Yo tenía una amiga a la que amaba, idolatraba y sobretodo admiraba ufff, demasiado más de lo que puedo expresar con palabras. Esa persona es una lesbiana feminista que considero ha sido parteaguas en la vida de muchas de nosotras. La verdad, aún la amo, la idolatro y la admiro, porque soy de esas que una vez que se engancha no suelta con facilidad. En su visión de lo que es congruencia se vio en la necesidad de dejarme de hablar. No sé, supongo que una vez aplicado el feministómetro mi falta de radicalidad dió puntos insuficientes para seguir cada una en la vida de la otra.
Seguido hago autoanálisis sobre el "caso". Y empiezo a hacer mi lista de culpas.
Estudié en una universidad privada, un sólo semestre de mi colegiatura hubiera servido para cinco becas a otras compañeras.
Soy privilegiada, blanquizada.
Acepté ser cooptada por las fuerzas del régimen heteropatriarcal y firmé con la esposa un contrato matrimonial, de esos que invisibilizan las relaciones no-monogámicas, no-binarias, de esos que no le aportan ningún beneficio real a la gente que no tiene bienes para heredar, de esos que únicamente le sirven al Estado y no al pueblo.
Pero la peor de todas mis culpas, es una que me seguirá a mi y a mis descendientes por siete generaciones o más: soy de esas lesbianas latinas pariendo niños rubios. Sí, niñOs, de esos asignados varones al nacer, con pene y con nombre que no deja lugar a dudas de que sus madres estuvimos de acuerdo con el diagnóstico médico.
En días como hoy, cuando hago mi examen de consciencia, juro que yo misma me dejaría de hablar. Mi estilo de vida no me aleja en nada de la heterosexualidad obligatoria y Mónica y Adriana me escupirían en la cara al verme.
Cuando ella me dejó de hablar, dejaron de hablarme otras tantas. Porque la sororidad dicta que hay que dejar sóla a la camarada que nunca va a entender, hay que expulsarla de lalalandia.
Lo mismo pasó cuando una chava de Monterrey me sacó de mi propio grupo y varias, muchas decidieron que era más chido hablarle a ella que a mi. Lo más chistoso es que luego nosotras nos contentamos y muchas quedaron sacadas de onda.
Hace algunos años, cuando estábamos trabajando para que Criseida pudiera reconocer a D y S poniéndoles su apellido, otra compañera dijo que nosotras queríamos un trato especial. Lo tuiteó, lo publicó en face y fue bastante aplaudida por varias. Nunca le pedimos a nadie que le dejara de hablar. No esperábamos que nadie la borrara del face, he de ser honesta, ni yo misma la borré, porque me entretiene más saber qué dice.
Luego Teresita me corrió de su instituto y contrario a lo esperable, la esposa y la amiga cómplice compañera de red, la amigaron en face. A mi me dio harto gusto, porque así, yo que soy metiche, mentero de todo.
Hace no mucho, alguien me aplicó otro feministómetro de esos y me dijo que mis hijos varones rubios nunca podrán llegar a ser feministas. Supongo que tiene razón, aunque yo siga en negación. Y aún así, tiempo después también con ella me encontenté.
A lo que voy es a que las relaciones humanas son súper fluídas. Nosotras mujeras todavía estamos en aprendernos unas a otras. Yo soy como esta canción que dice "yo me voy con cualquiera, con cualquiera que quiera...", por eso me deja de hablar la gente que piensa que namás abuso de mis privilegios y no tengo reflexión.
1 comentario:
Me encanta leerte, me identifique con esto, a mi me han dado portazo en la cara x no encajar con algunos feminismos...aun así sigo prefiriendo la libertad de ser yo, crecer y aprender de todo lo que la universa me presente.
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