A veces, me toca asumir que estoy sentada en un edificio semi público, en una universidad pública de un país ajeno al mío, robándome el internet porque en mi casa no tengo. Y me toca asumir que desde acá nada puedo hacer más que darles like a sus publicaciones, compartir alguna cosa interesante o importante, contestar algún inbox, regresar a casa a prepararle de comer a mis hijos, sentarme a terminar la maldita tesis y seguir en la ignominia de no hacer nada mientras TODO pasa allá lejos de mí. Sin recibir invitaciones a comer con la crema y nata del activismo, ni nada. El autoexilio tiene un costo emocional muy alto.
#CronicasDesdeElAutoexilio
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