiarlo?, hay que empezar una misma como mujer indígena, tenemos derecho de alzar la voz”, dijo en un tono decidido para después continuar con las actividades de la marcha.
A la marcha se unieron también los integrantes de la comunidad de travestis pues aunque no son mujeres de nacimiento se consideran mujeres de corazón y como tal también han recibido abusos a la hora de desempeñar su trabajo.
“Los policías nos levantan nada más porque nos ven en las calles vestidas, nos exigen dinero para dejarnos salir y eso es muy frecuente, osea no puedo yo andar en la calle con mis tacones y mi pantalón entallado porque eso pareciera que es un delito”, dice uno de ellos.
Todos ellos se mostraron en contra del maltrato psicológico, físico y/o verbal que se emite contra las mujeres y que causan el detrimento de la mujer y en la mayoría de los casos el goce sexual del hombre por lo que consignaron “Mi falda cortita no me hace facilita”.
Ser mujer es peligroso en México
Llegando al palacio de gobierno algunas integrantes del movimiento rindieron sus experiencias, de menor o mayor trascendencia pero todas coincidieron en haber pasado por situaciones de maltrato.
“Hace algunos años saliendo de un bar del Barrio Antiguo tomé un taxi, iba sola, ya era noche y el taxista estuvo a punto de secuestrarme lo único que me salvo fue que nos tocó el semáforo en rojo y una familia al lado se bajo para ayudarme”, dijo Claudia Muñiz de 27 años de edad.
Las pocas mujeres que se juntaron para realizar la Marcha de las Putas en Monterrey exigieron a nombre de todas el día, la noche, las calles, el transporte, la ciudad, el mundo, su destino y su cuerpo para ellas sin miedo.

No hay comentarios.: