Estábamos navegando por la red y encontramos este artículo que salió en LA JORNADA el año pasado. Se trata sobre nuevas maternidades y habla un poco sobre una preocupación que no sólo los heterosexuales sino nosotras mismas tuvimos alguna vez.
Nuevas maternidades
por: Javier Flores
Hay diferencias importantes entre las familias heterosexuales tradicionales y las integradas por personas del mismo sexo. En el caso de las familias lésbicas, por ejemplo, los hijos crecen en ausencia de una figura paterna y su madre, o sus madres, tienen orientación homosexual. Si bien en el mundo hay una creciente aceptación a la unión de personas del mismo sexo, no ocurre lo mismo con la aprobación de la maternidad dentro de estas nuevas formas de organización familiar. Las objeciones se basan principalmente en la creencia de que el desarrollo sicológico y social de los niños resultaría afectado. Sin embargo, las investigaciones que se realizan en este campo muestran de manera prácticamente unánime que esto no es así.
El deseo y la decisión sobre la maternidad obedecen, en el caso de las personas con una orientación homosexual, a los mismos sentimientos y razones que existen en los heterosexuales. No obstante, sólo a las primeras se les exige una justificación, lo que muestra que en la práctica se niegan sus derechos reproductivos. La maternidad en el seno de parejas integradas por dos mujeres, ha sido motivo de estudio desde el punto de vista médico, en el contexto de las tecnologías de reproducción asistida, que ensanchan las posibilidades reproductivas para las parejas del mismo sexo.
Existe la creencia de que las madres lesbianas tendrían limitaciones en la relación madre-hijo. De acuerdo con esto, además de que la relación de pareja se considera menos estable, la conducta maternal y las habilidades y el cariño para procurar el desarrollo de los hijos serían igualmente deficientes. Lo que se encuentra en el centro de estas objeciones es la preocupación por el bienestar de las niñas y niños. En este sentido se ha argumentado que la ausencia de una figura paterna dificultaría el proceso de identificación masculina (nótese que se está pensando primordialmente en los niños), lo que podría conducirlos a una confusión en su identidad y a la homosexualidad. También se invocan posibles alteraciones en el desarrollo emocional, la autoestima y las relaciones sociales.
Ninguna de estas apreciaciones se basan en estudios empíricos, es decir, traducen preocupaciones religiosas y socioculturales, sin haber indagado lo que ocurre realmente en el interior de las familias del mismo sexo ni en el desarrollo de los hijos dentro de estas relaciones.
Desde hace 25 años se han realizado estudios sobre este tema. La satisfacción y la estabilidad en las relaciones entre dos mujeres, no presentan diferencias significativas respecto de las familias heterosexuales. Las actitudes maternas y la calidad de la relación con los hijos son tan buenas como las que se presentan en las familias tradicionales. De acuerdo con trabajos como los de Golombok y colaboradores, existe una gran interacción madre-hijo en las familias lésbicas, e inclusive los hijos surgidos de estas relaciones pueden desarrollarse bajo una mayor seguridad afectiva (Journal of Childrens Psicology and Psychiatric 38 : 783-791, 1997). Una mayor interacción madre-hijo también es reportada por Brewaeys y cols. (Human Reproduction. 12 : 1349-1359, 1997). El ajuste conductual de los niños, su competencia social, su autoestima, su desarrollo emocional y conductual y la calidad de sus relaciones sociales, no son diferentes a los de los niños nacidos de parejas tradicionales. El temor de que, ante la carencia de una figura paterna, los hijos puedan tener confusiones en su identidad sexual o de género, son completamente falsas1.
Es importante mencionar que la mayor preocupación sobre el desarrollo sicosocial de estos niños proviene de las parejas del mismo sexo que deciden tener hijos. Algunos estudios que comparan el papel de la madre no biológica en estas familias con el del padre en relaciones heterosexuales (comparación que adquiere mayor sentido en los casos de inseminación artificial con donadores), muestran que ella está más involucrada en todas las actividades relacionadas con el cuidado de los hijos.
En suma, las objeciones a estas nuevas formas de asociación reproductiva, son expresiones de una resistencia orientada a preservar una modalidad única, la pareja tradicional heterosexual, que carecen de sustento. Los intentos sistemáticos por impedirlas, no tienen ninguna posibilidad de éxito en el mediano y largo plazos, inclusive en nuestro país.
1 Pueden consultarse: Baetens, P. y Brewaeys, A. Human Reproduction 7 (5): 512-519, 2001 y Brewaeys, A. Human Reproduction 7 (1): 38-46, 2001.
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Hablando de que los niños no tendrían una figura paterna en una familia lésbica y eso les crearía conflictos, mi comentario se va a lo básico:
ResponderBorrar¿Y qué pasa con los cientos de miles de niños cuyas madres son solteras? Ellos tampoco tienen una figura paterna y yo no veo organizaciones preocupadas por su bienestar psicológico.
Adelante con la cuenta regresiva chicas ;) hay que poner un relojito en el blog para ir viendo el tiempo que falta...
Yo añadiría al comentario anterior lo siguiente:
ResponderBorrar¿Y qué pasa con aquellas familias en que la imagen paterna es absolutamente negativa?, me refiero a padres alcohólicos, maltratadores, etc.
Lo importante en una familia es que haya amor y no violencia. Cualquier tipo de organización familiar puede tener exito o fracazar en este sentido. Más importante que el género de las personas que conforman una familia es su calidad humana.