martes, agosto 23, 2011

Entrega No.20

¿Les había contado que al final del ciclo escolar 2010-2011 hubo algunos cartelones pegados por toda la colonia donde el Jardín de Niños de D y S invitaba a todos los niños con necesidad de apoyo escolar a que se inscribieran? Ya la antigua maestra de Diego me había dicho que en la escuela no contaban con maestra de apoyo porque tenían que tener una cuota de por lo menos 3 casos especiales y por casos especiales se entiende desde problemas de aprendizaje, discapacidad auditiva, visual, problemas en la adquisición de lenguaje y problemas específicos de conducta como los de Diego (se sale del salón, llora como loco endemoniado si se frustra, tiene excelente memoria y ya sabe sumar y restar). Quise tomarle fotos a esos carteles porque decían una cosa muy interesante, que el Jardín de Niños era una escuela integradora e incluyente o una cosa así. Nunca traía la cámara a la mano cuando los veía pero yo sospechaba que esa campaña era, de alguna manera, para poder atender a Diego.
No soy una persona pasiva en cuanto a las situaciones que enfrento yo o que enfrentan mis hijos. Trato de informarme en la medida de mis recursos de lo que se trata, por eso tengo noción de lo que trata este programa y he discutido con Ana hasta el cansancio de la conveniencia de etiquetar para bien o para mal a nuestros hijos. Lo que es una realidad es que Diego pasa más tiempo fuera del salón que dentro y que pocas personas logramos contenerlo en alguna de nuestras áreas fuertes porque además de todo, el huerco fregado es muy muy muy demandante y yo como su Mamá tengo que atender a otro niño que también merece toda mi atención y toda mi dedicación. Algo similar debe pasar con sus maestras.
El punto es que yo me sospechaba que Diego estaba involucrado en esos carteles, por eso cuando hoy que fui a la escuela para la junta del salón de Santiago y que al recoger a Diego la maestra me dijo que por favor asistiera mañana y que quería que la maestra de apoyo y yo platicáramos después de nuestra reunión confirmé mis sospechas. He preguntado, he leído, he indagado y en la medida de mis posibilidades lo he ayudado pero estoy de acuerdo en que necesito aprender herramientas para saber cómo tratar a Diego. Lo digo en un sentido pedagógico que el ético moral me queda muy claro, pero sé que debe haber una manera de ayudarlo con el control de sus frustraciones para evitar que se tire a llorar y que asuste a los demás niños, porque es un niño adorable, pero cuando le entra el monstruo del berrinche es capaz de llorar de una forma aterradora.
Creo que Ana y yo tenemos mucho que pensar al respecto porque lo verdaderamente importante es ayudarlo a que sea feliz.

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