Hay cosas pasando. Más grandes que yo. Más grandes que mi tristeza y mis miedos normales. Por eso salgo de mi cuevita de bicho negro y pinzudo a escribir. Un miedo real me ha invadido. Un miedo real. No me voy a poner a describir las partes técnicas, ni las cifras, porque no las sé. Sólo sé de las medidas que se han tomado. Sólo sé cómo poco a poco sale la verdadera persona que existe dentro de cada uno de nosotros. Nuestros sentimientos reales. Veo y describo una crisis REAL de nuestras existencias.
El sábado, como de pasada leí en algún periódico amarillista que había un par de muertos más por la influenza en el DF. Eso hasta cierto grado es normal: por el tipo de periódico, porque la gente no se cuida, porque en el DF abundan las enfermedades respiratorias... Ese mismo día en mi curso de Science (biología) para la Región 4, la maestra habló sobre la propagación de virus y bacterias, poniendo como ejemplo la influenza porcina. Pero mi mente ha estado en otras partes últimamente, y no le di importancia.
El domingo, seguí en mis estreces personales. Fuí un ratito a la reunión de COMALES y allí vi en el periódico que ya había un caso confirmado en Nuevo León (el estado donde se localiza Monterrey). Leí más a fondo y la preocupación me invadió. Entre risas y bromas, me puse a llorara, pero mi risa era tan nerviosa, que igual y se disimuló un poco. Por la noche, tras la segunda parte de mi curso, llegué a casa de mis amigos, Maru tomaba una siesta, porque estaba cansada, ya que en la madrugada había pasado horas navegando por internet informándose de la gravedad de la enfermedad. Al llegar a mi casa prendí las noticias.
De domingo por la noche a lunes, permití el más profundo pánico apoderarse de mis emociones. El lunes llamé para reportar que no iba a ir al trabajo. Mi coach se enojó. No me importó, en realidad si la Secretaría de Educación Pública, en coordinación con la Secretaria de Salud opinan que cancelar clases a nivel NACIONAL es una medida prudente, significa que hay que proteger y cuidar a niños y jóvenes. Mis hijos son niños, no les quiero traer el contagio a casa. Como quiera tenía que ir a comprar unas telas. Allí en la tienda de telas fui testigo de como se agotaba el peyón (material para hacer cubrebocas) y el elástico. Vi cómo las señoras fueron poniéndose cada vez más nerviosas y empezaron a ritar y empujarse por miedo a que alguien más se llevara su tela. Todas, excepto Stella y yo que no conseguimos, traían tapabocas.
El martes visité a stella de nuevo por el proyecto que estamos elaborando. Nuestras actitudes culturales se ven forzadas a cambiar un poco. Nadie se saluda de beso. Todo mundo se lava las manos mil veces. Hay que tarer tapabocas y las puertas necesitan estar abiertas para que corra el aire.
Ayer tuve que ir por fuerza al trabajo, si no me corren por faltas. De camino allá todo el tiempo iba pensando qué pasaría si me da influenza. si me sube a neumonía. Con qué dinero vamos a pagar tratamiento y medicinas. Ahora ya sé que el IMSS tiene que atender a todo mundo porque sí, eso me "consuela" un poco. Pero empecé a sentir miedo. Más miedo. Si yo meuro quién va a cuidar a mis hijos mientras que regersa Crix. Si cierran las fronteras qué va a pasar. Si ella regresa cómo va ahacer para registrar a los hijos como suyos. Si yo muero es seguro que mi madre que tiene menos defensas que yo también muere. ¡¿Qué van a hacer mis hijos con su abuelo?! Tengo miedo.
Tengo miedo porque ahora con esta crisis, que más que de salud me es emocional, todo es como una pirámide de Maslow, donde primero tienen que quedar cubiertas y salvadas las prioridades básicas. Y yo ahorita no soy prioridad básica más que de mis hijos y Crix, pero mis hijos no se dan cuenta y ella está lejos. Así que me siento un poco sola. Bueno, no, me siento muy sola y asustada.
Ahora entiendo porqué hay religiones en que acoger viudas y sus hijos es un acto de caridad. Quién en nuestros tiempos de influenza va acoger a una posible fuente de bichos con sus hijitos. Nadie. Y me siento deshecha.
Soy muy inteligente como para darme cuenta de que al primer tosido acudiremos todos al centro de salud. También me doy cuenta de que las medidas de seguridad que he tomado aunque quizás no sean suficientes me han mantenido sana hasta hoy y si no, pues nos curaremos, porque es curable. Pero la marquita que va a quedar adentro de mí, esa no se va a curar prontito.
Originalmente, habíamos planeado un viaje con amigos este fin de semana. Somos como de la familia, o con esa frase nos identificamos unos a otros todo el tiempo. Pero la palbra clave es "como de." Y me siento realmente idiota pensando en política en momentos de crisis de salud, pero así funciona mi mente. Hay un chip insertado muy en el fondo de las cabezas de mucha gente, la familia es UNA SOLA y es la de sangre. Todos los demás no somos nada. Me entristece tanto verlo.
Sé que en el DF, en pleno epicentro de la enfermedad, tengo una amiga a la que adoro, con su familia de amor que tienen acogida en su casa a otra familia. Es un pequeño departamentito del tamaño ed una nuez donde están viviendo cuatro mujeres y tres niños. Sé que si ella supiera que alguien más lo necesita metería en su casa a todas las viudas con todos sus hijos. Eso es amor y no chingaderas. Karina, te admiro más que a nada.
No quiero leerme mal. Hay cosas que entristecen mi alma. Es todo. De momento sigo bien. Sin síntomas de nada ( que no sea depresión crónica, claro). Espero que todas y todos los que lean esto estén bien. Y sobre todo, espero que entiendan. Crix, no te preocupes tanto, vamos a sobrevivir y solo son mis malviajes emocionales. Te quiero.
El sábado, como de pasada leí en algún periódico amarillista que había un par de muertos más por la influenza en el DF. Eso hasta cierto grado es normal: por el tipo de periódico, porque la gente no se cuida, porque en el DF abundan las enfermedades respiratorias... Ese mismo día en mi curso de Science (biología) para la Región 4, la maestra habló sobre la propagación de virus y bacterias, poniendo como ejemplo la influenza porcina. Pero mi mente ha estado en otras partes últimamente, y no le di importancia.
El domingo, seguí en mis estreces personales. Fuí un ratito a la reunión de COMALES y allí vi en el periódico que ya había un caso confirmado en Nuevo León (el estado donde se localiza Monterrey). Leí más a fondo y la preocupación me invadió. Entre risas y bromas, me puse a llorara, pero mi risa era tan nerviosa, que igual y se disimuló un poco. Por la noche, tras la segunda parte de mi curso, llegué a casa de mis amigos, Maru tomaba una siesta, porque estaba cansada, ya que en la madrugada había pasado horas navegando por internet informándose de la gravedad de la enfermedad. Al llegar a mi casa prendí las noticias.
De domingo por la noche a lunes, permití el más profundo pánico apoderarse de mis emociones. El lunes llamé para reportar que no iba a ir al trabajo. Mi coach se enojó. No me importó, en realidad si la Secretaría de Educación Pública, en coordinación con la Secretaria de Salud opinan que cancelar clases a nivel NACIONAL es una medida prudente, significa que hay que proteger y cuidar a niños y jóvenes. Mis hijos son niños, no les quiero traer el contagio a casa. Como quiera tenía que ir a comprar unas telas. Allí en la tienda de telas fui testigo de como se agotaba el peyón (material para hacer cubrebocas) y el elástico. Vi cómo las señoras fueron poniéndose cada vez más nerviosas y empezaron a ritar y empujarse por miedo a que alguien más se llevara su tela. Todas, excepto Stella y yo que no conseguimos, traían tapabocas.
El martes visité a stella de nuevo por el proyecto que estamos elaborando. Nuestras actitudes culturales se ven forzadas a cambiar un poco. Nadie se saluda de beso. Todo mundo se lava las manos mil veces. Hay que tarer tapabocas y las puertas necesitan estar abiertas para que corra el aire.
Ayer tuve que ir por fuerza al trabajo, si no me corren por faltas. De camino allá todo el tiempo iba pensando qué pasaría si me da influenza. si me sube a neumonía. Con qué dinero vamos a pagar tratamiento y medicinas. Ahora ya sé que el IMSS tiene que atender a todo mundo porque sí, eso me "consuela" un poco. Pero empecé a sentir miedo. Más miedo. Si yo meuro quién va a cuidar a mis hijos mientras que regersa Crix. Si cierran las fronteras qué va a pasar. Si ella regresa cómo va ahacer para registrar a los hijos como suyos. Si yo muero es seguro que mi madre que tiene menos defensas que yo también muere. ¡¿Qué van a hacer mis hijos con su abuelo?! Tengo miedo.
Tengo miedo porque ahora con esta crisis, que más que de salud me es emocional, todo es como una pirámide de Maslow, donde primero tienen que quedar cubiertas y salvadas las prioridades básicas. Y yo ahorita no soy prioridad básica más que de mis hijos y Crix, pero mis hijos no se dan cuenta y ella está lejos. Así que me siento un poco sola. Bueno, no, me siento muy sola y asustada.
Ahora entiendo porqué hay religiones en que acoger viudas y sus hijos es un acto de caridad. Quién en nuestros tiempos de influenza va acoger a una posible fuente de bichos con sus hijitos. Nadie. Y me siento deshecha.
Soy muy inteligente como para darme cuenta de que al primer tosido acudiremos todos al centro de salud. También me doy cuenta de que las medidas de seguridad que he tomado aunque quizás no sean suficientes me han mantenido sana hasta hoy y si no, pues nos curaremos, porque es curable. Pero la marquita que va a quedar adentro de mí, esa no se va a curar prontito.
Originalmente, habíamos planeado un viaje con amigos este fin de semana. Somos como de la familia, o con esa frase nos identificamos unos a otros todo el tiempo. Pero la palbra clave es "como de." Y me siento realmente idiota pensando en política en momentos de crisis de salud, pero así funciona mi mente. Hay un chip insertado muy en el fondo de las cabezas de mucha gente, la familia es UNA SOLA y es la de sangre. Todos los demás no somos nada. Me entristece tanto verlo.
Sé que en el DF, en pleno epicentro de la enfermedad, tengo una amiga a la que adoro, con su familia de amor que tienen acogida en su casa a otra familia. Es un pequeño departamentito del tamaño ed una nuez donde están viviendo cuatro mujeres y tres niños. Sé que si ella supiera que alguien más lo necesita metería en su casa a todas las viudas con todos sus hijos. Eso es amor y no chingaderas. Karina, te admiro más que a nada.
No quiero leerme mal. Hay cosas que entristecen mi alma. Es todo. De momento sigo bien. Sin síntomas de nada ( que no sea depresión crónica, claro). Espero que todas y todos los que lean esto estén bien. Y sobre todo, espero que entiendan. Crix, no te preocupes tanto, vamos a sobrevivir y solo son mis malviajes emocionales. Te quiero.