Hace mucho, mucho tiempo...
...En un lugar muy cercano, yo solía ser artista. Pintaba y pintaba todo el día, bueno, en realidad bordaba y ocasionalmente pintaba. Ahora, he decidido que mi vida se vuelva a llenar de colores. Y no solo los de la diversidad, sino los de los hilos y las pinturas. Ana de Alejandro no solo es la mami de Santiago y Diego, también es
Ana de Alejandro
Tarotera, malabarista, con incursión en la sastrería. Ana de Alejandro nace en La Paz, Baja California Sur el 29 de octubre de 1978. A los tres años deja definitivamente su ciudad natal y se muda junto con sus padres a Monterrey, Nuevo León.
Desde temprana edad baila, canta y toca la marimba. Su abuelita intenta enseñarle modales y buenas costumbres a la vez que la educa en el arte del bordado y la costura. Se dice que a los ocho años se fuga con un circo, pero no soporta el rugido de los leones por lo que termina por volver a casa a los 14 años.
Durante sus años perdidos se rumora que también adquirió algunas habilidades metafísicas y que se dio tiempo para terminar la secundaria.
Realiza algunos estudios de dibujo y pintura, tras lo cual, a los dieciseis, mientras cursa el Bachillerato Internacional del Tecnológico de Monterrey, anuncia a sus padres que quiere ser “artista,” esta noticia sin embargo es pasada por alto y comienza dos años más tarde la carrera de arquitectura, también en el TEC. Continúa estudiando pintura al pastel y experimentación pictórica con maestros como José Luis Merla y Fernando Cervantes en MARCO (Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey).
Tras una huelga de hambre prolongada, convence a su padre y comienza su formación artística profesional en enero de 1999 cursando la Licenciatura en Artes de la Universidad de Monterrey. Durante sus estudios en dicho plantel educativo toma cursos y talleres impartidos por artistas tales como Juan Alberto Mancilla Gallardo y Diamantina González. Es columnista de eventos culturales y sociales en su carrera de agosto de 1999 a diciembre de 2000, la crítica la compara con “Hola Monterrey,” pero ella es mejor. A partir de 1999 expone colectivamente en múltiples ocasiones en el Lobby de la Biblioteca UdeM y el Lobby del Centro de la Comunidad Universitaria, entre ellas 2+13-1 (2000).
En 2000 visita la ciudad de NY en dos ocasiones lo cual impacta mucho su manera de percibir el arte, puesto que vive de cerca lo que se produce en la actualidad. Ese mismo año incursionó en la política con sus dotes de lidereza partidista participando en la mesa directiva de su licenciatura 2000 - 2001.
De septiembre de 2001 a mayo de 2002, huye como exiliada política a la madre patria, donde estudia en la Academia de San Carlos en la Universidad Politécnica de Valencia. Los cursos de Anatomía Artística y Pintura y Fotografía son los que más tarde dejarán una serie de trabajos con los que al volver a su país de origen logra ser seleccionada para la V Bienal Regional de la Plástica Joven, exposición colectiva de pintura, escultura, grabado, dibujo, instalación y video.
En una más de sus embriagadoras aventuras, la también aspirante a activista, decide mudarse al DF donde reside desde febrero de 2003, constantemente se la ve manifestándose en el Zócalo. Aparece en diversas marchas y se descloseta como lesbiana feminista.
Desde temprana edad baila, canta y toca la marimba. Su abuelita intenta enseñarle modales y buenas costumbres a la vez que la educa en el arte del bordado y la costura. Se dice que a los ocho años se fuga con un circo, pero no soporta el rugido de los leones por lo que termina por volver a casa a los 14 años.
Durante sus años perdidos se rumora que también adquirió algunas habilidades metafísicas y que se dio tiempo para terminar la secundaria.
Realiza algunos estudios de dibujo y pintura, tras lo cual, a los dieciseis, mientras cursa el Bachillerato Internacional del Tecnológico de Monterrey, anuncia a sus padres que quiere ser “artista,” esta noticia sin embargo es pasada por alto y comienza dos años más tarde la carrera de arquitectura, también en el TEC. Continúa estudiando pintura al pastel y experimentación pictórica con maestros como José Luis Merla y Fernando Cervantes en MARCO (Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey).
Tras una huelga de hambre prolongada, convence a su padre y comienza su formación artística profesional en enero de 1999 cursando la Licenciatura en Artes de la Universidad de Monterrey. Durante sus estudios en dicho plantel educativo toma cursos y talleres impartidos por artistas tales como Juan Alberto Mancilla Gallardo y Diamantina González. Es columnista de eventos culturales y sociales en su carrera de agosto de 1999 a diciembre de 2000, la crítica la compara con “Hola Monterrey,” pero ella es mejor. A partir de 1999 expone colectivamente en múltiples ocasiones en el Lobby de la Biblioteca UdeM y el Lobby del Centro de la Comunidad Universitaria, entre ellas 2+13-1 (2000).
En 2000 visita la ciudad de NY en dos ocasiones lo cual impacta mucho su manera de percibir el arte, puesto que vive de cerca lo que se produce en la actualidad. Ese mismo año incursionó en la política con sus dotes de lidereza partidista participando en la mesa directiva de su licenciatura 2000 - 2001.
De septiembre de 2001 a mayo de 2002, huye como exiliada política a la madre patria, donde estudia en la Academia de San Carlos en la Universidad Politécnica de Valencia. Los cursos de Anatomía Artística y Pintura y Fotografía son los que más tarde dejarán una serie de trabajos con los que al volver a su país de origen logra ser seleccionada para la V Bienal Regional de la Plástica Joven, exposición colectiva de pintura, escultura, grabado, dibujo, instalación y video.
En una más de sus embriagadoras aventuras, la también aspirante a activista, decide mudarse al DF donde reside desde febrero de 2003, constantemente se la ve manifestándose en el Zócalo. Aparece en diversas marchas y se descloseta como lesbiana feminista.
Termina su carrera en diciembre de 2003 presentando como Proyecto de Evaluación Final una serie que explora el impacto de las mujeres de su familia en su desarrollo personal. Entre otros traumas, la autora se aproxima por medio de la pintura y el bordado a los patrones femeninos adquiridos en el seno familiar y ve de qué forma definen lo que es hoy y lo que representan para ella.
Dando un nuevo giro consuma lo inesperado y se convierte en madre lesbiana, nueva etiqueta que porta con orgullo y que pretende incorporar en sus manifestaciones artísticas. Finalmente regresa a la tierra prometida, que es San Nicolás de los Garza, Nuevo León donde piensa retomar viejas técnicas artísticas. Actualmente, Ana de Alejandro planea varias exposiciones colectivas.
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