viernes, mayo 04, 2007

Y sigue la triste historia...

La historia ya me aburrió. Han sido dos meses de conflictos diarios, de interminable y agobiante paranoia de mi padre, de tipos locos rondando la casa, de inconsistencias y coincidencias muy extrañas. A los 5 días del evento me llamó la madre de Alejandro el Desalmado y Fernando el Bueno para pedirme una cita y llevarme a comer.
Fuimos a comer el sábado. Venían de música y acompañamiento una de sus hermanas Adame y Crix y los niños. Por mucho que intentamos desviar el tema en cosas como si mis bebos son hermosos y que el clima cada vez viene más terrible, no pudimos hacer nada para evitar que Doña Estela (que así se llama la señora) me suplicara hacer entrar en razón a mi padre para evitar un pleito legal. Encarecidamente me pidió que convenciera a mi señor padre de entregar el lote en disputa a sus "dueños legales" los testigos de Jeohvá para hacer su templo. A Doña Estela parecía escapársele el pequeño detalle de que su hijo realizó una venta fraudulenta de un terreno que ni era suyo ni tenía posesión, uso y dominio para vender.
Entre chiste y chance le conté que su hijo mandó retirar los vehículos de mi padre y que nos hizo pasar muy malos ratos en ese sentido. Ella por su puesto no me creyó que su dulce retoño fuese capaz de actos tan viles. Seguramente yo me confundí y no fue su hijo el que iba junto a la retroescabadora agitando papeles y gritando que ese terreno era suyo. Su bebé jamás hubiera sido capaz de hacerle daño a nadie. Claro, yo debí confundirme. Y por supuesto, su hijito jamás, jamás, pero JAMÁS pudo haber pedido a tránsito que se llevarn esos coches.
El lunes mismo, Doña Estela fue a la Dirección de Tránsito a corroborar versiones. ¿Qué esperaba la dulce señora? ¿Esperaba que el Director de Tránsito dijera algo así como "sí señora soy corrupto y yo mandé a mi gente nomás porque su hijo es mi amigo y se lo hice como favor personal"? En plena temporada de destituciones de cargos y de grabaciones a los tránsitos desde teléfonos móviles era de esperarse que el señor negara cualquier relación en un hecho tan chueco. Lo "simpático" del asunto fue cuando ella desde la oficina del Director de Tránsito me llamó para pasármelo por teléfono para que él en persona pudiera decirme mentirosa. ¿Qué esperaba Doña Estela, que nuestra conversación fuera algo así como "mi gober precioso autoincúlpate que es bien bonito"?
Obviamente yo estaba que trinaba del coraje. Al señor Director de Tránsito le dije que yo entendía su posición y que lamentaba que nuestras versiones no coincidieran. Ha sido uno de los momentos más humillantes de mi vida. En cuanto colgué, le llamé a Alejandro y le pedí que mantuviera a sus "abogadas" y "mediadoras" a raya, porque yo no necesito que nadie venga a ofenderme y menos a hacerme pasar por una mentirosa con las autoridades locales.
En los díoas subsecuentes el descarado de Alejandro tuvo la desfachatez de venir a buscarnos para ofrecernos una negociación. Ofreció como el 25% de lo que en realidad debería de entregar, a cambio de que le diéramos el terreno que él le tiene que entregar a los Testigos de Jeohvá. Mi papá y mi mamá que hay días que no tienen ni para comer estaban más que dispuestos a aceptar, pero entre los abogados y yo los convencimos de no acceder.
En una de tantas visitas que nos realizó Alejandro, se puso a cargar a mis bebés como el tío más lindo y tierno del mundo. Y de pronto, de la nada, preguntó: "¿Es un óvulo de cada una, verdad?" La sorpresa fue por el hecho de que, aunque no lo oculto, tampoco recuerdo habérselo comentado, por el simple hecho de que él y yo NO hablamos. Así que concluyo que ha de ser un asiduo lector de este blog. Me encanta la diversidad de nuestros fans.
Por si se preguntan, el coche lo fuimos a rescatar del corralón una semana y media después de que se lo "robaron". Hubiera podido ser antes, pero ante el despliegue de buenos modales que tuvo mi papá y aunado a la tierna mami de Alejandro el Desalmado haciendo visitas a nuestras autoridades locales, se vieron mermadas nuestras influencias para sacar el coche pagando las menos infracciones y multas posibles. Al final lo sacamos, pero el permiso que traía para circular sin placas venció a los cinco días y salió igual que si nos hubieran robado el coche.
Felizmente las vacaciones de Semana Santa pasaron sin pena, ni gloria. Sin embargo, mi padre está convencido de que todo, TODO lo que les he relatado en los últimos tres capítulos es un complot en su contra en el que todos estamos puestos de acuerdo y orquestados para quitarle su tesoro (nuevamente remítanse al Gollum).
Lo más triste en que hay días que parece cierto. Como el día, hace dos semanas en que quisimos llevar a mi mamá al doctor. Terminamos llevándola con una de las Adame. Por alguna razón cuando son trece adames parece que se multiplicaran por todo Monterrey y su brazo alcanzara hasta el más mínimo rincón de esta ciudad. La adame en cuestión trabaja en el ISSSTE, y fuimos con ella aunque mi madre ni es derechohabiente, porque Fernando consiguió que le diera a mi madre una consulta gratuita.
El día uno la vió y le mandó estudios. El día dos fueron mi papá y mi mamá a hacerse los estudios. El día tres y cuatro descansaron. El día cinco intentaron ir, pero llegaron tan tarde que la doctora se fue y yo aproveché para vacunar a los niños (por cierto el DIF casi me los quita, pero esa es otra historia). El día seis volvieron a llegar tarde y mi madre se puso histérica con mi padre por llegar tarde otra vez. Mi papá me llamó al móvil para pedirme que le hablara a Fernando para que Fer le hablara a la doctora y le dijera que los viera a como diera lugar. Después de tres o cuatro llamadas, arreglamos que los iba a ver al día siguiente. Por la tarde el Adame favorito de Fernando le llamó a mi papá para decirle que no confiara en la doctora Adame porque ella iba a atestiguar que él (mi padre) es un loco desaforado que necesita tratamiento y no puede hacerse cargo de sus bienes materiales. El día siete mis papás no fueron con la doctora, la dejaron plantada y ella me llamó tres veces para rogarme que los llevara y convencerme de que su ética profesional le impedía hacer declaraciones en contra de mis padres. El día ocho por la mañana yo le llamé y le dije que no iba a poder ir. Ella me llamó dos veces y mi padre interceptó la segunda llamada. Mi padre le advirtió que si nos seguía acosando iba a traer a la policia. Mientras tanto yo hablaba en otra linea con el abogado quien me pedía que no dejara salir a mi papá en ese estado de alteración porque lo iban a detener como loco eufórico en caso de que la doctora adame llegara con la policia a la casa. Como nota al calce el abogado me confesó que su mamá (que también es una Adame) había fugado información al enemigo, ya que Alejandro el Desalmado ofreció mil pesos a quien quiera que le llevara información de nosotros (con gusto les daría su teléfono para que aumentaran sus ingresos personales, pero mejor no). Así que ahora hasta recompensa ofrecen por mis intimidades. Por eso mejor Crix y yo aceptamos una entrevista del periódico El Sol para revelar todos nuestros secretos y deshacerle el negocito a quien se le fuera a antojar (jajaja, esperen la nota el 10 de mayo, nos prometieron páginas centrales).
Finalmente creo que solo me falta contarles que una de las treinta perritas se murió y aunque no le fuera leve, ya no más nos quedaban veintinueve. De los veintinueve que tenía, mi padre vendió dos a un cadete, ya no más nos quedaban veintisiete. De los veintisiete que tenía, uno muy viejo se murió con las patas al revés, ¡ya no más nos quedan veintiseis! Ok, quizá sea muy cruel mi cancioncita tratándose de perros reales y no de una canción de cuna, pero créanme que vivir así no es vida. Y como mi papá insiste en que la gente de Prodan (Pro Defensa Animal) es muy buena, pero yo no veo que ninguno de ellos se haya ofrecido a encontrarle un hogar a todos estos perritos, estoy muy enojada. Mi molestia radica en que mi papá conoce a la presidenta de dicha asosiación, y ella conoce la situación en la que viven estos perritos y no los rescata. No sé si sea porque no le interesa o porque piensa que si le quita estos perros a mi papá él va a ir a conseguirse otros. Sea cual sea la razón, hay aquí una cocker spaniel viejecita de 13 años con un tumor creciéndole en las ubres y nadie que la rescate. Hay también cerca de diez golden retrievers con una especie de sarna nerviosa y mi padre se disputa entre empeñar a ver ahora cuál aparato para comprarle comida a mi mamá, comprarle medicinas a mi mamá o comprarle comida y medicinas a veintiseis perritos. Hmmm... en fin, mejor allí paro mi historia porque sino la que se va a deprimir ahora soy yo.
Por ahora, aquí termina la Triste Historia, o al menos eso espero...

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